RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
ESCRITO EN LA
TIERRA de FRANCISCO MENA CANTERO
EL LATIDO DISTANTE DE LA TIERRA
A propósito de ESCRITO EN LA TIERRA de FRANCISCO MENA
CANTERO
Ediciones Vitrubio. Madrid
Si sobre la obra anterior de Francisco
Mena Cantero ( Ciudad Real, 1934), “El
pájaro y su vuelo”, decíamos
en estas páginas que extremaba hasta el límite su voz para
decirnos qué le mueve, qué clave oculta descifraba, en este ESCRITO EN TIERRA,
incide el poeta en lo definitorio de su poética, en un escalón más de su propia
andadura por los elementos primarios del
mundo en la búsqueda interrogativa del hombre y la fragilidad de su paso, y si
en el citado libro el Aire estaba tan presente en la vehemencia del vuelo, del
ascesis , de la pureza cristalina de su transparencia, en éste el otro elemento fundamental sobre el
que radica toda existencia, la constancia de la realidad , la Tierra, constituye la trama esencial de una poesía entretejida de vida y
sencillez, de profundidad y de luz, de musicalidad y ritmo, de pureza formal y
absoluta claridad.
Hay en este libro una preponderancia de
la memoria, lo vivido de pronto exultante en la luz, en la misma luz donde el
corazón surgió la fuente primera, el gozo y el dolor de la tierra tan del
hombre como su carne, y en ese retorno a lo elemental como un Beatus ille que trasciende de la elegía
hasta hacerse materia fluida sobre el páramo y sobre la flor. Tiene el libro
dos partes, en las que el poeta de una forma intencionada modula y fracciona su
nostalgia, como escalando el tiempo de su canto en dos escenarios unidos en la
emoción pero graduados en la intensidad
En la Primera Parte, volcada al
exterior, al espectáculo de la
Naturaleza en la que “…El día y su insistencia/ alzarán un
altar para liturgia/ de quien aún siente que el tiempo/ está llegándonos de pronto.”, “…para huir,
cuando el alba al exilio dulcísimo del campo/ y borrar la ciudad de su
memoria.”en clara manifestación de ese canto a la felicidad de lo simple, de
ese retorno a la tierra que culmina en el poema Elogio del campo, en el
que con toda su claridad dice: “Aquí las
cosas/ poseen nombre propio: / árbol el árbol, luz/ la enorme claridad como
enceguece; / o montaña, el latido distante de la tierra; / y amor esto de del
hombre/ de consumirse en otra vida./ Aquí la eternidad se agranda…” , en una
intensa emoción y goce en “ Esta vida
del pájaro y la flor/ como si no acabara nunca/ la creación del mundo.”, en la
que “ Las aves –totovías,/ alondras, estorninos,/ alcaudones,
zorzales…/…tienden su canto azul sobre la siembra y el mundo es diferente…”/
.Un mundo luminoso en el que “El espacio/ parece que se incendia/ forjándose en
la luz…” La segunda parte, es dentro del retorno a la tierra, la vuelta a las
vivencias primeras: el pueblo, la casa, el paisaje , a los que regresa el poeta
en medio de una honda meditación que a veces sobrepasa la presencia material y
se hace profundidad en la misma memoria que a veces se hace lacerante: “ Diría / que soy un barco a la deriva/ un espectro en las
calles de este pueblo…”, con una dificultad para identificar emociones
pasadas : “ Ando por esta casa y no me
encuentro…” , como no encuentra el tiempo que se fue: “ Hoy el tiempo no está./ Se ha acurrucado en el reloj/ y se esconde en
la esquina de la luz…/”, mas el poeta necesita “… asirse/ a la fugacidad del tiempo, / a las míseras cosas que se
dicen/ cuando uno está sentado/ al borde del camino…” y de alguna manera
reconocer que “ Recordar es un goce que
restaña/ las crueles heridas de los días…” para terminar con un canto de
esperanza: “Aún crecen sin embargo/ las
flores y la siembra”
En este hermoso
poemario resuelto con el estilo característico de Francisco Mena, con su recurso a la elementalidad de las
cosas, con esa limpieza y claridad del
cristal de su visión poética en la que lo elemental trasciende desde su desnudez de pegujal hasta los
frondosos dominios de la luz.
© F.Basallote
Publicado en Papel-Literario . 20/06/2009
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