JULIO
MARISCAL Y LA REVISTA
PLATERO
MARISCAL, “PLATERO” Y BASALLOTE
por
PEDRO SEVILLA
A
pesar de haber nacido en su pueblo, y asistido, aunque de lejos, a su derrumbe
físico y su muerte, tengo que reconocer que el mayor y mejor conocimiento del
poeta Julio Mariscal me ha llegado por referencias, por terceras personas. Como
explico en el prólogo a la determinante antología “La mano abierta”, obra del
poeta José Mateos, yo era un adolescente cuando murió Mariscal y cuando su
poesía cambió, y lo digo sin la mínima exageración, mi vida y mi forma de
enfrentarme a mis sentimientos y a la poesía.
Entre
esas “terceras personas” que me descubrieron a Julio, que me hicieron ver al
Julio Mariscal joven, al Julio Mariscal comunicativo, cordial, se encuentra el
poeta de Vejer Francisco Basallote, que nos sorprende ahora con este trabajo
donde rastrea y enumera la relación de Julio con la revista “Platero”, una de
las publicaciones poéticas más importantes del segundo tercio del siglo XX
español. Hay otras “terceras personas” que me dibujaron y explicaron a Julio:
su sobrino Aurelio –que me abrió su casa y me introdujo en el santuario del
poeta, allí donde perduran sus inéditos, que ojalá se mantengan así para
siempre-, los poetas de “Alcaraván” -mítico grupo poético arcense del que el
mismo Julio fue cofundador-, el poeta de Jerez Francisco Bejarano –que se
considera su alumno-, el poeta Guillermo Sena Medina o, entre otros, el crítico
Juan de Dios Ruiz Copete, autor de la primera antología de Julio Mariscal,
aquella que se publicó por la Universidad de Sevilla a los pocos años de su
fallecimiento.
Pero
para mí, para la recomposición de la vida y obra del autor de “Pasan hombres
oscuros”, ha sido crucial y fundamental el conocimiento de la correspondencia
de Julio Mariscal con Francisco Basallote. En ellas encontramos un Julio
afable, amable, amigable, pronto al consejo y a la autocrítica, como buen
maestro. Vengo tratando de explicar que Julio Mariscal no fue un personaje
esquinado, esquivo, solitario o displicente en sus años mozos. La displicencia
llegó después, cuando definitivamente se dio por vencido ante una sociedad
podrida de hipocresías y de mala leche. Hubo un Julio juvenil, tímido pero nada
malangel, serio pero nada amargado. Y sobre todo un Julio entregado a la
poesía, a sus idas y venidas, a su ritmo y su música. Entregado a la poesía y a
la correspondencia con sus amigos poetas, a los que envía poemas propios o
corrige los que le envían.
Otra
prueba de la vitalidad de Julio Mariscal es su participación en la fundación o
en la revitalización de revistas poéticas. Como he dicho, en 1949 funda con los
hermanos Antonio y Carlos Murciano, Cristóbal Romero, Antonio Luis Baena y
otros, la revista “Alcaraván”, mecanografiada con un ardor juvenil digno de
aplauso. Y Platero.
En
la revista Platero, ese “invento” de Fernando Quiñones al que se adhirieron
entusiásticamente los jóvenes poetas del lugar, Julio tuvo una participación
cumplida, como bien expone Basallote en este trabajo exhaustivo.
Este
trabajo, fruto de una fidelidad amistosa que va más allá de la muerte, coloca a
Francisco Basallote entre los principales escritores empeñados en la
revitalización y puesta en valor de la poesía de Julio Mariscal, un poeta
vigente porque escribió de lo que siempre es con palabras suyas, la única
manera de permanecer y durar.
PEDRO
SEVILLA
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