RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES
"LOS TRES RÍOS DE
KISO" DE VENTURA CAMACHO
COMO RAMA DE SAUCE BATIDA
POR LA LLUVIA…
SOBRE "LOS TRES RÍOS
DE KISO" DE VENTURA CAMACHO.
ALEA BLANCA, GRANADA. 2010
Cerca de Nagoya, en la llanura de Nobi, los ríos Kiso, Nagara e
Ibi, se unen en el parque Kiso de los Tres Ríos, constituyendo un paisaje donde
el tiempo se detiene en la propia contemplación de su quietud. A esa
confluencia nos conduce Ventura Camacho, (Barcelona ,1975) con esta hermosa
pieza lírica, impregnada de toda la sabiduría japonesa que en este breve poemario –nueve intensos
poemas- se manifiesta en su auténtica realidad, consiguiendo sin el formato de
haiku cumplir lo que decía Matsuo Bashoo: “Que
tu verso se parezca a una rama de sauce batida por la lluvia tenue y a veces
ondeando por la brisa”. Y esa sencillez se hace declaración de principios y
norma de vida, aludiendo en un homenaje que es a la vez manifiesto, a la mítica
actriz japonesa Setsuko Hara , que en la plenitud de su carrera, se retiró a su
antigua casa de Kamakura, a orillas del mar, huyendo de un mundo de vanidades.
“Todo lo que éramos/ lo
dejamos frente a los tres ríos de Kiso/.../ Aprendíamos/ el noble arte de la
elección/ y sus afluentes/…” dirá en el poema que abre el libro como una afirmación clara de sus senderos por el
amor a un mundo en el que la realidad está hecha de sencillez y humildad, como
la rama de sauce batida por la lluvia de Bashoo, que de alguna manera está
oculto en el asombro por el esplendor de la naturaleza y su transcurso sereno y
sosegado.
Las cuatro existencias (mencionadas por Mishima: concepción,
vida, muerte y espacio intermedio que duraba como mínimo siete días) es el título del segundo poema en memoria del malogrado poeta Julio César
Vior. “En esta patria minúscula de la memoria/ eres un dolor sobrevolado de
ancla…” dice, y en su amistad “Esperaremos siete días, / máximo setenta y
siete, / para tu reencarnación. / Y todos los poemas del mundo/ vendrán
entonces a otro cuerpo/ donde tu acudas, rara avis, / al fulgor de lo
sencillo.”
Los siete poemas restantes, uno por cada día, -seis, el séptimo
como compendio y fin del poemario está dedicado a Setsuko Hara-, dedicados a la
naturaleza, a ese entorno elemental y primordial, que es todo en la vida serena
del que lo contempla, y que forman parte
de ese camino de los días en los que permanencia y cambio, al estilo del ya
citado Bashoo:“cambiar con el año y
recobrar frescor cada mes”, constituyen la esencia del alma japonesa.
“La verdad, decía mi
maestro frente al acantilado, / pierde todo su prestigio, /toda la admiración
milenaria, / muda la piel cándida y sencilla, / cuando te deja solo, apartado,
/ cuando sin orilla, / nadie es más duradero que la espuma…” dirá, confrontando la aparente solidez
de la piedra con la efímera duración de la espuma, símil de la vida. Hablará de
la humildad del árbol, su independencia: “Porque
el árbol no exige que reparemos en él/ hay que celebrar su humildad/…/ porque
el mundo sin nosotros es mundo/ y nosotros sin el mundo apenas nada.”. De
la imposibilidad del samurai, sin instrumentos capaces de desvelar cómo “Despierta el ave con el vuelo mojado por la
aurora…” y de otra imposibilidad del hombre: “No hay nada más poderoso que el olvido, / única muerte verdadera del
tiempo…”.
En el último poema, síntesis de cuanto le precede, sienta las
bases de su manifiesto vital en el homenaje a Setsuko Hara: “…desaparecer ante los ojos de la fama, / no
envejecer, /no dejar rastro sobre la arena/…/ Hay que dejar de ser nosotros por
un tiempo/ para aprender del goteo su quietud, para aprender del ser humano su
penumbra…”.
Un poemario con una gran carga filosófica, que sin pretender ser
Zen, como ha dicho alguien, es mucho más profundo pues tiene sus raíces en las
profundidades del alma humana, del auténtico saber universal del hombre, aunque
en algún sitio lo hayan escrito Horacio, Fray Luis de León, Séneca o Siddarta
Gautama Sakiamuni.
Y, además, un hermoso objeto-libro, pues a la extraordinaria y
cuidada edición se unen las ilustraciones –muy japonesas- en tinta china de
Stella Rubio, que culminan una obra para los sentidos y la meditación.
©F.Basallote
Publicado en Papel
Literario ,22/07/2010
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