Ya la
túnica del Paraíso
En la
ciudad vedada.
Una
mano de sol,
casi
piel o sombra nuestra,
serpiente
o nube de magia
que se
esconde y aparece
en
juego de niño
entre
el corazón y la cal.
Besa al
jazmín
entre
la grieta azul
y la
bóveda engalanada de verdor
que
orlan tu frente,
altivo
manantial de rosas,
mientras
el tiempo marca
los pasos de un reloj
cuyas
saetas
detienen
esta luz
el
único instante,
el del
espejo,
donde
se escribe lo volátil,
la
efímera constancia de la dicha.
©F.Basallote.
FRAGMENTOS Y TASA DE DESTRUCCIÓN. 1991
LA MEMORIA
La
memoria es a veces
mariposa acostumbrada.
Liba su
polen nutricio
en los
hitos emocionados
que en
una esquina
o un
crepúsculo,
un jardín,
una ciudad,
un
verso o una música
hemos
ido dejando.
©F.Basallote.
FRAGMENTOS Y TASA DE DESTRUCCIÓN. 1991
EXTRAÑO
EN EL PARAÍSO
Tu
índice, o tu corazón,
o tal
vez ambos,
señala
sobre la verde nervadura
el
fuego
izado
en alta y roja crestería.
Abajo,
en
lecho de azahar,
repta
la dicha,
anudando
este tiempo
a la
memoria
por si
el destino
o
cualquiera de sus soplos
osara
la destrucción
de esta
cúpula iluminada.
Tensos
de dulzura,
los
rígidos arbotantes
transmite
con firmeza
a la
ardiente cima
el
temblor del Paraíso.
como
savia
o río
o
escala de fulgor.
Mas,
aunque
se extasíe
tu
índice, ebrio de nubes,
recuerda
tu proscrita condición
de
extraño.
©F.Basallote.
FRAGMENTOS Y TASA DE DESTRUCCIÓN. 1991