UNA POÉTICA DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO
José Cenizo
Francisco
Basallote (Vejer de la
Frontera, Cádiz, 1941) viene desarrollando una obra poética
centrada en su personal visión del espacio y del tiempo, sobre todo de los que
le ha tocado vivir. El primero, el espacio, traspasado de nostalgia, de
historia, se ha localizado bien en la arquitectura de su pueblo natal, bien en
la de la Isla de
la Cartuja,
el Monasterio sobre todo, que tan bien conoce por su profesión y cargos
(aparejador que fue Director del Pabellón Real durante la Exposición Universal
de 1992).
Como se nos dice en la solapa, “Si Manuscrito de Cartuja fue el poemario de
la emción ante la Historia,
este Segundo Cuaderno de Cartuja es
la elegía del tiempo que le tocó vivir y de la emocionada vivencia en un lugar
tan signado por la magia de la belleza”. El mármol, la piedra, las
construcciones históricas, tan llenas de tiempo y tiempos, están trascendidas
en una visión elegíaca llena de matices líricos y estéticos de valía.
Basallote
nos habla de un “espacio encendido” (p. 9), y una “música del tiempo”(p. 10)
con un fondo elegíaco y desengañado. Esto se muestra y demuestra, por un lado,
por la recurrencia a temas como el “tempus fugit” y el “vanitas vanitatum” (pp.
11,12,17, 18...): “Vimos bajo el Arco de Figueroa / a los poderosos del mundo /
y cómo, erguidos en su vanidad, / ufanos se jactaban / sin querer saber que las
dovelas / permanecen y de ellos / sólo el eco vacío de sus sombras” (p. 11); “Sólo
silencio / donde el poder estuvo / como si el aire / se detuviera en el
instante / cristalizado de su pose / y el mármol repitira / los pasos olvidados.
// Eco vacío de la nada, silencio sólo” (p. 17).
Por
otro, con el uso de un léxico de evanescencia, frustración, nihilismo incluso:
soledad (p. 16), silencio (p. 17), sombras, olvido (p. 20), humo (p. 21),
espejismos (p. 31), vacío (p. 32), la nada (p. 39), “sólo silencio” (p. 17).
Pero
este hálito de desaliento queda compensado con un sentimiento claro de
hodiernismo, de goce del momento presente, a través de la vida (luz, pájaros,
flores...) que rodea a los mármoles y
las piedras inanimadasy leyendas de tiempos pasados. Así, vemos ese “Un gorrión
viene de otra parte / y nos despierta” (p. 46) o esa higuera a la que canta
bellamente el poeta: “No es sólo sombra / el suelo de la higuera, / múltiple
cántaro de la miel / más pura, delicia del corazón / de hombre, su frutal /
inocencia bajo la cúpula / verde, no sólo sombra” (p. 53).
Creemos
que este Segundo Cuaderno de Cartuja
supone una profundización, un ahondamiento en la poética espacio-temporal de
Francisco Basallote, y quizá estemos ante uno de sus mejores libros (tiene más
de diez publicados), si no el mejor, en depuración expresiva y aliento emocional.
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