LA
HERMOSURA DEL INSTANTE
Junto al amor y la memoria, en cierto modo uncidos a él, el paso del tiempo es una de las
constantes en la Poesía. Desde
siempre han cantado los poetas la fugacidad del tiempo. El “tempus fugit” cuya expresión
aparece por primera vez en los escritos de las Geórgicas, de Virgilio: «Sed fugit
interea fugit irreparabile tempus».o
sea: "Pero entre tanto
huye, huye irreparable el tiempo…”. Ante ese fluir del
tiempo, Horacio dirá en sus Odas: “Carpe diem quam minimum credula postero”," Aprovecha el día, no confíes en mañana".
Para el problema irremediable no existe otra solución que aprovechar el tiempo
como sea… Aunque lo verdaderamente
necesario, sería detener ese paso implacable… Así Goethe, en el gozo del
instante llegó a pedir: ¡Detente,
instante! ¡Eres tan hermoso! y otro poeta, distante en el tiempo y en el espacio,
el mexicano José Emilio Pacheco llegará a decir: “Minuto, enigma irrepetible” .Encontramos en la
poesía actual casos en los que destaca ese brillo fugaz del instante:
En Aluvial (Poemas 2007-2008),(Pre-textos, 2010), de Tomás
Segovia(Valencia, 1927) hay
una presencia luminosa de la
naturaleza, tratada de una manera
casi franciscana. Dirá: “Las hojas allá arriba están danzando/
Balancean sus ágiles racimos/ de indolente minucia…”, y al modo de Issa
Kobayashi le hablará al viento: “No te
quedes allí en esa media altura/ leve viento indeciso…” y
gozára con los árboles en primavera: “
Están los chopos ya metiendo la cabeza/ En este limpio sol tan de primera
agua…” y con los pájaros: “Los
pájaros saltando revolviéndose/ Dentro del blando seno del follaje/ Que traspasa
un sol aúreo…” , deteniendo el tiempo en sus versos claros.
Es El umbral, (Pre-textos, 2011), un poemario de Mª Victoria Atencia (Málaga,
1931), en el que, manteniendo las coordenadas esenciales de su ubicación
poética, muestra una disposición a incluir
algunos aspectos si no nuevos, si con otro sentido- de ahí el nombre del
poemario- , un sentimiento en el que el
tiempo delimita espacios elegíacos en los que la función de la memoria
participa de una manera más intensa aunque sin dejar de lado esa pureza del
presente tan propia de su poética , “ el
fulgor del instante”. Y late en esa búsqueda el ansia de posesión de ese
fragmento de tiempo: “Qué puedo hacer en
lo que va de instante/ de un tiempo sucedido y ya hueco de ti/…/ qué puedo/
hacer sino inventarte…”, y se
preguntará: “Y cómo he de nombrarte,
hallazgo mío, /…/…fulgor de ese instante/ en que fueses haciéndome y
rehaciéndome…”. ´Siempre la luz,
la belleza de la naturaleza: el agua,
los pájaros, las flores, los árboles en una presencia que, dual, se manifiesta
al mismo tiempo en meditación, como el íntimo envés del mismo espejo
trascendiendo la realidad al canto o al ensimismamiento: “ Los pájaros también, los pájaros que eran/ como una reflexión que
mantuviese/ suspensa de las alas su respuesta,…”
.En Mundo
dentro del claro (Tusquets,2012), Vicente Gallego (Valencia,1963) alude al mundo en relación con el espíritu. Este libro es una celebración total del universo: una profunda oda a lo natural, a lo
puramente sensorial, dentro de una armonía. Hay dentro de esta poesía una serie de elementos que la hacen
distinta, muy cercana a la forma oriental
ya vigente en la frase zen que
encabeza el libro: “ El verdadero vacío,
la maravilla de las cosas” y
presente en todo el poemario por esa aproximación al haiku, no solo por la
consagración de lo instantáneo y su
imbricación absoluta en la naturaleza, sino por su sintetización formal: “Se hizo sin pensar/ me vi partiendo, al
borde del camino/ la rama del hinojo/…”, toda una “iluminación” al más puro
estilo zen. Hay en todo el poemario un tono celebratorio, una especie de canto
al mundo y a sus elementos: “Suavidad de
este aire,/ beso audaz de la tierra,/ perdón claro del fuego,/abismo de la
luz,/ murmullo de las aguas,/ ¿no ha de alzarse mi estrofa?/…” y al mismo tiempo una clara intención de
depuración poética: “ ¿Se puede con el
hueso del poema/ -pelado del decir, servido en blanco- / convidar su pulpa,
darlo pleno?/…”, para llegar a decir: “descárname,
palabra, y abre mundos.”, como sistema de profundización en este territorio
de la pureza del poema, que se ciñe al misterio de lo sencillo y de lo
instantáneo, para la mejor interpretación del mundo: “En este eterno instante/ todo está comprendido, lo grueso, lo
sutil,/de la cósmica noche y de su día.”. Y al mismo tiempo una comunión
con él: “ Bajo la dejadez del cielo
azul,/ a orillas del mar, cumplido el día,/ arena entre mis dedos, sal de amor/
en esta intimidad de la ola blanca”, tan hermosamente definida y tan
contundente: “ En el pecho sufrido de la
noche,/ la plata del lucero.”, bajo
el poderoso influjo del instante luminoso: “…Antes, antes, entero y vivo, un destello –la avispa-/ prendió fuego a
los mundos.”.
