RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
PENÚLTIMO MAR de MIGUEL MARTINÓN
DETENIENDO
EL TIEMPO
ACERCA
DE PENÚLTIMO MAR DE MIGUEL MARTINÓN
Ediciones
Idea. Santa Cruz de Tenerife. 2011
Incluido en la denominada poesía esencialista
canaria, de la que es junto a Sánchez Robayna uno de sus más dignos
representantes, Miguel Martinón (Tenerife, 1945) junto a su labor docente y creativa une una
intensa actividad crítica, especialmente dedicada a la literatura canaria
contemporánea..
Mucho se ha hablado de la esencialidad
canaria como fenómeno colectivo en el que sin duda influye no sólo la
insularidad sino el propio espíritu de esa insularidad con su conglomerado de
particularidades lingüísticas, históricas, culturales, medioambientales que la
convierten en un caso especial de esta poesía a la que poetas como Martinón le
han dado una fuerza y un dominio de los sentidos que se abren al calor y a la
templanza de una tierra tan cercana al paraíso.
De su penúltimo libro “Desde este otoño” , decíamos en estas páginas: “Poesía tan próxima a las fuentes mas
prístinas de la lengua, de donde mana lujuriosamente fértil y abierta de
flores, de mares, de estrellas , de un mundo feliz detenido en la observación
del poeta que no siente sino que observa su sentimiento como aproximación a la
verdad más pura. “
Poética que ahora retoma en Penúltimo mar y en la que el autor ahonda en los rasgos que
marcaban aquel poemario. Así, en palabras del poeta Alejandro Krawietz: "Penúltimo mar prolonga y acentúa el
camino iniciado en “Desde este otoño” alrededor de la reflexión sobre el tiempo
y el hombre".
Penúltimo mar está estructurado en siete partes de
composiciones breves a las que sirven como pórtico y epílogo dos poemas largos,
Estas palabras y Mañanas de Añaza, respectivamente. Ambos abren y cierran el
poemario con una preocupación central, el transcurso del tiempo.
En Estas palabras, la nostalgia se hace palabra esencial: “La voz quisiera a veces/ revivir pura/
aquella vibración del bosque,/ decir la luz, la luz desnuda,/…”, detener el
paso del tiempo: “ A veces quiere la palabra/ que todo quede detenido,/ que no
cambien las cosas, / para escuchar más claro el tiempo, / el silencio del
mundo…” .En Mañanas de Añaza, la memoria se hace presente: “Trae la hora toda esta luz7 al espacio naciente de la página,/ y
presiento mañanas ya vividas, mañanas ya escritas,/ que regresan tan veloces
huyendo hacia el olvido./…”. Cualquier incidente es evocación, tiempo
regresado: “Un vuelo alto de palomas/
despliega el tiempo, eleva las palabras/ sobre el mar de los días./…”
Entre
estas dos partes tan parecidas, cinco suites: Pautas para un requien, En esta hoja, Sucesión, Tríptico y De un
cuaderno, en las que el tiempo es detenido protagonista, adquiriendo
entidad propia la primera. , Pautas para
un réquiem, surge de un viaje a Alemania y Polonia, y en ella se incorpora
la reflexión sobre la shoa. Esta
poesía que interpela al mal tiene su base en la experiencia del holocausto,
cuyo recuerdo evoca el poeta en Estigma.
Son las fotos de Auschwitz que el poeta ve en Berlín, y a las que no llega la
música de órgano de la iglesia. "La
música no llega ahí / al interior de esas fotos, / donde aún miran fijas unas
almas. / La música no llega a esos rostros / que sin fuerza preguntan todavía /
en la luz detenida de esas fotos: / la luz del día aquel de invierno, / la luz
del día en que nací, / la luz primera que mis ojos vieron".
En Museo del hedor, el poeta se adentra en el Museum Stasi de Lepizig. "Pero de pronto entramos / en este otro aire / un aire corrompido / que huele acre y húmedo / en los pasillos, / en los despachos y en los calabozos: / un aire mantenido aquí, / aire que hiede / que hiere todavía, frío, ácido / con el hedor de la maldad del hombre".
En Museo del hedor, el poeta se adentra en el Museum Stasi de Lepizig. "Pero de pronto entramos / en este otro aire / un aire corrompido / que huele acre y húmedo / en los pasillos, / en los despachos y en los calabozos: / un aire mantenido aquí, / aire que hiede / que hiere todavía, frío, ácido / con el hedor de la maldad del hombre".
En las suites restantes, a modos de cuadernos de viaje, es
constante la presencia del tiempo, de la
memoria.: “ Y levanto mis manos ahora en
la mañana/ y al trasluz de esta hoja se aparece/ un rostro solo,/…”, dirá En esta hoja, mientras que en Sucesión , penetrará en el instante
detenido en los haikus para decir: “Desde
la roca/ el cabrero miraba/ el agua honda.”, mientras que en Tríptico y en su último poema, Desde Icod, dirá: “…La noche no termina de cerrar, no acaba el tiempo, el agua en la
palabra.”, en una obsesiva tensión por detener el tiempo, que en Cantata continua, en De un
Cuaderno , se hace luz en Venecia en Sant Michele: “Anclada en el fulgor del mediodía,/ la isla de los muertos/ se
mantiene alejada./ Pero ellos de allí nos oyen/…”
Esta presencia constante del tiempo
es una acentuada reflexión sobre el hombre, como un intento de permanencia
de su huella, como una intencionada voluntad de afiincamiento, que pese a
rondar los estadíos finales, quiere conscientemente dejarlos en “penúltimos”, como un margen a la
esperanza.
©F.Basallote
Publicado
en Papel Literario, 15/10/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario