RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
“CANCIÓN ERRÓNEA” de ANTONIO GAMONEDA
SIN MIEDO NI ESPERANZA
A propósito de “CANCIÓN ERRÓNEA”
de ANTONIO GAMONEDA.
Tusquet.. Barcelona, 2012
Antonio Gamoneda, (Oviedo, 1931), es uno de los grandes
escritores españoles contemporáneos. Lo dicen sus títulos (Premio Nacional de
Poesía, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Cervantes y el Premio Quijote
de las Letras Españolas), pero aún más alto lo dicen sus poemas, a los que ha
vuelto después de cuatro años de la publicación de su anterior libro, “Extravío de la luz.”.
Perteneciente por edad a la generación histórica de los
cincuenta, Antonio Gamoneda es un poeta que se sale del perfil habitual de sus
coetáneos. Su poesía es, toda ella, una consideración sobre la muerte. El dolor
ante la injusticia, la propensión a la belleza, y una piedad asentada en la
fraternidad de los desheredados, alcanzan en sus versos una rara intensidad
expresiva al servicio de un pesimismo esencial, en el que tiene un peso
indiscutible la dureza de la vida :“- Mi
infancia transcurrió en los años de la inmediata posguerra. León, que había
sido dominada por los militares rebeldes engañando a los mineros asturianos, se
convirtió en un inmenso penal. El Hostal de San Marcos, Santa Ana, Puerta
Castillo… todo eran cárceles. La ciudad era un lugar de represión y eso llegó a
entenderse con una normalidad terrible.”. Ese contacto con la
injusticia sin duda lo marcaron, dejando
su sello no solo en su poesía sino en su propia actitud ante la vida. Recientemente
en unas declaraciones a la agencia EFE dijo lo siguiente, manifestando su
posición respecto a los acontecimientos que asolan a nuestro país: "Dentro de este accidente que es la
vida existe la solidaridad con el que sufre, con el amigo, y, como la vida
tiene dos caras, también encontramos la insurgencia poética que debe existir
ante la injusticia, ante el opresor, y hoy más que nunca". Añadiendo: “Tengo una pequeña filosofía con respecto
a lo que estamos viviendo: las cosas tiene que ponerse muy mal para que
cambien”. Entiende que la poesía debe ser social, por sus coordenadas
vivenciales: "es significativa de mi
interioridad, de mi subjetividad, pero yo estoy en una lengua, en un país, en
unas circunstancias históricas".Antonio Gamoneda ha definido la poesía
en uno de sus ensayos: "Es arte de
la memoria en la perspectiva de la muerte" y, recientemente: «La poesía no nos lleva a la salvación
total, pero se le parece y es ese parecido el que nos consuela»
De
su último libro “Canción errónea”,
ha dicho: “…este libro ha sido escrito
con amor a la vida, pero en la perspectiva de la muerte. Quizá en este libro
aparece una especie de entristecida conformidad, y si no conformidad, algo así
como la entristecida indiferencia. En mi vida y en mi poesía ya no hay miedo,
pero tampoco queda esperanza, aunque sí una especie de acomodación a ese hecho
natural que está en los límites de la existencia.”.Su concepción de la vida
como accidente se manifiesta en este libro, y el mismo poeta dice de ello lo
siguiente: "Lo normal es no existir -argumenta el poeta-, la vida es un accidente,
un error; pero un accidente en el que el hombre ha alcanzado tener experiencias
como el amor, la amistad, el descubrimiento de la belleza, las formas del arte
o del sonido. Y a esos hallazgos son a los que hay que dar importancia, a esas
cosas hermosas que excitan positivamente nuestro ánimo y sensibilidad.”. Para
el crítico Ángel Luís Prieto de Paula es
“Una obra absolutamente excepcional en la
poesía de nuestro tiempo... Dios ha desaparecido, y en el vacío sólo quedan
estos versículos de una belleza inhóspita e insondable, regidos por los
compases de una pavana fúnebre.”
El libro toma el nombre del largo poema “Canción errónea”, que ya había
aparecido en el libro “Extravío en la luz”,
publicado en 2008, con grabados de Juan Carlos Mestre, un poema que es una
continuación de sus últimos libros, los que han venido a denominarse el ciclo
de la muerte: “Libro del frío” ,(1992)
y Arden las pérdidas (2003) .
Dentro de su constante indiferencia por la muerte, su palabra es un reiterativo
monólogo en el que esta postura negativa y de vacío es primordial: “ No hay causa en mí/ En mí no hay más que cansancio y / un antiguo extravío:/
ir/ de la inexistencia / a la inexistencia./…” , “ Desprecio/ la eternidad./ He vivido/ y no sé por qué./ Ahora/ he de
amar mi propia muerte/ y no sé morir./ Qué equívoco.”; “ …Lo deseable sería, /
efectivamente, no tener pensamiento; descansar en la falsedad, y después
efectivamente, sin miedo ni esperanza, cesar.” Sin embargo, hay un lugar preferente para
la luz: “Llamas a la luz y la luz viene
como/ un animal transparente…”, “…Ay de
ti si retuvieras/en tus nervios silvestres/ la claridad inmóvil de un día
incesante…”; “Después atravieso muy despacio las horas y advierto/ que en mi
cabeza también está posándose suavemente la luz.”; aunque esta luz ,
asimismo de constante presencia , es muchas veces una luz terminal, la luz de
la agonía, una luz hacia el tránsito, así recurre a los verso de José Lezama
Lima “ La luz es el primer animal visible/
de lo invisible”, como única cita de poemas en el libro.
Siendo constantes de su poética todo lo
anterior hay en “Canción errónea” dos
matices que le hacen diferir de los
libros anteriores y en cierto modo quieren tener un significado: por una parte
como indica en la final “Notas y confidencias”
, algunos poemas están dedicado a personas y lugares concretos, entre los
primeros pintores, escultores, músicos, directores de cine y escritores, y en cuanto a lugares, desde
Venecia a barrios de León como el de la
Sal o Cantamilanos. Por otra parte, se manifiesta en algunos
poemas una luz distinta, como un
detenido goce en la belleza del mundo sin demasiado asomo a ese interior
volcado constantemente en la pasividad del vacío. Poemas como “En el fulgor de los equinoccios…”, donde encontramos
la belleza de las palabras ausentes del peso nocivo de la muerte: “…En el fulgor de los equinoccios eres roja
y solar y estás/ ebría; estás ebria de ti misma y la música se desprende de
ti…” o el poema dedicado a Venecia:
“…Veo el perfil de las ojivas cárdenas/ y grandes lámparas sobre el agua
nocturna./ Vivo la incandescencia y me invade un clamor: un mar de música/ se
aloja en mis cabellos./ Es/ la hora sin tiempo/…Mira ante ti/ como si fuera a
amanecer.” Y aunque añadan a su
poética un sesgo de detenimiento en la cotidianidad de la belleza, no logran
dispersar esa obstinación estremecedora
en su persistente vacío, consiguiendo no obstante enriquecer aún más este
último libro del ciclo de la muerte, en el que paradójicamente prevalece la
indiferencia ante ella,“sin miedo ni
esperanza”
©F.Basallote
Publicado en Papel-Literario, 29/01/2013
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