“ELEMENTAL
MEMORIA”
por
ÁNGELES MARÍA
VÉLEZ MELERO
Diecisiete años han
transcurrido desde que Paco Basallote publicara Frontera del Aire,
primero de los cinco libros que forman parte de esta antología. La selección
resume una aventura poética rigurosa y variada, con un mismo referente: su
pueblo, VEJER. La atención a los pequeños detalles, a un paisaje, a un
edificio, a un personaje, a un momento determinado de la historia... es lo que
conforma el universo de esta obra. Todo en palabras suyas se convierte en
materia poética. El libro está impregnado de la más exquisita sensibilidad. Si
nos dejamos guiar por ella, descubriremos poco a poco el alma del autor
reflejada en todos esos retazos de su memoria.
Esta selección supone un
estímulo introductorio al conjunto de su obra, además de apuntarse las líneas
formales y temáticas que la vertebran. Así se servirá de esas raíces a las que
se encuentra muy apegado para abordar temas constantes en la vida del hombre
como la preocupación existencial, la vuelta a la infancia, el recuerdo de un
ser querido...
No es tarea fácil, créanme,
interpretar, analizar lo que sale del alma del autor. Este libro nos lleva a
mirar a nuestro pueblo desde los ojos, la vida, las emociones y los
sentimientos de una persona que destila, que rezuma amor a Vejer; y que,
además, sabe transmitirnos todo ese sentir a través de la magia de la creación
poética. Es nuestro pueblo el marco que inspira toda esta selección de poemas
que, como hemos apuntado antes, corresponden a cinco libros ya publicados.
ELEMENTAL MEMORIA ha sido el título
elegido, sugerente, claro y adecuado al contenido de la obra. Se ha dejado
atrás todo lo accesorio, lo ornamental; el autor nos presenta aquellos poemas
que le servirán para aludir a distintos momentos de su propia existencia. Esa
mirada retrospectiva a veces se nos conforma nostálgica; otras, dolorosa;
otras, no menos que alegre. Son las calles, los monumentos y, en definitiva,
los pequeños detalles como la luz del amanecer los que actúan a modo de resorte
para que nuestro poeta se derrame en sus versos.
Abordaremos muy
sucintamente lo que se recoge en estas cinco partes:
El primero de esos libros, Frontera
del Aire, fue publicado en 1988. Lo encabeza el poema “Para el idilio”, eso
es precisamente lo que evoca la llegada de la primavera a este “barco de cal”,
a esta “fortaleza efímera”, metáforas de gran plasticidad usadas para referirse
a Vejer. Los poemas que siguen son un recorrido poético por nuestro pueblo,
primero por sus puertas; ya es sabido que el recinto amurallado contaba con
cuatro puertas de las que se destaca una en la memoria del autor: Puerta
Cerrada. ”Se te enrosca la emoción/ al árbol de las lágrimas/ al poner los pies
en este umbral”, lugar significativo en la infancia del autor por la cercanía
de su casa natal. El paseo literario lo continúa por el Barranco, el Molino, el
Callejón del fuego... llegando finalmente a la Plazuela, mudo testigo
del tiempo y de la historia. En ese lugar se detendrá a contemplar el museo
fotográfico de Chirino, del que dice ser “la mejor llave para la propia
conciencia”. Y cierra este bloque hurgando en su conciencia “en busca de los
enigmas que la luz escribe en la misma frontera del aire”. En definitiva, la
arquitectura de Vejer y su entorno es lo que sirve de pretexto o motivo de su
propia biografía. Ese diálogo que entabla el hombre con su marco físico lo hace
en aras del tiempo y del recuerdo, con poética evocación de lugares y
vivencias.
Retorno a Mellaria será el título del segundo libro publicado diez años más tarde
(1999). La fusión del poeta con su tierra se tornará más estrecha si cabe:
“hoy...he brindado...por tu amor y mi destino, inseparables...amantísima
Mellaria”. El yo del poeta inunda una primera y más amplia serie de poemas del
grupo. En el tono elegíaco empleado, encontramos al hombre maduro que tras una
larga andadura regresa al lugar que le vio nacer, para reunirse con el niño que
fue y aún pervive en él. La nostalgia aparece con tintes dolorosos ya que
“aquellos que quisiste” son “ya sólo espectros”. Desea el poeta como tantas
veces en sus libros sentirse “protegido bajo un pañolón negro/ y unas manos
queridas”. Es la ausencia de tantos seres queridos la que desgarra en su alma
una gran emoción. El poeta y el hombre tratan de sobrevivir a la infancia y se
recrean las antiguas sensaciones. A la ciudad concreta que aparece con el
nombre de Mellaria se superpone la ciudad esencial, hecha de tiempo, de
recuerdos; es decir, eterna y universal: “Con las pupilas llenas de recuerdos,/
oliendo el aroma de la celinda/ en los patios nunca olvidados,/ con la punzante
carga de mis sombras/ ansiosas de tu blanquísima luz/ y el corazón oprimido por
el llanto/ por la ausencia de quienes de su sangre/ hicieran río para mi
destino;/ regreso a ti ciudad de mi niñez”. Lugares evocados en esta ocasión
serán Cañada Ancha, el Convento de Clarinas, la Segur... Del paisaje
pasará al paisanaje en palabras de nuestro célebre Unamuno y recordará
determinados personajes de nuestro pueblo como Lal-la Zohra, Juan Relinque,
Juan Amaya y Baltasar de Cuadros entre otros.
