RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
LAS ISLAS EN NOVIEMBRE de MANUEL JURADO
MEDITATIO MORTIS
Sobre LAS ISLAS
EN NOVIEMBRE de MANUEL JURADO
Premio de Poesía
TOMÁS MORALES
Cabildo de Gran
Canaria. 2009
Dentro del universo maravilloso de su palabra poética, tejida
con versos de una esencia de luz que trama ámbitos de claridades,
desciende Manuel Jurado (Sevilla, 1942)
a unos paisajes en los que el tiempo se detiene no para celebración de
la sublimidad del instante sino como interesado vocero de la certeza de su devenir,
de la constancia de la niebla que como en la Estigia
es la antesala del paso definitivo, de
ahí el simbolismo de su nombre, la última soledad emerge en islas rodeadas por
la niebla de noviembre, uniendo así en
el instante del ocaso la sublimación de todas las imágenes que sugiere el mes
de los santos.
Con un verso depurado en el que el juego acertado de los
heptasílabos y endecasílabos junto a alejandrinos produce una agradable sonoridad y un ritmo en el que se desliza un mundo de
lúcidas metáforas y de espléndida riqueza de léxico utilizado con la sabia
maestría característica del poeta en una
espléndida celebración de la palabra y elaborando, una suerte de tema con variaciones a partir del
concepto terminal que late en el libro, convirtiéndolo en una profunda
reflexión desde todos los ángulos posibles:
Desolación, decadencia, memoria,. ocaso y muerte, no exentos de reflejos
de fina ironía.
Tres partes conforman el libro: La luz en vuelo, Campo de olvidos y Cosido a mano, siendo a nuestro
criterio la segunda el núcleo fundamental del libro, y a ella llegaremos en esta reflexión tras las dos primeros,
añadiendo al tema con variaciones una
suerte de escala de intensidades de tal modo que dicha almendra asuma por
excelencia el carácter total del libro.
La luz en vuelo se inicia con los versos de Michel Deguy: “Je parle de ce matin bleu léger frais d´automne”
y de Antonio Lara: “Vamos a pensar
que nada es triste, que el sol calienta poco a poco nuestras venas” y en
ese escenario otoñal el poeta quiere “Vivir como los pájaros, en vuelo/ con los pájaros
sobre las pestañas /y en las ramas sin flor de la tristeza/…/ Vivir sólo en
vuelo.”quizás para alejarse de un mundo en decadencia donde “las
muchachas de larguísimas / piernas desnudas corren hacia el río/ de luces
mandarinas/ por las calles mojadas del otoño, /…/ y / los ángeles ancianos se
estremecen en su virtud arcaica/, se les nublan los ojos de deseo/y sus labios
se fruncen con la mueca / de besos desdentados./” y en el que todo es
memoria de un tiempo “que ya ha
cumplido…” y que aún “huele a rama de
incienso/ a Madera de Oriente/ y a membrillo dorado.”, consciente de que “…esa sombra / es la memoria enferma/ que nunca hemos perdido.” y de que “ Es un
dolor que tiene/ su nombre y apellidos.” , así como la certeza de que “Dentro de poco tú/ serás el texto inédito/
de tu vida sin ti.” Entra en esta
primera variación suavemente, tocando
incluso la ironía: “He dejado el tabaco/
la unidad de descuidos/ intensivos, el bourbon, / el chocolate suizo/…/ Ahora
me dedico/ al vicio solitario/ de escoger los poemas/ para la antología / final
de mi descrédito.”
En Cosido a mano hay un crescendo lento casi adagio, en el que
el tema se inicia en “…las tardes de
noviembre/ cuando el azul se va descomponiendo/ en malvas y azafranes…” y “ en la levedad de las palomas/…/ que si
desnudas, los huesos de su luz/ forman altivas fuentes / de perfumes….”, y “ Por eso, un corazón festoneado/ de
sombras y pespuntes/ vestido de piedad…” vive en noviembre “ …en
un país extraño/ que cambia de fronteras…” hasta decir “
que en otro cuerpo vive mi vida innecesaria: /cuerpo de ramas, cuerpo
deshabitado, cuerpo/ con óxido de amor y pliegues de ternura… “
En campo de olvidos, en tempo
vivace, incide rápidamente en el tema:
“Yo conozco el perfume de la muerte/ derramado en la carne derrotada./ Yo
conozco los pliegues del sudario / tejido de organdí y de ceniza…”, y en
ese movimiento “Los días son sólo
insinuaciones/ que la muerte nos hace…” y “En las mañanas de viento/ la muerte se despeina la memoria…”,
muerte que provoca una cierta libertad “
Qué libres son los muertos en su muerte/ ya nadie pone en duda/ su edad exacta/
su voluntad finita.” e incluso para hacer honor a su estilo poético, la
ironía: “ La muerte perfecciona / el modo de cruzar/ los brazos sobre el pecho/
desnudo de codicia/…”. Termina en el
siguiente epitafio: “Quien ya no está/ existe por su ausencia/ para morir después/ en
muertes repetidas.”
Siendo la poesía de Manuel Jurado esencialmente vital, de gozosa
plenitud de luces y esplendores solares, toca en este libro el tema de la
muerte, con la pulcritud acostumbrada y sin tenebrosidades, antes bien, con su
fina ironía patente, en ese aire frío de
las islas de noviembre realiza una particular meditatio mortis.
©F.Basallote
Publicado en
Papel Literario, 12/11/2009
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