miércoles, 2 de octubre de 2013

ARTÍCULOS. EN EL JARDÍN MÍSTICO.















EN EL JARDÍN MÍSTICO


La Poesía Mística tiene hoy día bastante vitalidad, aunque a decir verdad limitada a poetas que sin estar anquilosados en el pasado;  trasladan  las vías de acercamiento a la divinidad  a la literatura actual,  conservando,  con savia y vitalidad propias una poesía que no desmerece de su larga tradición. El término mística procede del verbo griego, "muein", que significa "cerrar"; hace referencia a algo oculto, secreto. Mística, pues, etimológicamente, sugiere la vida espiritual secreta, íntima, no ordinaria.   La pervivencia de este género, en el espacio particular de la literatura de signo espiritual, se hace realidad hoy en la producción de varios autores.
 Existe en el ámbito de la literatura española un Certamen que ha cumplido tres decenas de convocatorias y que a su calor ha consolidado un destacado número de poetas que han escrito con verdadero acierto una poesía mística de nuestro tiempo. Se trata del Premio Mundial de Poesía Fernando Rielo, convocado anualmente en Madrid y fallado en Roma y del que mencionaremos  a un ganador, Francisco Mena Cantero, que lo fue del XX Certamen con su obra Esta fe que nos lleva y a  Estrella Bello, que obtuvo Mención de Honor en la   XXVII edición por Atormentada luz. Hay además, muchos poetas que se acercan a esta poesía con las mejores armas de su poética, y en general, utilizando la estructura poética por antonomasia, el soneto, tal cual hiciera en los años cincuenta del pasado siglo Julio Mariscal, con aquel hondo poemario en sonetos,  Quinta Palabra,  en el que el poeta dirá: “Así es como te quiero. Así, Dios mío:/ con el dogal de “Hombre” a la garganta./...”   .Entre estos poetas destacamos a Enrique Barrero, hábil sonetista que con una concepción muy particular de esta poesía logra un bello poemario en  Liturgia de la voz abandonada.
En Esta fe que nos lleva,  Francisco Mena Cantero ,(Ciudad Real, 1934), nos sumerge en una obra , de profundidad y de luz, de musicalidad y ritmo, de pureza formal y limpieza absoluta del fondo, donde nítida luce la razón de su aventura y la búsqueda de esa verdad tras la que a lo largo de su intensa obra ha sido   su vocación y designio, no sólo manifestación sino invocación, no sólo cotidianeidad sino transparencia, no sólo rito sino trascendencia: “…Tu conoces, Señor. Sabes que es mío/ este río de gozo y de tristeza./ Es alma que en silencio escucha y reza/ porque yo soy de Ti un escalofrío./…”y acentúa su voz para definir su clave personal: Darle nombre a una cosa/ es crearla otra vez, una manera/ de otorgarle la vida/…/ ..somos/ hijos del Dios de la palabra/ y de su misma estirpe,/…”. Todo ello con el cuidado uso de las formas clásicas, con su recurso a la elementalidad de las cosas, con diversidad de fuentes de las que siempre mana agua clara, urde en su sencillez la trama de un emocionante universo de riquezas múltiples, luminosamente decidido a esa trascendencia que si bien ha sido patente en toda su obra, aquí es claramente manifiesta.  Como sucede en otro libro reciente del mismo autor, que pone de relieve que en su poética hay una constante de misticismo. Nos referimos a El pájaro y su vuelo, humilde y callada avecilla que emprende un alto vuelo y   nos abre de un modo sutil el complejo mundo de su poética.  Y en el vuelo de ese pájaro que   se abre en “claridad que apenas nos incendia/en rescoldo de tiempo, no de fuego/..” y que permanece ya que “Nada se extingue y nada se destruye,/…/ La eternidad …Es algo/ que con su mano toca / el lento atardecer, …”.
Por eso “…las cosas/…/ llevan en su trasluz/ la infinita belleza/ que las encela a un Dios/ cuyo oficio es la vida y no la muerte.”

Con Atormentada luz,   Estrella Bello    pasa  a engrosar esa lista de la Fundación Rielo que contiene lo mejor de la poesía mística escrita en nuestra lengua en los últimos decenios.   Constante mística del abandono que en la segunda parte se hace realidad en el jardín de la noche, que “ sabe a musgo enamorado / y a concha matutina de lucero…”, donde encuentra al amado: “Estás aquí, Señor,/ latiendo entre la arena…”,  manifestándose en la belleza del mundo: “ Sembrado está mi huerto de amapolas,/ tulipanes, claveles, nomeolvides,/ y rosas…”, “…Espigas y racimos consagrados…”,  “,,,Hay alas golpeando entre las nubes/ guirnaldas de alhelíes…” , un mundo que es el espejo del jardín místico : “ como un nuevo jardín de las Hespérides…” en el que la música pone el colofón de lo excelso: “ La música de Bach en las alturas/ y tu nombre, Señor, entre las bóvedas…” .Sin salir de este esquema, antes bien redondeándolo poéticamente, demuestra Estrella Bello su alta calidad de sonetista: “ Y otra vez esta cruz que se levanta/ como lirio morado de la tarde,/ como rosa doliente donde aguarde,/ el dolor que te asfixia y se agiganta…”,

En Liturgia de la voz abandonada, Enrique Barrero (Sevilla, 1969), a diferencia de tantos sonetistas místicos desde Góngora a Unamuno en los que hay una especie de verticalidad de relación de hombre a Dios, se nos manifiesta humanamente horizontal en el diálogo con ese Dios cercano, al estilo profundamente humano: “…porque me asola/ como al mar el murmullo de una ola/ este viejo cansancio de ser hombre.” . Y hay en estos sonetos un diálogo del poeta con su Dios, cuyo nombre deletrea “…lentamente/ como el agua escondida de una fuente/..” y en su busca “… Nado en pos de la luz, contracorriente/..” y se pregunta: “¿Cuándo solos Tu y yo?...” Hay también una conformidad en los designios : “ Tu quisiste que fuera quien he sido..”, que es abandono de sí, y para el que pide ayuda: “De entre todas las dádivas te pido/ la callada virtud de la paciencia/…”. Y hay una hermosa invitación: “Vente conmigo aquí, al Sur que habito/ -Señor de los sedientos olivares-/…” que una vez más nos trae a la memoria los versos del Julio Mariscal de “Quinta Palabra” : “La artesa y el olivo; el hormiguero/ de afanes por la yunta o el verano..”

En este espacio silencioso,  como una especie de jardín místico, se escribe una poesía tan sincera  y tan pretendidamente trascendente  que no cabe duda que en el callado diálogo del poeta místico, se establece una honda liturgia íntima, una celebración misteriosa que sólo el puede comprender y nosotros acatar.

F.Basallote










TEXTOS
Francisco Mena. Esta fe que nos lleva . Fundación Fernando Rielo. Madrid, 2002
Francisco Mena. El pájaro y su vuelo. Los Cuadernos de Sandua. Córdoba,2008
Estrella Bello . Atormentada luz. Fundación Fernando Rielo.  Madrid, 2009
Enrique Barrero. Liturgia de la voz abandonada. Los Cuadernos de Sandua. Córdoba,2009


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