UNA POÉTICA DEL CAMINANTE
Desde los albores de la humanidad la
literatura está llena de viajeros que no dejan de buscarse a sí mismo en la
manifestación del mundo que hallan. Desde el Poema de Gilgamesh, hasta
el Ulises de Joyce pasando por la Odisea o la Eneida,
el Libro de las maravillas de Marco
Polo, la Divina Comedia,
o el Quijote, el universo poético no
es sino un continuo sendero por donde el poeta –es decir el hombre- ejerce la
inacabable tarea de intentar encontrarse.
Mas, ese sendero no conduce a
certezas, sino al mismo corazón del hombre, ya Basho, el poeta japonés
conmovido por el paisaje de Shirakawa, escribió: “Imposible pasar por ahí sin que fuese tocada mi alma”. O sea, es
imposible tocar las viejas piedras de las ciudades sin impregnarse de
emociones, hasta el punto de que el viajero llegue a decir con Antonio Machado: “ni sé si voy conmigo a solas viajando”, es
decir, me acompaña la emoción continua del camino. Así dice Alberto Silva: “Un camino, antes que nada, son personas que caminan”, lo que nos
hace volver a Machado recordando que “el
camino se hace al andar.”Cuando el poeta se hace caminante no
hace sino profundizar en su misión, en el destino de la búsqueda de si mismo y
del deslumbramiento en el espejo del mundo donde, de pronto, se ve reflejado en
el asombro constante, en la iluminación de su poesía. Y hemos acompañado a
algunos en su camino, descubriendo con ellos esos misterios tan sólo
perceptibles por los ojos del alma.
En el Libro del Haiku, Alberto Silva
dirá “ El haiku es una poesía que
contraría la imagen tópica del escriba clavado a su escritorio, inmerso en el
silencio….Desde el comienzo de su arte, al menos desde el siglo XVI o XVII,
muchos hombres del haiku reivindicron su carácter pedestre, buscando
conformarse con la condición de poetas callejeros… Quien dice sendero campestre
sugiere, sin duda, intemperie sin techo….”..
Martín Lucía, (Sevilla, 1976), dirá
en Los
desperfectos, (Ediciones La Huída. Sevilla, 2009): “Los poetas nos dirigimos al centro de la Tierra. / Caminamos
presurosos entre versos labrados. / Y soñamos…/siempre hemos sido sueños antes
que hombres.” Y ese viaje bajo la tierra está presente en De Ida y Vuelta (Editorial Difácil.
Valladolid. 2009), en el que Sara Herrera (Jerez de la Frontera,
1980) transforma el viaje subterráneo en la línea seis del metro de
París que se inicia en la Place
de Nation y termina en L´Etoile en un hermoso monólogo en el que el metro
parece abandonar su itinerario habitual para adentrarse en un recorrido
interior. No podemos desechar el simbolismo de este trayecto, iniciado en un
sitio histórico de la
Revolución que aún habla de muerte y que termina en el sitio
en que el esplendor de la vida se manifiesta en plenitud. .”.En
este trayecto desde la muerte cuenta
que “La historia sucede en un asiento
viejo ocupado por un cadáver/ que lleva bastón y gafas retro…”, y bajo
Montparnasse recordará a “Chagall,
Soutine, Miró, Kandinsky, Picasso…”, vivos en su arte, para decir al final
del trayecto que “…queda la luz, siempre,
donde vayamos.” Es como una inversión del destino, de la muerte a la luz…
Con la agilidad de ese “…antílope
algo menor que un corzo…”, Cristian
Law,
( Madrid, 1973), recorre en Algo menor que el corzo,(Pre-Textos,
2009), ensimismado en la contemplación de la naturaleza que en algunos momentos
se hace paisaje detenido en la mirada del espacio extenso de los parajes
exóticos de un mundo en el que “...las
gacelas/ ya sueñan con bandadas de alas libres…” , “cae la nieve islandesa de los nimbos de enero…” o navega “ sobre el azul mestizo de unas aguas/ donde el mundo / se convierte
en estela.” Y es en esa estela donde
se hace poema ese círculo que comienza
en el instante en que cae la tarde, el poeta se detiene en la visión
mágica de un cielo rasgado por el paso de las aves que emigran: “Con cuanto afán se pierden las bandadas/ y
sólo es el invierno lo que huyen.”, o ese “Azogue amotinado en raso negro/…/ La nada inmune, infatigable,
tienta/la golondrina, el pájaro incendiario.
Se hace asimismo canto a la
naturaleza Escrito en la tierra, Ediciones
Vitrubio. Madrid, de Francisco Mena
Cantero (Ciudad Real, 1934), Tierra en la que “Las aves –totovías, / alondras, estorninos, / alcaudones,
zorzales…/…tienden su canto azul sobre la siembra y el mundo es diferente…”/
.Un mundo luminoso en el que “El espacio/
parece que se incendia/ forjándose en la luz…”
La búsqueda, a
veces, en los caminos de la urbe se hace rutina, así en Deambulaciones, Ediciones En Huida. Sevilla, 2010, Fran Nuño (Bilbao, 1973) reflexiona sobre la ausencia, la soledad y
la impersonalidad de la urbe. Dirá que
prefiere pasear por una ciudad desconocida porque “Quizá de esa manera/ llegue también/ a tu encuentro/ en la ciudad/ de
mi propia vida.”, y hasta cierto
punto conforme con su destino dirá: “Pero
la ausencia, / sin más, / acaba diluyéndose en nuestra rutina…”
. En cierto modo hay quien retorna como Rafael Suárez
Plácido ( Sevilla, 1965) en El
descubrimiento del Bósforo, Diputación
de Huelva,2008 , con el sabor acre de quien viene de regreso de la
búsqueda de la Quimera,
desde islas lejanas en las como punto de partida de un viaje iniciático hacia
los terrenos desconocidos de la propia consciencia que suele terminar ,como
siempre, en la soledad : “ Hay una isla-lejos/ más allá de donde suenan/
los cuernos de Avalon-/ donde nos reunimos para danzar /los que sabemos de
Aklan.”. Hay una oculta sabiduría compartida tan sólo por los iniciados en
esta búsqueda… Para los que siempre queda la voz de quien incide en la
solidaridad de los caminantes y llama “…bienaventurados los errantes, / los
que viajan sin mapa, sin destino, / los que aman sin urgir el estertor,…”como
hace en la tercera parte de Compañero
enemigo, Libros de la herida. (Sevilla, 2007), Juan Antonio Bermúdez.
Hay una poética
del caminante que ayuda al hombre a descubrir, no solo los pasajes exteriores, sino ese mundo
interior que el poeta digiere a base de emociones y sobre todo de la intensa y
penetrante obra del mundo exterior de la Naturaleza con la que se alía en
comunión para ofrecernos su obra más pura, la más cercana a la creación primordial.
© F.Basallote
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