EL CÍRCULO DE BARRO
PRÓLOGO
ANGELES MARÍA VÉLEZ MELERO
Francisco
Basallote nos regala un nuevo poemario, sugerente, cargado de reflexiones, con
una visión siempre fresca y renovada. En esta ocasión el poeta se estremece
ante el hecho mismo de la creación y desaparición de una realidad muy querida
por él: Vejer. Como Vicente Aleixandre
en los Poemas de la consumación, o
como Juan Ramón Jiménez en sus alusiones al espacio y tiempo, Basallote vuelca
su sensibilidad lírica en el descubrimiento de una realidad profunda que va más
allá de lo que percibimos: “El hallazgo
de otra verdad / en el reflejo de las cosas / sobre la extendida piel / del
sueño / en la noche del tiempo”.
Su
título, El Círculo de Barro, transmite una idea de espacio cerrado que
lo define. Son siete las partes en las que se divide, con desigual extensión.
Los títulos de las mismas adelantan de forma clara su contenido. Como suele ser
habitual en los poemarios de Basallote, el título de cada parte forma unidad
indisoluble con la cita que la encabeza, convirtiéndose ambas en puerta de
entrada desde la que tenemos claves de lo que aparece en su interior.
Son
ya muchos los poemarios de Paco que versan sobre Vejer, principio y fin de su
creación poética: Frontera del aire, Retorno a Mellaria, En
las colinas de Bashir, Cuaderno de Buenavista, Palimpsesto de
Plazuela, Naturalezas muertas… En unos, Vejer es la novia que se
engalana y aparece ante los ojos del poeta como si fuera la primera vez que la
descubre. En otros es un misterio que reaparece siempre mostrando su mejor yo, evocando
a veces lo que se ha perdido… En todos ellos la luz y el espacio de su ciudad
natal constituyen una constante de su poesía. Ahora da un paso más; asistimos a
la creación y a la destrucción de ese espacio mítico: “Todo ha vuelto a la
tierra, / al eterno sueño del barro”, dice en el poema que cierra el libro.
En El Círculo de Barro el autor trata de construir una nueva reflexión sobre la
experiencia del origen. Del génesis a la inspiración poética, de la
especulación filosófica al pensamiento musical y de éste al histórico, para
caminar conjuntamente con la creación poética. Francisco Basallote convierte en
poesía sus pensamientos sobre el origen y la destrucción de un lugar tan
querido para él, como es su pueblo natal.
En
el recorrido de este círculo encontramos distintas civilizaciones que han
marcado el lugar signado. De la construcción del tiempo en Dante y
Proust a la recreación de los distintos períodos históricos: romanos,
visigodos, árabes, castellanos… Es un ejercicio que se mueve entre las tareas
de inventar, crear y recrear la vida que tiene lugar en estos parajes. Se
advierte una clara influencia de un poemario anterior, Palimpsesto de
Plazuela (2004) que muestra las distintas etapas históricas en ese lugar
emblemático del pueblo.
Francisco
Basallote nos presenta ahora una mirada que pone de relieve lo que hay de
particular en todo acto de percepción y apuesta por una concepción de la
creación artística como búsqueda y desciframiento del sentido profundo de la
realidad, que sólo puede lograrse desde la visión subjetiva. En definitiva, el
autor realiza un arduo ejercicio de creación, donde el tiempo muestra una cara
ambivalente, desde su no definición a un rápido paso a través de los siglos.
Según
avanzamos en la lectura, parece que la tristeza aletea hacia el final del
poemario: “ha perdido la piedra / los siglos de cal / … otra vez engañada / por
el poder, / ahora / el del consumo.” En este sentido El Círculo de Barro
abre un espacio para la reflexión moral, filosófica y estética donde el futuro,
como raigambre mental y verbal de la esperanza, se va diluyendo. Paradójicamente, el vigor de ese aliento que
impulsa la creación ya mencionada hace olvidar el tono crepuscular que
advertimos en sus versos anteriores. Basallote
no cierra en ellos la puerta a la esperanza, terminando de este modo: “Por un
azar, de nuevo eleve / este cieno en altivas olas”.
Al
igual que Basallote canta a su pueblo y a su historia, los vejeriegos
deberíamos también conocer y valorar a este gran poeta que pregona el nombre de
Vejer allá por donde va. Su singularidad y originalidad radica en las distintas
modulaciones de su voz, los diferentes registros que utiliza, la variedad de su
léxico, la musicalidad de sus versos… El poeta, el creador, el historiador y el
artista se funden en uno, mostrando así la riqueza de una obra que se adivina
cada vez mayor.
Ángeles
María Vélez Melero
Vejer
de la Frontera,
julio de 2011
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