En las Colinas de Bashir (2001) es una colección de poemas de
la memoria, de la experiencia revivida. Bashir-Vejer es la ciudad real y a la
vez mítica a la que el poeta retorna en la madurez de su vida, en la que
despierta “como de un sueño lejano”. La personificación de nuestro pueblo es
una constante en estos versos en los que se convierte en “ciudad amada”, habla
de su “cintura estremecida”, “de sus senos de cal”. El poemario actúa a modo de
guía física y humana. Las metáforas referidas a Vejer se confunden entre la luz
y la sombra, la noche y la mañana, es a su vez la amante amada y esquiva;
llegando a veces a fundir en una misma la amada y la ciudad. Se despide el
poeta lamentándose: “Te amé, más no te poseí/ ciudad mía, para siempre muy
amada”. Es éste un libro de amor, de un amor imposible pero constante, de un
amor que incita al poeta a seguir en ese ejercicio de la memoria y de la vida
que continúa sin detenerse.
Con Cuaderno de
Buenavista, Paco Basallote llega al cuarto libro comprendido en esta
antología. Se publica dos años más tarde (2003). “La vida no es la que uno
vivió, sino la que uno recuerda” estas palabras de García Márquez nos sitúan
ante el aliento elegíaco del libro. Recurre a la nostalgia como única puerta de
salvación. Esa infancia se vuelve dolorosa porque no consigue retenerla, “en
esta Puerta de la Iglesia
/me duele el tiempo”. Se trata de un retorno a los orígenes, teñido de dolor,
quizá por hallarse un poco derrotado por el tiempo. “Por este arco salías/ a tu
futuro; (...) en el tacto de sus sillares/ la huella del temblor, / el mismo
con el que hoy, /vencido, vuelves”. La selección de poemas que realiza de esta
obra se nos aparece totalmente circular. Como otras tantas veces se consolará
el poeta con la idea de que “sólo queda el recuerdo”, así termina diciendo “te
escribo mi nostalgia/ para no perderte del todo”. La ciudad es el todo del
poeta, continúa siendo el espejo en el que ve retazos de su vida; es la que le
hace activar la memoria, llenar de sentido toda esa vida vivida, su vida...
Así llegamos a Palimpsesto
de Plazuela, publicado un año después (2004) en un intento de retener no
sólo los personales e íntimos paraísos perdidos, sino los colectivos... la
historia ciudadana. Se trata de un acercamiento emocional o afectivo a Vejer y
a su paisaje urbano en el que se realiza una lírica exposición de vivencias,
ideas y sueños del autor. En la plazuela se encuentra la esencia de Vejer y
junto a su arquitectura han coexistido una filosofía de vida, una lengua común
y una organización social. De ella dirá: “Tú eres el centro, / sobre ti se
escribe la Historia”.
El autor valora su riqueza y su significado, entendiéndola como una sabia
lección de la vida de quienes la habitaron: de su fe e ideales, grandezas y
miserias que labran su imagen y la cargan de símbolos. Así en el repaso
histórico que circunscribe a este espacio menciona desde los árabes a
personajes emblemáticos de nuestro pueblo como Juan Relinque, hechos significativos
como el fuego del convento de San Francisco, momentos dolorosos de nuestra
historia reciente, los años del hambre, etc.
Lo que Paco Basallote nos
ofrece en las páginas de este libro nos ayuda a evocar nuestra propia
existencia. El autor se ha ido desnudando de forma metafórica ante sí mismo y
su destino. Ha realizado un ejercicio de contemplación, de reflexión de su
vida, siempre con el tamiz vejeriego. Adquiere, por tanto, un gran alcance todo
lo que le lleva a esos orígenes, con los que se encuentra una y otra vez, a los
que busca y los que desea evocar porque es un modo de revivir esos momentos.
Estos pensamientos, a veces, se vuelven grises porque el ejercicio de la
memoria es doloroso para todo ser humano.
Espacio y tiempo se
convierten en ejes temáticos del libro; ese fluir temporal, esa marcha
inexpugnable es la causante de tanto dolor. Su formación literaria se advierte
en los símbolos que usa: agua, sueños, sombras, luz... nos recuerdan a
Manrique, Quevedo, San Juan, Machado. Con la frescura de una nueva voz se
vislumbran en sus versos la tradición, sus temas y símbolos.
En su forma son poemas sin
rima, polimétricos, versos cortos en general, con algunos endecasílabos y otros
de arte mayor. Sabe conjugar la sencillez formal con una cuidadosa selección en
el léxico usado y con la combinación de imágenes que nos presenta para
evocarnos esos pensamientos.
Se nos viene a la memoria
aquellas palabras de Bécquer: “la poesía brota del alma como una chispa
eléctrica, que hiere el sentimiento con una sola palabra y huye”. Es este
ejercicio de creación el que se advierte también en Paco Basallote. La
brevedad, lo esencial, el intimismo son rasgos de unos versos que destilan amor
a Vejer y dolor por el fluir temporal, pero que al mismo tiempo se nos presentan
inmortales como toda obra poética.
Ángeles Mª Vélez Melero
SOCIEDAD
VEJERIEGA DE AMIGOS EL PAÍS
En Vejer, noviembre de 2005
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