RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
"MATAR A NARCISO" DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN
ACERCA
DE "MATAR A NARCISO" DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN.
EDICIONES
ALFAR, SEVILLA, 2012
ALEJANDRO
PÉREZ GUILLÉN (Benalup-Casas Viejas, 1973), es Licenciado en Filología
Hispánica y trabaja como bibliotecario en su localidad. Ha publicado los
poemarios :Entrevista con la palabra (Ayuntamiento de Benalup,
1997), Sueños de hadas sin hada madrina (Salobreña, Granada, Alhulia,
2003) y Monedas de papel (Cádiz, Diputación, 2006). También el libro
de relatos La otra realidad, (Aladena, 2009). Ha escrito en revistas
de carácter cultural, como columnista y crítico literario.
El mito de Narciso ha
llegado a significar en el mundo actual un estadio de inmadurez permanente
manifestado en una sociedad nihilista y a la vez inmadura, insolidaria y
corrupta, estática en su pose de egoísmo intrascendente y estéril. Y ese
Narciso universal y a la vez individualizado es el que Alejandro Pérez
Guillén decide en su último poemario eliminar. Matar
a Narciso, es una obra de madurez en cuyo prólogo Josefa Parra
dice que "Matar a Narciso es matar es matar esa parte de
nosotros mismos que se recrea con demasía en el propio yo. Es buscar al otro y
buscarse (siendo otro, más alto, más maduro, más vivido)…". Y
es en esa lucha cotidiana de superación poética donde consigue eliminar esas
reminiscencias de mito de la liviandad, volviendo la vista al mundo abierto de
lo cotidiano, como una especie de descubrimiento en la otredad el sentido
verdadero y trascendente de su poética. Tanto es así que afirmando esa mirada a
lo circundante comienza por su propia raíz en la tierra y en la historia: “En
la prehistoria del hombre,/ en los hogares de la cueva/ el sueño de la tiza/
duerme fiel bajo el fuego de la piedra./…/Allí en la historia de un pueblo/late
la poesía/ como un corazón en silencio.” . Y se detiene en el
paisaje, no como apropiación estética, sino como espacio común: “…/En otoño
el río Ubrique es/ una mancha de sombras empapadas/ que todavía el sol no ha
conquistado,/ errante hilo de sangre/ que da vida al paisaje,…”; “Las nubes
rodean las rocas/ a modo de visera/ para que no nos ciegue el sol/ y puedan
escuchar con nitidez/ las conversaciones del río.”. El poeta sale de
sí mismo, se funde con el paisaje y de alguna manera en la metáfora
explica su cambio: “Las palmeras vigilan la serpiente/ de alquitrán que
dispuesta/ corre a mudar la piel/ en el cauce del río.” . Hay como
una especie de comunión con el medio, en el que el levante, ese viento tan
común en su tierra está presente: “Corazón de levante./ Con su arena la
playa/ me abraza el cuerpo.”.
Y hay una
manifestación del cambio, que recurre al tiempo pasado como recurso de
verificación: “Soy un grito en la garganta/ que se muerde la memoria/ y se
escucha en la distancia/ como un eco de otra época./…”, aunque siempre
quede el recuerdo: “…las ondas van y vienen,/ borran mis pasos,/ mas
siempre queda la memoria,/…”. Sin embargo triunfa la cotidianidad,
la constancia del instante: “Ahora mismo regreso al presente./Salgo a la
calle y siento el olor de la vida…” y todo se hace repique de campanas, “balada
del balón en la alameda”,la lluvia haciendo caligrafía en el suelo,
“ el gris cansancio del camino…”, elementalidad cotidiana . Y en esa
elementalidad es parte principal el amor, porque “El presupuesto de
un corazón solo/admite dos actores…” y uno de ellos dice:”Escucha,
mujer, el amable canto/ de un beso muerto de sed en tus labios…” y llega a
escribir la hermosa metáfora: “Los cráteres de fresa de tus senos/ cabalgan
sobre el lomo blanco de unos versos…”. Ha muerto Narciso
©F.Basallote
Publicado en Papel-Literario,
25/06/2012
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