jueves, 17 de enero de 2013

PRÓLOGOS DE MIS OBRAS- Elemental Memoria




“ELEMENTAL MEMORIA”
por

ÁNGELES MARÍA VÉLEZ MELERO











Diecisiete años han transcurrido desde que Paco Basallote publicara Frontera del Aire, primero de los cinco libros que forman parte de esta antología. La selección resume una aventura poética rigurosa y variada, con un mismo referente: su pueblo, VEJER. La atención a los pequeños detalles, a un paisaje, a un edificio, a un personaje, a un momento determinado de la historia... es lo que conforma el universo de esta obra. Todo en palabras suyas se convierte en materia poética. El libro está impregnado de la más exquisita sensibilidad. Si nos dejamos guiar por ella, descubriremos poco a poco el alma del autor reflejada en todos esos retazos de su memoria.

Esta selección supone un estímulo introductorio al conjunto de su obra, además de apuntarse las líneas formales y temáticas que la vertebran. Así se servirá de esas raíces a las que se encuentra muy apegado para abordar temas constantes en la vida del hombre como la preocupación existencial, la vuelta a la infancia, el recuerdo de un ser querido...

No es tarea fácil, créanme, interpretar, analizar lo que sale del alma del autor. Este libro nos lleva a mirar a nuestro pueblo desde los ojos, la vida, las emociones y los sentimientos de una persona que destila, que rezuma amor a Vejer; y que, además, sabe transmitirnos todo ese sentir a través de la magia de la creación poética. Es nuestro pueblo el marco que inspira toda esta selección de poemas que, como hemos apuntado antes, corresponden a cinco libros ya publicados.

ELEMENTAL MEMORIA  ha sido el título elegido, sugerente, claro y adecuado al contenido de la obra. Se ha dejado atrás todo lo accesorio, lo ornamental; el autor nos presenta aquellos poemas que le servirán para aludir a distintos momentos de su propia existencia. Esa mirada retrospectiva a veces se nos conforma nostálgica; otras, dolorosa; otras, no menos que alegre. Son las calles, los monumentos y, en definitiva, los pequeños detalles como la luz del amanecer los que actúan a modo de resorte para que nuestro poeta se derrame en sus versos.

Abordaremos muy sucintamente lo que se recoge en estas cinco partes:

El primero de esos libros, Frontera del Aire, fue publicado en 1988. Lo encabeza el poema “Para el idilio”, eso es precisamente lo que evoca la llegada de la primavera a este “barco de cal”, a esta “fortaleza efímera”, metáforas de gran plasticidad usadas para referirse a Vejer. Los poemas que siguen son un recorrido poético por nuestro pueblo, primero por sus puertas; ya es sabido que el recinto amurallado contaba con cuatro puertas de las que se destaca una en la memoria del autor: Puerta Cerrada. ”Se te enrosca la emoción/ al árbol de las lágrimas/ al poner los pies en este umbral”, lugar significativo en la infancia del autor por la cercanía de su casa natal. El paseo literario lo continúa por el Barranco, el Molino, el Callejón del fuego... llegando finalmente a la Plazuela, mudo testigo del tiempo y de la historia. En ese lugar se detendrá a contemplar el museo fotográfico de Chirino, del que dice ser “la mejor llave para la propia conciencia”. Y cierra este bloque hurgando en su conciencia “en busca de los enigmas que la luz escribe en la misma frontera del aire”. En definitiva, la arquitectura de Vejer y su entorno es lo que sirve de pretexto o motivo de su propia biografía. Ese diálogo que entabla el hombre con su marco físico lo hace en aras del tiempo y del recuerdo, con poética evocación de lugares y vivencias.

Retorno a Mellaria será el título del segundo libro publicado diez años más tarde (1999). La fusión del poeta con su tierra se tornará más estrecha si cabe: “hoy...he brindado...por tu amor y mi destino, inseparables...amantísima Mellaria”. El yo del poeta inunda una primera y más amplia serie de poemas del grupo. En el tono elegíaco empleado, encontramos al hombre maduro que tras una larga andadura regresa al lugar que le vio nacer, para reunirse con el niño que fue y aún pervive en él. La nostalgia aparece con tintes dolorosos ya que “aquellos que quisiste” son “ya sólo espectros”. Desea el poeta como tantas veces en sus libros sentirse “protegido bajo un pañolón negro/ y unas manos queridas”. Es la ausencia de tantos seres queridos la que desgarra en su alma una gran emoción. El poeta y el hombre tratan de sobrevivir a la infancia y se recrean las antiguas sensaciones. A la ciudad concreta que aparece con el nombre de Mellaria se superpone la ciudad esencial, hecha de tiempo, de recuerdos; es decir, eterna y universal: “Con las pupilas llenas de recuerdos,/ oliendo el aroma de la celinda/ en los patios nunca olvidados,/ con la punzante carga de mis sombras/ ansiosas de tu blanquísima luz/ y el corazón oprimido por el llanto/ por la ausencia de quienes de su sangre/ hicieran río para mi destino;/ regreso a ti ciudad de mi niñez”. Lugares evocados en esta ocasión serán Cañada Ancha, el Convento de Clarinas, la Segur... Del paisaje pasará al paisanaje en palabras de nuestro célebre Unamuno y recordará determinados personajes de nuestro pueblo como Lal-la Zohra, Juan Relinque, Juan Amaya y Baltasar de Cuadros entre otros.

