RESEÑAS DE OBRAS
DE NUEVOS POETAS SEVILLANOS
EL
MILAGRO Y LA HERIDA
de PEDRO LUÍS IBÁÑEZ LÉRIDA
EN LOS EMPEÑOS DE LA LUZ
Sobre
EL MILAGRO Y LA HERIDA
de PEDRO LUÍS IBÁÑEZ LÉRIDA.
Nuño Editorial. Sevilla, 2009
Dice Pedro Luís Ibáñez Lérida ( Sevilla, 1953) : “ La poesía es un honesto acto de creación
y, por tanto, de concepción del mundo”, y en esa tarea de elaborar un
universo en el que búsqueda e indagación de la luz sean paralelas a la construcción de la belleza con el instrumento
esencial que definiría Machado , “palabra
esencial en el tiempo”, confluyendo
en un mismo sentido los vectores del ego autobiográfico, de la pasión, del
deslumbramiento del mundo y el éxtasis en sus delicias, del contexto social e
histórico y, sobre todo, de la poderosa influencia del dolor y la memoria , en un profundo y equilibrado
sistema de fuerzas, con un fin determinado y claro: “ He venido para brotar/ vida en el desierto…”
Y esta vida brota en un manantial-libro El milagro y la herida , en el que como dice Francisco Vélez, en un
magnífico prólogo: “…Aquí es donde hallo
la verdadera solidez –insobornable- de
este cantor que crea un estremecido verso con las pequeñas cosas hasta lograr
esa visión lírica que reboza humanidad y luz propia…”… y ello con el
instrumento adecuado, la palabra en “ El
Poema, la muerte más detenida…”, dirá el poeta, en el Proemio que antecede al poemario junto
al poema “Esta dichosa ascensión de la
palabra” que “ recrea la llama cenital que aproxima/ el denodado y febril empeño en
la luz.”
Consta el libro de tres partes, que constituyen tres niveles del
yo trascendido: “Este tránsito: la senda
hollada que dispone”, “En la contemplación; breve luz vencida” y “De esta
levedad: ceniza de las pérdidas.” . En
la primera de ellas el poeta hace confesión y dice: “Vine para detenerme/ en las aguas de tu rostro…”, donde “ Brillan/ tus ojos como versos/ anotados en
mi cuaderno.” y ese rostro se hace luz y sonrisa, cántico elemental, amparo
: “Porque tu sonrisa es un canto,/
molinete de luz que me cobija…” y a
la vez anhelo prodigioso que “ Hasta la extenuación me vive tu boca,/
habitada por la íntima palabra/ que te nombra como peces de agua,…” , aliento
y soplo de vida , “ Hálito que se halla/
en la raíz de tu boca…” para elevar
el amor a la sublimación : “ Destapas la
carne mansa,/ la entibias en tu pecho. Colinas de cielos encendidos…” , libre
de ataduras se pregunta : “¿A qué refrenar este delirio?/…/
Ensimismado en el sabor de los besos…”
En la segunda parte “En la
contemplación; breve luz vencida”, el nivel asciende del yo personal e
íntimo al mundo; incidiendo en el sentido colectivo, así elevará su proyecto: “Propongo situar un mundo nuevo/ y quiero
que lo hagamos juntos/ dando silueta y forma al porvenir,…” , en el que la
amistad pone un ritmo de corazones acompasados en la noche: “ La noche extingue y cesa la palabra
hueca;/ compartimos la deliciosa amistad paseando…”. Mas hay en esta parte
un delicioso reconocimiento del mundo con detenimiento en el gozo de su
descubrimiento: “¡Qué asombro poner el
dedo en el cielo!” o “ Qué estremecimiento es éste, que deshace /-sin el menor
recato y pudor-/la somnolencia de esta tarde malva,/ de efluvios nacientes en
la fresca y tersa hierba…” , esplendor de la hierba que trasciende en
olores: “ A alhucema, el aroma que nace / silvestre y
libertario en el campo,…”, o la hermosa genealogía que tiene mucho de unión
con el mundo, como esa confraternidad de
los seres vivos entre si: “ Vengo de las
raíces del árbol y su savia/ como tinta verde que escribe el prado,/ el mirto,
el jaguarzo, el romero; …” y el paisaje que se hace de nuevo vida
conjugada: “Planea sobre los pajizos
girasoles,/ una cigüeña que morosa se aproxima/desde la verde perseverancia del
olivar.” o espectacular fuego en el ocaso: “El cielo aventurado en el ocaso/ es un tren de cerezas mordidas,/ rojo
almíbar de fuego esquivo/ que se apaga apenas prende…”, instantes sólo que
subliman lo efímero.
“De esta levedad:
Ceniza de las pérdidas” es
la tercera parte, que de alguna manera vuelve a la primera en un juego circular
como la vida misma, si allí el amor iniciaba un tránsito por la vida, aquí otra
de sus formas se abre, ya no pasión ni descubrimiento sino dolor y
ensimismamiento de la memoria, poniendo de alguna manera la charnela que une lo
personal con lo colectivo. La sombra de la muerte de la raíz vital se hace aquí
no sólo elegía sino rito: “… Voy poniendo
/ en la muerte que deshace,/lento discurrir de la memoria,/ el inveterado signo
del rito…” , presencia en el recuerdo viviente: “En mí,/ porque fueron del rostro de mi padre,/ quedaron sus ojos
celestes.”.Pérdida que a veces es
tan presente que “Reconozco su acento,/
es el mismo;/ el dolor,/ hizo su voz,/ de plata dormida/ y fría.” , aunque “ …su ausencia/vacía mis labios.”
Libro de madurez, en el que
los temas eternos de la poesía se manifiestan con la honda veracidad de
su lirismo, no hay impostura ni artificio, verdad, verdad desnuda hecha palabra
poética en un fondo tan bien diseñado como todo lo que sale del corazón. En
cuanto a la forma, de una polimetría general que se decanta en algunos poemas
con versos de arte menor constituyendo la parte mas personal e intensa del
libro por su ejercicio de síntesis que aviva el poder de la sugerencia: “En mi corazón/ besana de almagre, /color
del verso” . Estamos pues ante un
poeta que tiene aún mucho que decir y que además sabe decirlo.
©F.Basallote
Publicado en Papel
Literario,16/02/2010
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