RESEÑAS
DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
RESURRECCIONES
de JOSE DE MARÍA ROMERO
A propósito de RESURRECCIONES
de JOSE DE MARÍA ROMERO
Ed. Biblioteca de Aguilar.
Aguilar de la Frontera,
2011.
José de María Romero (Aguilar
de la Frontera,
1972) es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de
Sevilla, ciudad donde reside y ejerce la docencia . Resurrecciones es su primer libro de
poesía. Es autor, además, de una novela corta, Hilados Coreografiados, y
una colección de cuentos Otros, los más y
otros, aún inéditos. En 2010
fue finalista del Premio Revista Eñe de Literatura Móvil.
Los
que hemos tenido la suerte de abrir al espejo de estas páginas más de una opera
prima, no dejamos de sentir en nuestras manos el pálpito de paloma que
estrena su primer vuelo o el estallido del corazón cuando hemos palpado la
tinta fresca de nuestro primer libro de poesía. Y eso es lo que nos produce
estas Resurrecciones , emociones
encontradas al filo de sus versos, que no forman parte de una opera
prima cualquiera pues aparece con una masa poética tan definida , tan bien
equilibrada de emociones y sensaciones, con la dosis adecuada de conceptos y
recursos y en un acertado uso del
lenguaje, rico en metáforas, y con un ritmo profundo de una música bien
ensayada al pie mismo del escenario de
la vida que le da a este poemario una madurez bien trabajada, conseguida en el
duro batallar con las palabras y sobre todo con ese destello personal e
intransferible que encierra el corazón
de un auténtico poeta. Opera prima , si, ma non troppo .
Para José
de María Romero “…la belleza es un hecho irrepetible. O mejor, es algo bello porque es
irrepetible. Y es esa cualidad única la que perpetúa en la memoria, en una
imagen inmutable, a la que mis palabras acuden en busca de consuelo”, y ese suceso único, o mejor dicho la sucesión
de sucesos similares, cada uno de ellos dotado de su unicidad inmutable pero
finita, es lo que constituye la esencia de este libro, de ahí la denominación
en plural, de ese infinitesimal de instantes que en su belleza llevan la
simiente de su fin y de un nuevo y constante principio. En realidad no hace
sino reconstruir la historia de la belleza instantánea de una forma ontológica
en la que cada uno de ellos es la resurrección del anterior. Ello exige que el poeta recurra a una especie
de agenda narrativa, en la que hace de los sucesos una relación cotidiana,
estableciendo dentro de su aproximación al detalle, propio del minimalismo, una
clara poesía de lo cotidiano, en el sentido en que el argentino Pablo Anadón define la poesía de la
cotidianidad como “el intento de extraer
un poco de materia luminosa incluso de la más compacta opacidad.”. Y eso es
lo que hace José de María Romero en
Resurrecciones: extraer de los sucesos la luz de sus instantes, su belleza irrepetible.
Dividido
el libro en dos partes: Dos y Uno, por este orden, que en cierta
manera indican esa tendencia del poeta a lo consecutivo, factor esencial en la
memoria de lo cotidiano, en la narración sucesiva. Así nos hablará que “Leía a Ferrater en trenes que encuentran / a otros trenes a su
paso,…” y poco después recordará un invierno y un suceso trivial aparentemente: “…Tu madre me había dado/ un par de guantes,
algo de café/ para ti….”, pero que instalado en el poema adquiere una
categoría emocional, sobre todo cuando se construye con la materia del
recuerdo. Como así ocurre en ese rasgo propio de lo cotidiano de la toma de
decisiones en busca de la felicidad: “Que
también tengo derecho, pensé,/ a ser feliz, así que compré aquel/ billete y fui
adonde tú estabas…”. En esta sucesión
está a veces con una intensidad inmensa la emoción recordada, la memoria
de aquello que pudo ser: “…Hubieras
descendido aún más/ para acercarte a lo que fuiste,/ a esos ojos que aún no te
conocían,/ y quedarte en silencio, cubierto de palabras.” , “ De esta traducción del recuerdo,/ este
océano, el silencio/ que convoco para estar aún más cerca/ de este deseo./ De
esta traición.” , o la de lo que
fue, invocado en lo lacerante: “…De ahí/
que tu mirada y tus abrazos/ vuelvan hoy junto a estas palabras, pendientes de
un dolor…”. Para llegar a decir en
algún momento: “…Y en cuanto a la
felicidad,/ la dejaremos inconclusa, fuera/ del paréntesis./ La muy puta.”. Y este pequeño poema, hondo como una herida
sin cerrar: “ La tristeza de hoy./ Aún
mejor. Su recuerdo.”
Hay
instantes en los que la belleza detenida al modo de un haiku ilumina el
poemario: “ Azucena y cristal/ alivian el
aire./ Silencio sobre terciopelo.”
o “ De la luz, por último,que/ inicia su vuelo desde los plátanos, …”, Instantes,
a veces, incrustados en un largo poema descriptivo : “ A veces hago a pie/ el camino que va del puente/ del Alamillo a casa.
Todavía/ se puede hacer. Aún no hace frío./ Las tardes son largas …/…/…La otra
tarde, por ejemplo, el/ cielo era de color rojo y el río/ parecía derramarse /
en todas direcciones…” . Tiempo
detenido en imágenes precisas, sugerentes, cargadas de plasticidad: “El
grafito del lápiz/ sobre el blanco rectángulo,/ un cuervo se posa/ sobre un
coche cubierto por la nieve.” .
Hay
en el libro una cierta reminiscencia culturalista no, desde luego, de pose,
sino necesaria en la corriente narrativa en la que nos sumerge el poeta. Así
las ciudades, sus monumentos, aparecen en algún poema con una presencia
voluntariamente elegida como testimonio de algo más trascendente: “ Habías nombrado las escenas/ en los
medallones del Arco de Constantino,/ el paisaje infinito de arcadas, en las
Termas/….”, “…La sensación de anonimia absoluta/ al abandonar el hotel/
Terminus y subir Stationsgata/ hasta llegar al parque Santa Klara/…”, “…Habíamos visitado la isla/ junto a la
ciudad sólo para ver/ el mar…/…/ Parece que hubiera campanarios en el agua….” .
Asimismo una constante referencia a la lectura, con un interés determinado
de fijar las coordenadas estéticas del poemario: “ Leía a
Ferrater…”, “…Anoche,/ frente a un párrafo de Virginia Woolf.”, “Ayer me compré, por ejemplo, una traducción
/ de “El Mundo como Voluntad y Representación”/ de Shopenhauer…”, “ Una novela
gráfica/ de Hugo Pratt que me ha gustado, y/ me ha recordado los días de
Venecia:/ Fábula de Venecia…”.
Un
sentimiento prevalece en el poemario, una especie de desolación tras la
búsqueda cotidiana, hallazgo veces tan
próximo que le hace exclamar: “…Felicidad
/ que siempre está a punto de suceder,/ puta que siempre pertenece a otros/ a cambio de unos versos.”. Y averiguamos que busca en el laberinto por el que siempre se han perdido
todos los poetas, el de la inabarcable Poesía, la dama veleidosa que no
obstante en estas Resurrecciones nos
permite descubrir a un poeta, nada más y nada menos que un Poeta.
©F.Basallote
Publicado en Papel-Literario, 20/09/2011
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