RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
LA
CASA QUE
HABITASTE de JORGE DE ARCO
QUEDA SU MÚSICA
Sobre LA
CASA QUE HABITASTE de JORGE DE ARCO
PREMIO INTERNACIONAL SAN JUAN DE LA CRUZ, 2009
ED. RIALP. MADRID, 2009.
Jorge
de Arco (Madrid, 1969) es Licenciado en Filología Alemana y Profesor universitario. Ha publicado, Las
imágenes invertidas, Lenguaje de la culpa (Premio Ciudad de Alcalá),
De fiebres y desiertos, (Premio
Comunidad de Madrid de Arte Joven), La
constancia del agua, La casa que
habitaste, (Premio Internacional de Poesía “San Juan de la Cruz”, 2009).En 2010 publicó
su primer libro de poesía infantil y juvenil, Con el balón en juego
(Hiperión. Col. Ajonjolí. Madrid, 2010). Está incluido en diferentes antologías
como La voz y la escritura, Un siglo de sonetos y Los 33 de
radio 3, Los jueves poéticos, etc. Ha traducido poesía alemana,
inglesa e italiana. Ejerce la crítica literaria en muy diversos medios. Es
Director de la Revista
Poética Piedra del Molino. Es Hijo Adoptivo de
Fontiveros, tierra natal de San Juan de la Cruz. Define su poética diciendo que “… la poesía me ha acompañado con rigurosa fidelidad. Más fiable, si
cabe, que un amigo o una amante, ha ido perfilando mi condición humana con la
plena confianza de que su poder sugeridor, su reveladora esencia, puede
convertir en virtud cualquier amarga experiencia, cualquier ingrata realidad.
La casa que
habitaste, premio Internacional de Poesía «San Juan de la Cruz» 2009,es según Gonzalo Santorja, miembro de su
jurado:”… un libro sanjuanista y contiene
muchísima emoción y verdad y también un ritmo muy cauto que a veces se disimula
pero que al final de los poemas golpea como un aldabón.”, aunque no sólo de San Juan
se notan influencias, hay algunas claramente manifiestas. En realidad, emoción
y ritmo, constituyen el soporte poético
del poemario, provocados la primera por
la intensidad existencial que
sabiamente imprime a un verso fluido, de léxico riquísimo, con
voces recuperadas que a algunos nos
sugieren tiempos y espacios olvidados, y el segundo estructurado físicamente en
la indeformable malla del endecasílabo y el heptasílabo, consiguiendo un
melodioso efecto musical.
Aunque la insistente presencia de un intenso
sentido existencial que invierte la memoria en la otra cara del espejo, no
puede ocultar en su honda verdad claros vestigios de nostalgia, de una
nostalgia espacio-temporal y de una nostalgia íntima, en la que se lee casa con
las letras puras de su sentido exacto, en las que se lee espacio con la fuerte
entereza de la raíz, en la que se lee tiempo con las manecillas de un reloj de
eternidades, y en la que se lee amor con la pureza de la entrega y se lee ausencia en las dolorosas saetas de
soledad y silencio.
Su estructura dividida
en cuatro partes, de tan profundo sentido existencial, confiere al
poemario una intensidad modulada del tiempo que la
hacen asimilable a una especie de sinfonía poética, a veces con cierto
patetismo que va más allá de la propia función de la memoria. Estas cuatro partes son: Lo que fuera tuyo, Haber vivido tanto, La luz sedienta y Coda. Y si
tomamos el símil musical no cabe duda que Lo
que fuera tuyo es un Adagio en el
que la memoria en un lento proceso de retorno
se hace presente: “Regresas hoy a
lo que fuera tuyo/…/ al río extenuado de esta casa./…/ Han pasado los años y
las sombras/…/ Giras el pomo y arden/ los ojos y los labios/ al cruzar las
heridas de una puerta silente/…” , y esa es una presencia lacerante : “Ahogas una lágrima –o un grito-/ de
ausencia en la garganta/…” , en ella
“Resbala
el alba/ por tu melancolía y amaneces/ con un puñado / de soledades rotas/…” y vive lo perdido regresando en el tiempo : “…y atrasa el corazón cuando memoras/
la albórbola irredenta de los pájaros, /
el olor de la harina molinera,…”, al fin y al cabo los instantes de la
dicha que se fue y que en esta casa se hace dolorosa
herida: “ Y nada duele tanto/ como la
certitud de tantas soledades/ aún por recorrer,…”. La segunda parte Haber vivido tanto, es un tiempo Largo,
es una especie de ajuste de
cuentas con el recuerdo: “ …Pues lo
vivido –aire de otro tiempo-,/ reposa quedamente en las uñas garfiadas del
ayer,/ muriendo a cada instante que alargamos –esclavos- la memoria./…”, que
se hace , a veces, de intenso patetismo:
: “…Cuando la dicha última se aferra al
corazón/ y canta;/ y leve/ derrama sus adioses, su temblor de luna blanca y
rota…” . Y pese al “…
gozo bendecido de la carne,/ la amargura indecible, el odio cincelado en las
orillas/ el pájaro del alba ”, se
suceden “…heridas enlutadas con saliva
sombría y lacerante,/efímeras batallas/ en los confines de la ausencia…” . Y
en ese largo ajuste con la memoria reincide el tiempo primero con su luz aún encendida: “ Mi infancia tuvo almenas/ desde donde
poder ver paraísos/…”, para lamentarse profundamente: “ …Nos/ han/ robado/ el añil mas remoto de los ojos…” y llegar a decir como quien conserva el último
tesoro: “ Guardamos poco más que la
limosna/ de los recuerdos, ínfimas esquirlas /…”. En el tercer tiempo, que es el tiempo del
amor, el tiempo en que habitó en esa casa escindida de la memoria, es un Tempo Vivace, un Scherzo de intensidades en el que la música de los cuerpos los hace
vibrar : “Crepitan esta noche entre mis
manos/ la luz sedienta,/ el verbo amante, la desnuda madeja de tu cuerpo…” ; pero la memoria devuelve dolorosamente las
palabras que “…golpean / los resquicios
del alma,/…/ “Mi corazón ya late en otra casa”/” , el amante dirá :”…Antes que llegue el alba te habrás ido/ y
el llanto impenitente/ entre los labios y el alcohol amargo/ será huésped…” . Queda
sólo el lacerante recuerdo, su viva llaga:
“Fue tu boca de abriles,/ el
milagro solar de tu cintura…”, en versos que nos traen reminiscencias del
Julio Mariscal de Poemas de Ausencia, como
“
Anclado en el amargo/ verbo de este Noviembre y su acedura,/ mientras la luz
morada del otoño/ se hace cristal, aliento, madrugada,…” y que el verso de
José Hierro acentúa : “Tu boca resucito en esta hora en que/ el aguardiente tiene sabor a nunca más.”.
El tiempo final, Coda, es un Tempo Grave, en el que la música se desliza quedamente entre
los resquicios de una casa en la que “
Dentro, el humo / del tiempo que ya fue, se va posando/…” una casa que es
solo : “...un muro/ de cal y niebla,/…/
por donde, al aire de su larga cola,/ pasea, diosa insomne,/ la lagartija de la
soledad”
Acertado poemario en
el que introduce en la denominada Poética de la Memoria una interesante
variación ontológica, la memoria no es un instrumento del alma para revivir
emociones y vivencias, en este poemario Jorge de Arco convierte la memoria
en esencia vital, “ una casa/ por habitar…/…/el eco lastimado/ de unas pisadas ...”.
©F. Basallote
Publicado en Papel-Literario ,5/10/2011
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