RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
"OTRA ORILLA" (Cuadernos de Guillermo Fontes)
de CORIOLANO GONZÁLEZ
LOS SIGNOS DE LA MEMORIA
A propósito de "OTRA ORILLA"
(Cuadernos de Guillermo Fontes) de CORIOLANO GONZÁLEZ MONTAÑEZ.
Ediciones: Baile del Sol. Tenerife
Perteneciente a la generación de los noventa, Coriolano González
(Santa Cruz de Tenerife, 1965). es un referente de la nueva poesía canaria
.Poeta y periodista. Ha publicado los libros de poesía: Dublín, entre el
mar y la sangre (1984), Las llanuras del desierto (1991), Conjura
del silencio (1994), Cuaderno irlandés (2001), El viaje
(antología personal, 2002), Las montañas del frío (2005), El
tiempo detenido (2006) y Otra orilla (2008), entre otros.. Su
obra figura en las antologías: La nueva poesía canaria (Editorial
Verbum. Madrid, 2001); Los transeúntes de los ecos (Antología de
poesía contemporánea en Canarias) (Editorial Arte y Literatura. La Habana, 2001); y Poetas
de corazón japonés (Antología de autores de “El rincón del haiku)
(Editorial Celya. Salamanca, 2005.
Otra orilla
(2004-2007) es una obra poliédrica desarrollada en distintas facetas
que reflejan la visión del autor sobre un mundo hecho de
perplejidades en el que la memoria trama la urdimbre de interrogaciones
existenciales sobre el hombre y la tierra que habita, no exenta de
hondos matices sensoriales , en los que la luz y el paisaje aparecen transidos
de plasticidad, “... de preciosos detalles, de tesoros guardados en la
mirada,…” como diría el poeta Ernesto Delgado, incorporando a la voz del poema
la permanencia de la naturaleza, no como escenario mudo sino como espacio
intensamente vivido. Una obra de intensa reflexión en la que el poeta se
busca en el retorno a la memoria y a los signos que ésta ha ido dejando en el
camino.
Consta la obra de siete partes: Paisajes para la inmolación, Apuntes, Cuaderno de fuego, Cristal,
Códice de la ciudad y Acerca de la literatura. En Paisajes para la
inmolación, incide con una poesía de gran plasticidad y colorido en el paisaje
de cuya contemplación emergen sentimientos encontrados: “ Un amanecer azul
cuajado de nubes rosas…// Un mar estival turquesa y tibio..// Un atardecer rojo
de tormenta…// Un mar gris invernal…/” es el decorado pictórico del poema
Cuadros I, sobre el que el poeta incide en su búsqueda: “Un hombre busca el
hombre de dios en el desierto…”
a la par que se detiene en el paisaje, tan íntimamente unido a
su existencia: “…Las orillas en calma reflejan la luz blanca” , llegando el
sentido plástico hasta el punto de de decir: “Un lienzo como una vida/ Un aroma
lo cruza desde la adolescencia a la madurez.” Y en donde la memoria recorre los
lugares del corazón : “ Todas las lluvias del recuerdo…/…/ Todas las lluvias
del deseo… “
La segunda parte Apuntes versa sobre la decadencia y la presencia de la muerte, así como
de la memoria: “No hay horizonte sin mar ni memoria sin muerte”, “¿En
qué momentos somos conscientes/ de la existencia de la muerte…?, “ De qué
estamos hecho si sólo somos memoria?.
Trazos
es un delicado tratado sobre el paisaje, su nominación, la insularidad –tan
presente en la poesía canaria y elemental en este poemario de soledad, y una
constancia sensorial de la memoria. En Apuntes sobre el paisaje
, hay un acto de dominio del mundo: “ A este lugar lo voy a llamar
viento./../ A este lugar lo voy a llamar mar./…”., y el poeta en esa
posesión de la tierra se admira de nuevos descubrimientos del paisaje:
“Observé cómo la bajamar descubría otra playa…”, “La lluvia entre los
pinos./El horizonte de la isla/a través de una gota…”. Descubrimientos no
exentos del retorno a la memoria y a los sentidos: “El aroma que me trae el
recuerdo,/…/El aroma de los sueños/ tiene el sabor de la madera
apolillada/.../El agrio aroma del mosto que fermenta./../ Mermelada de naranja
amarga/ y luna llena./”
Cuaderno de fuego es una especie de bitácora sobre la cotidianeidad y el viaje
interno que supone la presencia de la memoria.: “…el sonido del agua me
devolvió/el sabor de las natillas con galleta/y la ensalada de papas de mi
abuela.”, preguntándose : “¿ De qué manera retendrá el mar/ la memoria
de los cuerpos…?
En Cristal,
habla de la infancia como lugar mítico donde anclarse : “¿Dónde hallar el
límite de la infancia?” se pregunta el poeta y enseguida emergen:, “Aquella
higuera de la playa de san Marcos,/ al borde del viejo camino de tierra junto a
la casa, llenaba de aroma todo el verano..”. De nuevo los sentidos
abiertos al mundo, como componente esencial de la memoria: “La Navidad sabía a mandarina
y a turrón de almendra dura.”
Códice de la ciudad, es sobre todo un tratado de la memoria de la ciudad abandonada y el
exilio donde la memoria reconstruye la identidad del tiempo perdido. ¿Dónde
aquel banco en el que fui besado/ por vez primera/ y el tiempo se detuvo?,
¿Dónde están aquellas plataneras/ que desbordaban de luz y olor/ la travesía
por el barranco…” Tiempo inolvidable en el que “Fuimos inmortales”.
Acerca de la literatura es una reflexión sobre la literatura, que termina con los
siguientes versos:”El ejercicio de la escritura es un acto de recuperación de
la memoria./ Escribir es, en última instancia, un intento de mantener y revivir
el pasado”
Un libro construido desde la más profunda reflexión en la que el
poeta trata de encontrarse a través de un viaje a la memoria, la memoria como
principal recurso del poeta en la constante búsqueda, recurriendo a esos
milagros instantáneos de los recuerdos, la búsqueda de la felicidad que alguna
vez existió y que el tiempo a lo sumo convierte en la elegía por los paraísos
perdidos. Recientemente el poeta Juan Carlos Mestre afirmaba: “Siempre se
regresa al paraíso perdido. Lo cierto es que uno vuelve al territorio de la
infancia, a los loci memoria, a los lugares de la memoria”, único lugar donde según Borges existe
la dicha: “No hay otros paraísos que los paraísos perdidos .
©F.Basallote
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