En las Colinas de Bashir (2001) es una colección de poemas de la memoria, de la experiencia revivida. Bashir-Vejer es la ciudad real y a la vez mítica a la que el poeta retorna en la madurez de su vida, en la que despierta “como de un sueño lejano”. La personificación de nuestro pueblo es una constante en estos versos en los que se convierte en “ciudad amada”, habla de su “cintura estremecida”, “de sus senos de cal”. El poemario actúa a modo de guía física y humana. Las metáforas referidas a Vejer se confunden entre la luz y la sombra, la noche y la mañana, es a su vez la amante amada y esquiva; llegando a veces a fundir en una misma la amada y la ciudad. Se despide el poeta lamentándose: “Te amé, más no te poseí/ ciudad mía, para siempre muy amada”. Es éste un libro de amor, de un amor imposible pero constante, de un amor que incita al poeta a seguir en ese ejercicio de la memoria y de la vida que continúa sin detenerse.

Con Cuaderno de Buenavista, Paco Basallote llega al cuarto libro comprendido en esta antología. Se publica dos años más tarde (2003). “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda” estas palabras de García Márquez nos sitúan ante el aliento elegíaco del libro. Recurre a la nostalgia como única puerta de salvación. Esa infancia se vuelve dolorosa porque no consigue retenerla, “en esta Puerta de la Iglesia /me duele el tiempo”. Se trata de un retorno a los orígenes, teñido de dolor, quizá por hallarse un poco derrotado por el tiempo. “Por este arco salías/ a tu futuro; (...) en el tacto de sus sillares/ la huella del temblor, / el mismo con el que hoy, /vencido, vuelves”. La selección de poemas que realiza de esta obra se nos aparece totalmente circular. Como otras tantas veces se consolará el poeta con la idea de que “sólo queda el recuerdo”, así termina diciendo “te escribo mi nostalgia/ para no perderte del todo”. La ciudad es el todo del poeta, continúa siendo el espejo en el que ve retazos de su vida; es la que le hace activar la memoria, llenar de sentido toda esa vida vivida, su vida...

Así llegamos a Palimpsesto de Plazuela, publicado un año después (2004) en un intento de retener no sólo los personales e íntimos paraísos perdidos, sino los colectivos... la historia ciudadana. Se trata de un acercamiento emocional o afectivo a Vejer y a su paisaje urbano en el que se realiza una lírica exposición de vivencias, ideas y sueños del autor. En la plazuela se encuentra la esencia de Vejer y junto a su arquitectura han coexistido una filosofía de vida, una lengua común y una organización social. De ella dirá: “Tú eres el centro, / sobre ti se escribe la Historia”. El autor valora su riqueza y su significado, entendiéndola como una sabia lección de la vida de quienes la habitaron: de su fe e ideales, grandezas y miserias que labran su imagen y la cargan de símbolos. Así en el repaso histórico que circunscribe a este espacio menciona desde los árabes a personajes emblemáticos de nuestro pueblo como Juan Relinque, hechos significativos como el fuego del convento de San Francisco, momentos dolorosos de nuestra historia reciente, los años del hambre, etc.

Lo que Paco Basallote nos ofrece en las páginas de este libro nos ayuda a evocar nuestra propia existencia. El autor se ha ido desnudando de forma metafórica ante sí mismo y su destino. Ha realizado un ejercicio de contemplación, de reflexión de su vida, siempre con el tamiz vejeriego. Adquiere, por tanto, un gran alcance todo lo que le lleva a esos orígenes, con los que se encuentra una y otra vez, a los que busca y los que desea evocar porque es un modo de revivir esos momentos. Estos pensamientos, a veces, se vuelven grises porque el ejercicio de la memoria es doloroso para todo ser humano.

Espacio y tiempo se convierten en ejes temáticos del libro; ese fluir temporal, esa marcha inexpugnable es la causante de tanto dolor. Su formación literaria se advierte en los símbolos que usa: agua, sueños, sombras, luz... nos recuerdan a Manrique, Quevedo, San Juan, Machado. Con la frescura de una nueva voz se vislumbran en sus versos la tradición, sus temas y símbolos.

En su forma son poemas sin rima, polimétricos, versos cortos en general, con algunos endecasílabos y otros de arte mayor. Sabe conjugar la sencillez formal con una cuidadosa selección en el léxico usado y con la combinación de imágenes que nos presenta para evocarnos esos pensamientos.

Se nos viene a la memoria aquellas palabras de Bécquer: “la poesía brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una sola palabra y huye”. Es este ejercicio de creación el que se advierte también en Paco Basallote. La brevedad, lo esencial, el intimismo son rasgos de unos versos que destilan amor a Vejer y dolor por el fluir temporal, pero que al mismo tiempo se nos presentan inmortales como toda obra poética.

Ángeles Mª Vélez Melero

SOCIEDAD VEJERIEGA DE AMIGOS EL PAÍS









En Vejer, noviembre de  2005

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