RESEÑAS DE OBRAS DE
POETAS HISPANOAMERICANOS
PUERTO CALCINADO de ANDREA COTE
FERVOR DE LA
TIERRA
A propósito de PUERTO
CALCINADO de ANDREA COTE
Valparaíso Ediciones. Granada , 2012
Andrea
Cote Botero. (Colombia, 1981).
Poeta y profesora universitaria, ha sido
colaboradora del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los
libros: Puerto Calcinado, poemas, 2003; Blanca Varela y la
escritura de la soledad, ensayo, 2004; Una fotógrafa al desnudo,
biografía de Tina Modotti, 2005. En 2002 recibió el premio nacional de poesía
joven de la
Universidad Externado de Colombia y en 2005 el Premio Mundial
de poesía joven “Puentes de Struga”,
otorgado por la Unesco
y el Festival de Poesía de Macedonia. Reseñas literarias, crónicas y artículos
suyos han sido publicados en diversos medios de comunicación en Colombia,
México y Estados Unidos. Sus poemas están
incluidos en ‘Poesía ante la
incertidumbre. Nuevos poetas en español’ (Visor, 2011).
Según
la poeta colombiana Piedad Bonnett: “Andrea
Cote es hoy una de las voces jóvenes más interesantes de nuestra poesía. La
suya recrea, en un lenguaje ambiguo, pleno de significados, un mundo muy
propio, de tendencia intimista, poblado de elementos recurrentes que señalan la
urgencia de sus fantasmas, la necesidad de transformar la experiencia en
palabra”.
La
editorial granadina Valparaíso, ha reeditado recientemente su primer libro de
poemas, Puerto calcinado (Universidad Externado de Colombia, 2003), que
bajo el nombre de Porto in cinere,
fue publicado en Italia en 2010, obteniendo el Premio Citta de Castrovillari. Poemas
de dicho libro han sido
traducidos al inglés, italiano, alemán, francés, macedonio y árabe, y han sido
incluidos en varias antologías de poesía.
Su poesía evoca con un lenguaje intenso y
hondo, la memoria de su tierra natal y temas como el amor, el erotismo, el
lenguaje, la muerte, la extrañeza del vivir, es decir los temas constantes de
la poesía; mas de una forma particular
en la que predomina un universo de profundas connotaciones telúricas y
mágicas, con sabores antiguos a tierra y
pegujal, a aridez y desolación, en una especie de cántico general de dolor
existencial, de búsqueda de la trascendencia de lo puramente humilde y humano.
Puerto
calcinado es un poemario enigmático
y a la vez de una precisa claridad en la que la perennidad de la palabra se
eleva sobre las contingencias del devenir en una sublimación poética de la
desolación. En ella la memoria
vuelve a tiempos perdidos: “…dábamos
la espalda a la casa de piedra de mi padre/ para ondear faldas floreadas/ y de
luz/ en nuestro puerto calcinado/…” de los que queda a salvo del olvido tan
solo lo elemental, el esquema seco de lo inerte: “ Ya no requieras , María,/ el alma de las cosas desprovistas,/ que no
son más que huesos de esta casa muerta./…” , y lo elemental: “Madre,/
recógeme el sonido de la lluvia en el tejado del abuelo…”. Memoria que se
hace exigencia vital: “…esta tierra que
es la sed que vivo/ y el lecho en que la vida está enterrada./…” y al mismo tiempo “ …esta tierra es una herida que sangra/ en ti y en mí/ y en todas las
cosas/ hechas de ceniza…”. Lugar, sin embargo, para la consagración del amor: “…Yo sé del animal que te devora/ pero el
amor es un hueso/ que rompe todos los lados del cuerpo./…” , aunque “…Es
inconveniente tu cuerpo/ que sucede en lúcida desnudez/ y multiplica al deseo/
como una bandada de palomas espantadas.”. Y “En esa travesía, / en que la otra orilla
nos desampara,/ descendemos a la noche con ansia de amante.”, mas permanece en la tierra seca la presencia temblorosa del
pavor al vacío: “Temo que el infierno sea tan largo como el silencio de Dios…”
© F.Basallote
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