POESÍA DE LA COTIDIANIDAD II
Ya hemos tocado en anterior
artículo algunos poemarios que se podrían incluir en la denominada poesía de la cotidianidad . Hoy incidimos en
el tema , incluyendo en la relación autores de acusada personalidad que tocan
aspectos de lo cotidiano con su impronta , en esta corriente motivada, sin duda alguna, por el peso y
trascendencia de la actualidad en la vida de las personas y consecuentemente en
la poesía, como siempre pegada al mundo..
Matar a Narciso,(Alfar, 2012), de
Alejandro Pérez Guillén es una obra de madurez
y de superación. Y es en esa lucha cotidiana de superación poética donde
consigue eliminar esas reminiscencias de mito de la liviandad, volviendo la
vista al mundo abierto de lo cotidiano, como una especie de descubrimiento en
la otredad el sentido verdadero y trascendente de su poética. Tanto es así que
afirmando esa mirada a lo circundante comienza por su propia raíz en la tierra
y en la historia: “En la prehistoria del
hombre,/ en los hogares de la cueva/ el sueño de la tiza/ duerme fiel bajo el
fuego de la piedra./…/Allí en la historia de un pueblo/late la poesía/ como un
corazón en silencio.” . Y se detiene
en el paisaje, no como apropiación estética, sino como espacio común: “…/En otoño el río Ubrique es/ una mancha de
sombras empapadas/ que todavía el sol no ha conquistado,/ errante hilo de
sangre/ que da vida al paisaje,…”;. Sin embargo triunfa la
cotidianidad, la constancia del
instante: “Ahora mismo regreso al
presente./Salgo a la calle y siento el olor de la vida…” y todo se hace
repique de campanas, “balada del balón en
la alameda”,la lluvia haciendo caligrafía en el suelo, “ el gris cansancio del
camino…”, elementalidad cotidiana .
Manuel Senra , en El libro de la sed, (Guadalturia, 2012), , habla de un tiempo
presente, del instante de la cotidianidad, “…Viajo
solo/ Pero dame, en el cuenco de tu mano, / el agua de mi sed, para el
regreso.”, aparente contradicción
pero es que “…voy camino de otra parte,/
de otro tiempo de sombras….”, y es aquí donde el poeta muestra la verdadera raíz
de su encrucijada, viene del pasado a otro tiempo, y en este instante se manifiesta la constancia de la sed y la
claridad del peregrinaje de la búsqueda: “
No es el agua, es la sed/ -dura angustia de dardos en mi pecho-” y hay como
un presagio de futuro : “ Como si yo ya
fuera…Como/ si mi boca estuviese en las esquinas/ redondas de sus besos…” , que
se manifiesta en el despertar de un tiempo nuevo “En la quietud dormida de la noche/ se disipan los sueños, y amanece/.
Y comienza la sed de cada día…”; un tiempo nuevo en el que “…Aúlla
la inasible sed del beso,…”
En Las palabras acostumbradas, (Guadalturia,2012) , Lola Crespo
escribe una tercera parte, “En la esquina de los días”, en la que la poesía se hace desgarradamente
cotidiana, como un inventario de catástrofes, en el que la palabra yace y
emerge en grito, en espejo de desolación., tiempo del Apocalipsis en el que “Tras unos ojos enjaulados/ sólo te observan
tus miedos.” , aunque la palabra es
aquí no solo lamento, sino denuncia como en el poema “Hora de cristales, tiempo de vidrio” en el que los desalojados del
sistema, los desarraigados, tienen su representación : “En
esta hora de cristales,/ una mujer duerme/ en el cajero de un banco,/ en el
centro de la ciudad./…” Un
bellísimo poema- acusación a esta sociedad mercantilizada y materialista en
este tiempo, en el que a pesar de todo,
“…no hay climalit posible que aísle de la nostalgia/…” que representa el grito unánime, las palabras
cuchillo para esta sociedad en la que “un presentador de TV traduce el sonido de
la muerte.” Y es que la cotidianidad , hoy, viene cargada de sangre y
desgracias.
Onia Valero, nos
presenta un poemario “Galería de mundo y olvido”(Ed .En Huida,
2013) en el que demuestra con una acertada perspectiva sobre el paisaje que
la cotidianidad le ofrece una poesía llena de madurez en el camino emprendido hacia la búsqueda
literaria de su verdad, que se abre ante sí prometedoramente. Se expresa en un
rico lenguaje, lleno de afortunadas metáforas e imágenes que bordan el
surrealismo, la fuerte cotidianidad expresada como un medio agreste, incómodo y
lacerante para su fragilidad , con el
que el poeta dialoga y a veces transmite
las angustiadas cuestiones que la vida le presenta: “…/A veces quiero hablar sólo mitades/ para abrirme el hígado la
sonrisa limpia/ que traza el escalpelo y ver brotar así/ el hemisferio de
negrura que me completa/ en la cara lavada del espejo./…”; “…Sé que frente al
espejo no soy más / que este puñado de rutinas,/ estos zapatos gastados/ y, sin
embargo, estoy viendo mis ojos/ redondearse en un asombro ignoto,/….” ,
aunque en la normalidad de lo cotidiano
tenga que encontrarse consigo mismo en la ciudad: “ Es normal caminar y desandar/ las avenidas anchas y templadas: /
Pisar como a palomas muertas, fechas/ que nos relatan quiénes hemos sido…” ; “
..Qué viento urbano te suspende,/ balancea tu anatomía/ de cadáver novato/ por
la tarde en ciernes ./…”. Y en este escenario se hace patente la poesía: “… cuando aún/ la poesía no era el labio
duro/ donde llagarse,/ la carne abierta por la que decimos./…”, que será “ Búsqueda …/…/ susurro táctil que permita
ondas/ un instante…” .
En Explicaciones
no pedidas (Visor, 2011), de la escritora colombiana Piedad Bonett está presente la propia experiencia
cotidiana: “Ahí están. Deambulando/ como
deambula Pedro por su casa…”, dirá en “Los
viejos inquilinos” , haciendo de un asunto de convivencia una meditación
sobre la misma. La vida, bien familiar
: “Al
otro lado del teléfono/ mi hermana habla de fiordos, de glaciares,/ de rías, de
bahías…/…/ No le digo a mi hermana lo que en su fondo sabe/ que lo que quiere
atar allá se queda;…” o ciudadana : “Con
sagrada puntualidad/ vuelven los mendigos a ocupar sus lugares…”, es presentada de una forma de ninguna manera indiferente. En Cuatro
historias minúsculas, partiendo de lo cotidiano, en cuatro partes distintas
del mundo, llega a lo trágico. No hay como en la primera parte una especie de
rutina vivencial, aquí cada poema presenta dos tiempos, una fractura de la
emoción que termina en la muerte: “ Se
trata de Sun Danyong, un joven chino./ Dicen que tenía veinticuatro años/ que
ensamblaba piezas de aparatos electrónicos/…./Nadie sabe otra cosa/ salvo que
saltó por la pequeña ventana de su cuarto de dos por dos/…/ Leo la noticia en
Google…/”. O las dos caras de la convivencia: “ Era feliz/ Así opinaban todos/…/…ella /consciente de su dicha, la
exhibía/ como una colegiala exhibe una medalla./…/ Él, que era desdichado, vino
a saberlo tarde./ Bastó una frase, / una pequeña piedra desprendida/ del túmulo
formado por los años./…”.
No cabe duda que esta nómina sería extensa; pero no es nuestro afán
antologar, sino mostrar algunos de los poetas que actualmente ciñen a esta
corriente su creación actual.
F.Basallote,
No hay comentarios:
Publicar un comentario