POETAS ANDALUCES EN LA MEMORIA
María de los Reyes Fuentes
Poetisa andaluza
contemporánea. ( Sevilla en 1927.2010). En esta ciudad ha vivido siempre.
Funcionaria de la Administración local. Cursó estudios de Derecho en la
Universidad de Sevilla.
Fundó y dirigió durante
varios años la Revista de poesía y arte "Ixbiliah", y la colección
literaria del mismo título, en la que se publicaron dos novelas, varios títulos
de poesía y uno de ensayo. El poemario "Miserere", de José Luis Prado
Nogueira, publicado en esta serie, fue galardonado con el Premio Nacional de
Literatura. Apareció también, en la misma colección, la antología
"Sevilla", de Juan Ramón Jiménez.
María de los Reyes
Fuentes ha obtenido importantes premios literarios ("Ciudad de
Barcelona", Accésit del Premio Nacional de Literatura, "Ciudad de
Sevilla", etc.), está en posesión de prestigiosos nombramientos académicos
(miembro de The International Academy of Poets, de Cambrigde, Inglaterra;
correspondiente en Sevilla de la Real Academia de Córdoba, de la de San Telmo
de Málaga, de la Hispanoamericana de Cádiz, Delegada para España de la
Biblioteca Internazionale di Poesía Contemporánea de Lecce, Italia, etc.). Su
nombre figura en antologías, diccionarios e historias de la literatura. Ha dado
conferencias sobre diversos temas en numerosas instituciones culturales y
participado en congresos y actividades poéticas nacionales e internacionales.
Entre otros críticos,
se han ocupado de su obra Francisco López Estrada, Luis Jiménez Martos, Carlos
Murciano, Rafael Morales, Rafael Laffón, Emilio Miró y Guillermo Diaz-Plaja.
María de los Reyes
Fuentes ha sido bien explícita en lo que se refiere al posible compromiso del
poeta: "Siempre entendí que poesía
comprometida, social o trascendente -según las variantes en que se quieran
delimitar los cantos más o menos generales- no podía ser sino el poema de cada
verdad, cada dolor, cada gozo de particular motivo; una autenticidad de
expresión no ordenada por nadie para alguien, no impuesta ni decretada, sino
ofrecida con el entrañable distintivo de lo propio, de lo personal que –curiosamente
es lo más cercano a lo común". Con no menos claridad expone en el
mismo texto lo que ella considera función del poeta y función de la poesía: "...el poeta es, quien no sólo ha de
traducir los acontecimientos -interiores o exteriores- de la humanidad, sino
que su oración y su ofrenda han de elevarse a grados de norma, exigencia,
disciplina, con ese rigor inevitable para distinguir su palabra de la de los
otros seres".
María de los Reyes
Fuentes es poetisa de gran riqueza métrica, adecuando la forma a las
necesidades expresivas de cada poema o libro concreto. Emplea desde el verso
libre, de larga y ancha andadura ("Elegías del Uad-El-Kebir"), la
sobriedad de endecasílabos y heptasílabos combinados ("Acrópolis del
Testimonio") hasta la grácil seguidilla, el soneto en alejandrinos y otras
formas clásicas ( "Aire de amor"), aunque su poesía ha sufrido una
natural evolución con el paso de los años, destacaríamos en ella su profundo
humanismo, la preocupación por el otro. En esta autora la elegía -pues
de una poetisa fundamentalmente elegiaca se trata- no está reñida con la
esperanza. Se configura, as!, una cosmovísión muy personal, en la que se expone
el drama de la soledad del hombre, de su convivencia necesaria, enturbiada por
la usura, la envidia y la injusticia, que Reyes Fuentes denuncia enérgicamente.
Libros de poesía. Actitudes
(Argensola, Huesca, 1957); De mí hasta el hombre (Caleta, Cádiz,
1958); Sonetos del corazón adelante (Alcaraván, Arcos de la Frontera,
1960); Elegías de Uad-el-Kebir (Sevilla, 1961); Romances de la miel
en los labios (La Muestra, Sevilla, 1962); Elegías tartessias (Marina,
Orense, 1964); Oración de la verdad (La Venencia, Jerez de la Frontera,
1964); Acrópolis del testimonio (Sevilla, 1966)-, Concierto para la
Sierra de Ronda (El Guadalhorce, Málaga, 1967); Pozo de Jacob (Sevilla,
1962); Motivos para un anfiteatro (Editora Nacional, Madrid, 1970); Fabulilla
del diamante salvado (Málaga, Excmo. Ayuntamiento); Misión de la
Palabra. Antología (Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Col.
"El libro de bolsillo", Sevilla, 1972); Apuntes para la
composición de un (Irama (Sevilla, Angaro, 1975); Aire de Amor (Madrid,
Adonais, 1977).
Columnas Rotas
Cuánto se ha roto, Dios.
