RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
EL LIBRO DE LA SED de MANUEL SENRA
CAUDAL DE AGUA VIVA
A propósito de EL LIBRO DE LA SED de MANUEL SENRA
GUADALTURIA. SEVILLA. 2011
Dice de Manuel Senra su paisano Pedro Sevilla, que : “ Manuel Senra, sea bajo la disciplina del
soneto o en verso libre, canta lo que se pierde –Antonio Machado es otro de sus
maestros- , canta el paso del tiempo …canta a la belleza, que también es
tristeza …” y de acuerdo con ello desde la hondura
del tiempo y del espacio que en Arcos tienen un canon diferente, nos acerca Manuel Senra a un monotemático “Libro de la sed” que tiene mucho de
esas profundidades arcenses, de ese dominio de los ritmos del tiempo y de ese volcarse telúrico de la tierra en si
misma en una búsqueda , como todas, inconclusa , de la verdad, de la luz, del
signo irresoluto… Define el poeta argentino Aldo Luís Novelli a “ La
sed, territorio del poema….” y en
ese territorio Manuel Senra se desborda como un río de un agua pura y transparente como es la verdadera poesía, en la que con la
sed más antigua se nos manifiesta
rotundo, y a la vez sencillamente claro con la cristalina fluidez de su verso,
que liberado de algunos dogales es a la vez torrente y remanso, vuelo y sendero
hacia las profundidades donde la palabra se hace potente grito y a la vez
sibilante susurro, o sugerente silencio.
En la madrugada de Arcos, en su silencio, suena sin
palabras el agónico “Tengo sed” del Cristo, para
quien un hondo poeta arcense , Julio Mariscal, escribiría : “ …tu sed, aquí, clavada/ esperando el caudal de un agua viva…”y
este otro poeta arcense , desde su humanidad ansía un agua inagotable para una
sed que escribe en su carne el verso inigualable, el sentido unipolar de su ser
hombre, en el camino angosto de la vida que se hace memoria en la primera parte
de este libro: “Añoranza”, que se hace nostalgia de una pujante vida , el
descubrimiento de esa humana sed: “ Sufrí
la sed primera/ en aquel tiempo en que éramos dioses…” que una vez hallada estalla en fragor de la sangre: “ …la sed viene avanzando/ como lobo
estepario desgarrado en aullidos.” y
en el insaciable logro “ Llegamos como
llegan/ los pájaros sedientos al arroyo…”. Aunque “Solo la sed nos mata…”…Es decir , en la cúspide de su logro, halla
la muerte más dulce y “Tu y yo no somos
dos; ni yo soy otro/ Somos la misma sed…/…/… dos cuerpos en uno que se aman/ al
ritmo monocorde/ de un vuelo de palomas… ”. Muerte y resurrección en la
memoria : “El tiempo es como un nido de
recuerdos” y aunque pase sigue viva la búsqueda: “ Te seguiré buscando,/ aunque tú nunca estés, o hayas vivido oculta
entre la letra de mis versos…” .
En la segunda parte “Lavando
claridades” , el poeta habla de un tiempo presente, del instante de la
cotidianidad, “…Viajo solo/ Pero dame, en
el cuenco de tu mano, / el agua de mi sed, para el regreso.”, aparente contradicción pero es que “…voy camino de otra parte,/ de otro tiempo
de sombras….”, y es aquí donde el poeta
muestra la verdadera raíz de su
encrucijada, viene del pasado a otro tiempo, y en este instante se manifiesta la constancia de la sed y la
claridad del peregrinaje de la búsqueda: “
No es el agua, es la sed/ -dura angustia de dardos en mi pecho-” y hay como
un presagio de futuro : “ Como si yo ya
fuera…Como/ si mi boca estuviese en las esquinas/ redondas de sus besos…” , que
se manifiesta en el despertar de un tiempo nuevo “En la quietud dormida de la noche/ se disipan los sueños, y amanece/.
Y comienza la sed de cada día…”; un tiempo nuevo en el que “…Aúlla
la inasible sed del beso,…”
Hay que abrirse las ríos de la sangre, quemar la noche,
encontrar los cántaros vacíos, sentir en el costado la llaga de la palabra como
dardo que un tenso arco de luz tirara para escribir versos de verdad, donde fluye el río de la
emoción y donde el poeta tenga el valor de decir: “…solo veré la luz de las antorchas/ en las llamas ardientes de la sed”
y en su corazón quede la ofrenda a ese amor “ igual
que si ella fuese/ una parte de mí, la última boca/ de tantas ansias tantas
veces rotas,…/” . Poeta que en la
búsqueda encontrará el agua que “… vive en la boca / del cántaro. O en el
labio/ mudo ya de palabras…”
©F. Basallote
Publicado en Papel-Literario, 5/12/2012
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