En “Canción errónea”,
(Tusquet, 2012), Antonio Gamoneda, escribe unos poemas que dejan al margen su
hondo pesimismo y su constante aproximación al vacío, en los que de pronto aparece
una especie de contemplación de la belleza del mundo, de ese “accidente” entre
dos inexistencias, que él canta en la gloria de su belleza efímera. Y en este
canto hallamos poemas en los que ese instante es magnificado como sucede en
este poema a Venecia: “…Veo el perfil de las ojivas cárdenas/ y
grandes lámparas sobre el agua nocturna./ Vivo la incandescencia y me invade un
clamor: un mar de música/ se aloja en mis cabellos./ Es/ la hora sin
tiempo/…Mira ante ti/ como si fuera a amanecer.”, en esa “hora sin tiempo” aparece el
milagro luminoso del instante, el tiempo en su máximo esplendor.
Lola Mascarell , (Valencia, 1979), con “Mientras la luz” ha obtenido el XIII Premio Internacional de Poesía
Emilio Prados, del Centro Cultural Generación del 27. Editado por Pre-Textos
(Valencia, 2013), “Mientras la luz”
es una constante celebración del instante, ese espacio breve e intenso entre la
luz que aparece y su despedida, ese “mientras
la luz” permanece en el fulgor de su exuberancia esplendorosa. En el primer
poema del libro que se titula de igual forma, dice: “… Todo está en la ventana, soy el marco/ que reúne y contiene los
compases/ de este instante inmortal, de este intervalo./…”. Y en esta
celebración hay un cierto paralelismo al haiku,
en cuanto la poeta se coloca fuera del suceso, como aquellos haijines recorre su camino y descubre
el espíritu del mundo: “ …Frente a mi, en el jardín, sobre la
hierba,/ hay un pájaro muerto/ con las alas abiertas hacia el cielo.” ;
llegando a aproximarse tanto al haiku
como en: “…El oro atenuado de la tarde/
dibuja en el vacío/ un camino de polvo y de nostalgia , “…Recuerdas,
y es muy nítido el recuerdo,/ las palabras leídas tantas veces,/…” .
Susana Benet,
(Valencia, 1950)s una de las mejores escritoras de haikus de España,. Es autora
de los siguientes libros de haiku: Faro del bosque, (Pre-Textos, 2006; Lluvia
menuda, (Ed.Comares, 2007), Huellas de escarabajo (Editorial
Comares, 2011), y numerosos “libros de artista”, de tirada limitada, con
acuarelas y haikus. Sus haikus están recogidos en las principales antologías de
España como: Brisa del mar y Perro sin dueño (ambas de la
Universidad de Castilla la Mancha (2007,2008), Poetas de corazón japonés (Celya,2006)
y Tertulia de haiku, (El Taller del Poeta, 2007), así como en algunas
obras colectivas como el libro La muerte, (Ed. Krause, 2009),
donde aparte de haiku, escribe poemas de estilo occidental.
En La Durmiente, usa el formato poético español,
en verso libre, sin dejar de sentirse en todo el poemario la presencia de un
hálito de instantaneidad y de contacto con la naturaleza propios del haiku, al
mismo tiempo que de búsqueda de la belleza que, simple, y al estilo del gran
maestro Buson se manifiesta en todos ellos. Poemas hermosos, generalmente
breves, en los que el magistral empleo de la síntesis y la sugerencia derivadas indudablemente del
mundo haiku, provoca instantes poéticos de brillante esplendor, llenos de
inmediatez. Poeta íntimamente ligada al haiku, no puede
prescindir en su obra de la sombra del pequeño poema japonés, que aporta a toda
su poesía sus parámetros esenciales como instantaneidad y naturaleza, manifestándose en algunos
poemas con toda su claridad: “Inmóviles
las hojas en sus ramas/ se sumergen en la extraña quietud/ de los troncos
dormidos,…”; “…Ya oscurece. También mi
corazón, / / cierra sus pétalos”
Perteneciente a la generación de los noventa, Coriolano González
(Santa Cruz de Tenerife, 1965). es un referente de la nueva poesía canaria. Coriolano González es un perfecto conocedor, mejor dicho maestro o haijin , como demuestra su inclusión en los más prestigiosas Antologías del
haiku en España como son : Poetas
de corazón japonés (Antología
de autores de “El rincón del haiku) (Editorial Celya. Salamanca, 2005) y Perros
sin dueño, Antología de haiku. Facultad de Derecho, Univ. de Castilla- La Mancha. Albacete, 2008. Para
Bashoo, considerado el padre del género, “
Haiku es lo que está sucediendo en este lugar en este momento…” , de
acuerdo con la doctrina Zen que predica la iluminación súbita o satori , afirmando que el estado satori es aquí y ahora mismo, un instante que es todos los
instantes, momento de revelación en que el universo se manifiesta. Y en ese estado de plena iluminación,
Coriolano González nos entrega La luz, nombre acertado para la plenitud escrita en más de cien haikus y en
catorce tankas, con los que se acerca
a la inmediatez de la tierra , de su tierra, haciendo real la frase del
maestro. A lo largo de sus haikus detiene el tiempo en el instante de lo únicamente numinoso.
En estos poemarios no se consigue del todo detener el tiempo;
pero si mantener el fulgor de sus instantes más prodigiosos, su belleza
detenida.
©F.BASALLOTE
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