Tú que lo sabes,
dime por qué se agrietan las columnas,
se pudren los cimientos,
se desploma el palacio
donde pusimos oro, plata, bronce,
cerámica, cristal, flores y fuentes,
con el primor, la entrega
de eternidades casi.
Tú que lo sabes,
dime por qué se agrietan las columnas,
se pudren los cimientos,
se desploma el palacio
donde pusimos oro, plata, bronce,
cerámica, cristal, flores y fuentes,
con el primor, la entrega
de eternidades casi.
Cuánto se ha roto. Mira
por dónde los pedazos, ese polvo
que levantan las casas derribadas,
las carreras salvajes
de potros que se pierden a lo lejos,
por horizontes en que el viento llora
quién sabe qué desvíos.
por dónde los pedazos, ese polvo
que levantan las casas derribadas,
las carreras salvajes
de potros que se pierden a lo lejos,
por horizontes en que el viento llora
quién sabe qué desvíos.
Cuánto se ha roto, Tú.
Respóndeme qué pasa
si sólo quedan puentes destrozados,
descabaladas torres,
castillos en la hoguera de los sueños.
Respóndeme qué pasa
si sólo quedan puentes destrozados,
descabaladas torres,
castillos en la hoguera de los sueños.
Por estas avenidas
donde pasaran toros, huracanes,
se erigieran estatuas
conmemorando esas
invasiones solemnes,
yo sobre las ruinas te pregunto
qué fue del templo aquél, de aquella roca
donde esculpí mi grito.
donde pasaran toros, huracanes,
se erigieran estatuas
conmemorando esas
invasiones solemnes,
yo sobre las ruinas te pregunto
qué fue del templo aquél, de aquella roca
donde esculpí mi grito.
Poema Del Río
El río es como un brazo de justiciacon su sentencia al fin: el tránsito, el ejemplo.
Y en todos los rincones de la tierra
brotan los ríos y los hombres, que fluyen, y discurren,
que abocan en su mar tan sentenciado,
definitiva fuente donde hundirse
con el desgarramiento de la huida.
Que el hombre, como el río, es un curso, una fuga,
un arrepentimiento, que primero avasalla
y se agazapa a veces, pero sigue adelante,
en la inútil carrera del minuto a minuto.
Los hombres o los ríos, disparados,
van hacia la constancia de un camino
que les lime las rocas
y les haga contornos de dulzura.
Se desvían sus fuerzas
y hacen marca distinta a la soñada,
la que pudo haber sido pero que se resiste
y allí en la resistencia abandonamos,
o golpeamos mucho,
como pasión segura de todas las razones,
o se deja lamida,
con nuestro gusto, así, para que sepa
al testimonio fiel de última instancia.
Y el río es como un trámite vigente,
y un hombre es como un río,
de la raíz del tiempo al polen más alado,
de raíz de raíces, de la sorpresa al mar.
Hay ríos muy pequeños y sin lucha,
que llevan la paciencia de enarbolar silencios
sin leyenda o razón que atribuirse.
Y hay ríos que son grandes,
como este que discurre a mi costado
y que lo sé común a tanta entraña,
con brazos extendidos de ambición o de ensueño,
con ansias de domar a las hirientes peñas,
con virtud de caricia si por el tierno valle,
bebiéndose el tesoro de toda Andalucía,
trazando la gran rúbrica por este Sur de España,
mientras que salta el aire de una sierra a otra sierra
pero él sigue y persigue por su fluida columna
que busca la sentencia del Océano,
la meta irremediable
de donde han de brotar, ay sí, las nuevas aguas,
porque el río delata su parecido al hombre,
Y se hace la justicia de su curso,
su curso por la tierra, por la historia,
y no hay mutilación que nos lo niegue.
Flores Tardías
Vienen sus llamas cuando ya no somosmateria combustible de esos fuegos.
Un viento las sacude, ya qué tarde
para descomponer la arquitectura
de piedra, en la que un día ?cuanto tiempo?
convirtieron la dúctil, blanda casa
donde quisimos alojar su entonces
nada inflamable corazón llamando.
Frígidos seres, con angustia y solos,
nuestro calor pidiendo mas negándose
a compartir la pira, el holocausto
donde el amor se ofrece. Que tardaban
en irse, porque hacían como un curso
de precalentamiento en que iniciarse
hacia la hoguera, el rito de vivirse
con esa incandescencia en que nos vieron.
Siglos hará de que nos convertían
llamaradas en roca; qué dureza,
tras la ceniza, nuestro ser tomando.
Granito somos cuando reaparecen
reveladores de voraz incendio,
de la necesidad y la belleza
de arder como ya entonces nos quemamos.
Viejos planetas, sí, donde los soles
pasan lejanamente por nosotros,
nada podemos ofrecer ahora
tras la tardía fundición de quienes
inoportunamente nos descubren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario