RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
OIR LA LUZ de Eloy Sánchez Rosillo
...RETORNAR MIL
VECES A DONDE ESTÁ LA LUZ
A propósito del
libro "OIR LA LUZ"
de Eloy Sánchez Rosillo
Edita: Tusquets
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Tomo prestado el encabezamiento
de este texto de los versos iniciales del poema El manantial del libro de Eloy Sánchez Rosillo,
(Murcia, 1948), OIR LA LUZ. En ellos
dice el poeta: Este
“ deseo, esta necesidad/ de retornar mil
veces a donde está la luz…”con la vehemencia clara de quien hace
treinta y un años, con su libro Maneras
de estar solo ganador del Adonais de 1977, abrió en la poesía
española un nuevo y luminoso camino de hacer poesía en el que la elegía y la
celebración de los instantes del gozo del presente, al unísono, se
manifestaban como un potente medio emocionado y emocionante, en
destellante y triunfante claridad.
Oír la luz, es dentro de su
inconmovible esencia elegíaca un paso más en la senda que él mismo definía en
cierta ocasión: “El poeta, en su
caminar,…debe despojarse de todo lo que no le es absolutamente necesario…”y
en función de ello, adelgaza mucho más la línea en una aproximación al
esquematismo temático, sin dejar de lado su alianza perpetua con la luz,
combinando certeramente elegía y cántico, memoria y celebración.
Es éste un libro
mesurado, escrito desde la serenidad y desde una perspectiva en la que el
tiempo no es motivo de angustia, sino de íntima celebración de la memoria, en
un proceso de asimilación de su paso y en la delectación agradecida de sus
dones.
El retorno es pues
una reinterpretación del gozo, incluso de los más elementales: “Por eso es muy hermoso y tiene tanto/ que ver con
la alegría/ que, inesperados y resplandecientes,/ hayan querido regresar
ahora…”, nos dirá el poeta en la evocación de los cantos
matinales de los gallos en el pueblo lejano, o la evocación de la casa de
sus padres: “ Tenía dos balcones que
daban a una plaza./ El sol de la mañana entraba allí a raudales/ y todo lo
encendía./ Ahora, en mi corazón lo noto entrar./ Y enciende estas palabras.”
Retornar, es reencontrarse con la luz primera: “He vuelto a este lugar del corazón, y hay/ una luz semejante a la que
había aquí /en mis años primeros…”, hasta tal punto que “Siempre es nueva la dicha de los ojos/ cuando
vuelve la aurora...”. La dicha, que a veces es en su elementalidad
tan grande que hace decir al poeta: “Ojalá
que esta tarde, tan amarilla y dulce/ como un topacio que se va apagando/
no se pierda del todo cuando acabe.”
En este retorno a
esa luz hay un reencuentro consigo mismo y “ ...me pregunto aún quien soy/ y por qué todavía/
al mirarme de cerca en el espejo/ sigo viendo un enigma,..” reencuentro
en el que surge un cierto descubrimiento
“Me aproximo al que acaso soy, a ese/ que intuyo o sueño y se me desdibuja/ en
confusos afanes todavía.”..
Y en él el hallazgo
de lo bello: “Qué extraña la belleza.
Cuántas veces/ a un tiempo nos alegra y nos aflige; / su luz te da en los ojos
y te salva, / pero en el pecho canta la elegía.” Es decir el gozo
retornado hasta tal punto que vivirlo es un don único que “Algunos, aunque miren, nunca ven/ que abril no es
sólo abril, / sino algo más, inmenso, incalculable.”, gozo del
mundo, cuya pérdida sería la tristeza :
“Pero que triste un mundo en el que no/ pudiera yo mirar la luna
llena...” , por lo que llega a aconsejar: “Ruega porque las cosas con que sueñan / tus ojos
y tu pecho/…/se alcen en la remota heredad de aurora” Ratificando
que “Siempre es nueva la dicha de los
ojos/ cuando vuelve la aurora.”
Esa luz que en las
noches de la infancia cuando “veía la
densa muchedumbre / de estrellas en los cielos del verano, / además de mirar
tanto fulgor, / podía oír la luz…” Y es esa voz grabada en la memoria la que fluye en
este denso poemario en un estilo perfecto, limpio, con la misma transparencia
del aire en cuyo vibrar nos devuelve a un emocionado mundo de luz.
©FRANCISCO BASALLOTE
Publicado en Papel Literario , 05/05/2009
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