RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
ANTOLOGÍA PERSONAL
de MANUEL SENRA
ESA VOZ HENDIDA POR EL TIEMPO
Sobre ANTOLOGÍA PERSONAL
de MANUEL SENRA
Ediciones MORENO MEJÍAS .EDITORIAL WANCEULEN. Sevilla, 2010
Trajo Manuel Senra de su Arcos
nativo una alforja poética cargada de ilusiones y sobre todo un haz de lo perenne
en poesía: amor, tristeza, dolor, elegía… Allí en la peña dorada de las tardes,
dejando oír las campanas de Santa María y de San Pedro, con otros jóvenes entre
los que estaban Antonio Hernández, José María Velazquez-Gastelu y Manuel
Sánchez Mariscal, al socaire de lo que era el esplendor de Alcaraván, Manuel Senra apareció con el Grupo Liza , que el tiempo y la
vida se encargaría de disolver, pero dejando en él el sabor y la sed insaciable, la poesía que nunca abandonaría, llevando en
ella ecos de los versos de Antonio
Murciano, su maestro primero de sonetos.
Dice su paisano Pedro Sevilla en
el prólogo de Antología Personal “ Manuel
Senra, sea bajo la disciplina del soneto o en verso libre, canta lo que se
pierde –Antonio Machado es otro de sus maestros- , canta el paso del tiempo
…canta a la belleza, que también es tristeza y canta a los poetas…” y esa voz hendida por el tiempo resuena
como un eco de la peña en los sentidos poemas que recoge en esta Antología: poemas
sueltos, galardonados en distintos certámenes, “caballos ganadores de esta carrera de fondo en solitario que es la
poesía..”, dirá también Pedro Sevilla.
El primer poema de esta Antología Personal lleva por título Memoria y está dedicado a Antonio
Machado que “…iba ungido/ con el agua bendita
del desprecio…” dejando “…los patios sevillanos,/ con olor a albahaca
y limonero,…”. Un soneto cumple la elegía del maestro del que “…quiero beber del agua de tu fuente…”,
reconociendo en sus versos su condición
de aprendiz-poeta. Otro hermoso soneto
recuerda a Miguel Hernández, – hay que reconocer en Manuel Senra su condición
de experto sonetista, haciendo honor a su iniciático maestro arcense - , cuyo
segundo terceto es de una gran fuerza: “Te
asesinó el dolor. Te asesinaron./Y con tu vida a tu muerte atada,/¡ay cuántos
versos se tragó la tierra! , siendo este último verso el más desgarrador
lamento, no sólo por su pérdida, sino por lo que significaba para la Poesía…
Ya hemos citado la cualidad
sonetista de Manuel Senra; pero aún a costa de incidir en ello no podemos
eludir citar los Tres Sonetos Elegíacos que obtuvo el Primer Premio en los Juegos
Florales de la Vera Cruz
sevillana y en los que el sentimiento y su humana proximidad dejan en el aire ecos
de la Quinta Palabra de
Julio Mariscal: “ La
Vera Cruz, Señor. Ensangrentado./ Carne,
madera y Dios. Gólgota ardiente./ Grito de redención. Carne paciente./…/ Cuatro
surcos de cielo en tu mirada./ Y un manantial de amor en cada herida.” También en un hermoso soneto canta a ese
factor humano, tan importante en la Semana
Santa sevillana como son los costaleros: “Madera y carne sobre el mismo lado./Cuando se lleva a Dios hay que ir
callado...”
Si formalmente el poeta se
manifiesta en ese formato clásico del soneto, temáticamente lo hace en los
también clásicos parámetros de la poesía, siendo quizás el amor y una cierta
meditación existencial otra característica elemental de su poética. En un soneto dirá del amor: “El amor es prisión, gloria y tormento,/
rosa callada o pajarillo herido…”, en otro hablará del Triunfo del amor : “ En el hondón del alma tengo vida:/ besos de amor
febril y mil canciones…” , mientras dirá en Mujer : “Abro de par en par los párpados y veo/ cómo tu luz me alumbra
por entero. /Y tu presencia brilla en las paredes cuando/ la fuerza de tus
manos enciende las estrellas.” para
terminar el poema Cerrados con estos
dos versos: “ Se miran aún sin verse, se
aprisionan,/ allí cerrados en un largo beso.”
El tiempo, su ineludible tiranía,
es motivo para la queja existencial no exenta de la fina ironía que da la
tierra y sus arcanos: “Sólo el que tiene
el tiempo entre las manos, manda.”, dirá , ante lo que “ el escritor, en su impotencia, es nada:/ la diluida luz que se oscurece./
Pero/ el reloj sigue andando…”, ante lo que dirá: “Hay que vivir, para pasar más tarde./ Hay que reír, para pasar sin
prisa…”, única forma de dilatar el paso del tiempo, una personal forma de
vivir el presente, que en la belleza que Abril descubre es gozo : “ Ay corazón, qué
lejos late el tiempo/ cuando tu voz acerca claridades!”. Mas hay una callada certidumbre en la
finitud pese a los esplendores de la
luz: “…se entierra el tiempo que ya ha
sido:/ una puesta de sol definitiva/…/ Es esa luz , esplendorosa y blanca,/ la
que te ensalza y luego te sepulta/ un día ya sin pájaros ni nubes..” Y esa
certeza, es también la de la presencia del dolor, que pronto se manifiesta
rompiendo felicidades: “Adolescente
todavía. Yo era/ un muchacho cualquiera que vivía feliz entre mis cosas/…/
Nunca sentí dolor, pero aquel día/ noté romperse un grito en mi garganta/…/
Después lo he sentido muchas veces…”.
Y en este ámbito, donde la
existencia se erige en grito lastimero, fe de vida de una angustia y una
búsqueda: “Vengo de andar buscando el mar
a ciegas,/ de haber hurgado en los retratos muertos,/ de las horas de insomnio
y desespero,…”, el poeta se hace “…preguntas sin respuestas…” y en medio de su desgarro personal dice: “ Aquí me tienes,/ esperando tu voz/ en la
visible luz de tu grandeza.”
Una Antología Personal
de un poeta que con el instrumento de la palabra hurga en su propia
intimidad, en los pasadizos subterráneos de su historia, en la honda raíz de su
existencia, en los susurros del silencio de su propia
soledad, intentando buscarse en la verdad de esa voz que vibra en sus
poemas. Una Antología Personal que es una obra compacta, con una unidad que
trasciende de su temática ya que viene de dentro del poeta, de su voz hendida
en el eco de las profundidades del tiempo.
©F.Basallote
Publicado en Papel Literario ,11/10/2010
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