DON DE LA
INSTANTANEIDAD
Junto al amor y la memoria, de alguna manera entrelazados a él,
el paso del tiempo es una de las constantes en la Poesía. Desde siempre han
cantado los poetas la fugacidad del tiempo. El “tempus fugit” cuya expresión
aparece por primera vez en los escritos de las Geórgicas, de Virgilio: «Sed fugit
interea fugit irreparabile tempus».o sea: "Pero entre tanto huye, huye irreparable el
tiempo…” , «Tempus
fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra». “El tiempo vuela,
como las nubes, como las naves, como las sombras”. se lee en numerosos
relojes de sol antiguos…
“Recuerde
el alma dormida, /avive el seso y despierte/contemplando/cómo se pasa la
vida,/cómo se viene la muerte/tan callando,…” nos dirá Jorge Manrique, en la elegía a la muerte de su padre, el Maestre de Santiago. Y Quevedo en sus sonetos incidirá
en dicha brevedad: “El tiempo,
que ni vuelve ni tropieza,/en horas fugitivas la devana;/y, en errado anhelar,
siempre tirana,/la Fortuna
fatiga su flaqueza.”
Ante ese fluir del tiempo, Horacio dirá en sus Odas: “Carpe diem quam minimum credula postero”,"Aprovecha el día, no confíes en mañana". Para el problema
irremediable no existe otra solución que aprovechar el tiempo como sea… Aunque lo verdaderamente necesario, sería
detener ese paso implacable… Así Goethe, en el gozo del instante llegó a pedir:
¡Detente, instante! ¡Eres tan hermoso! y
otro poeta, distante en el tiempo y en espacio, el mexicano José Emilio Pacheco
llegará a decir: “Minuto, enigma
irrepetible”
Mas ese prodigio, sólo puede ocurrir por obra del arte y en una cierta forma de literatura, ellos
son los poseedores de este don de la
instantaneidad: El Arte y el Haiku.
El arte ha conseguido detener el ritmo implacable del tiempo, puesto ¿qué es la
belleza del Estanque de Giverni, sino la presencia de unos lotos
detenidos en la magia de Monet, o la
eterna sonrisa de la Gioconda, o ese dolor
hecho rictus de mármol en el Laoconte?
Con una
modestia propia del zen, alguien como Bashoo, un monje budista japonés en el
siglo XVII, lograría hacer en la literatura lo mismo que la pintura o la
escultura… detener el tiempo en el instante mismo, lograr con un pequeño poema
de diecisiete sílabas una expresión casi plástica de lo que sucede, el haiku es
la instantánea escrita…Para Bashoo: ``Haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este
momento.'' Algunos de sus poemas son una especie de satori o iluminación por la que penetramos en
la vida de las cosas, esta iluminación está presente en el más conocido de los
haiku de Bashoo:
“Un viejo estanque,
se zambulle una rana;
/ruido
en el agua”
En él,
el estallido del salto de la rana es el deslumbramiento en ese universo
estático que es el viejo estanque, sin medida ya del tiempo; pero el salto de
la rana rompe esa quietud y estalla el resplandor del salto, el ruido, el
instante en que el universo explosiona… Esa cualidad de detener el tiempo, la
conserva el haiku, que cuando va acompañado
en su ejecución con una acuarela,
como hicieron muchos haijines se consigue en un haiga , es decir un haiku ilustrado. O sea la conjunción de las dos artes que
tienen el Don de la Instantaneidad.
FRANCISCO BASALLOTE
La propia vida, ¿acaso no es más que una sucesión de instantes enlazados?
ResponderEliminarLa propia vida, es solo un instante.
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