VISIÓN POÉTICA DEL PAISAJE
Incluimos en este concepto aquellas descripciones
poéticas que, nos trasladan a una visión total, cosmogónica y absolutamente
plástica del paisaje: “Mas si trepáis a
un cerro y veis el campo/ desde los picos donde habita el águila/ son
tornasoles de carmín y acero/ blancos plomizos, lomas plateadas, / circuidos
por montes de violeta/ con las cumbres de nieve sonrosada...” nos dirá Antonio Machado en sus Campos de Castilla , en los que
el paisaje en torno a Soria será visto así: “¡ Colinas plateadas,/ grises
alcores, cárdenas roquedas/ por donde traza el Duero/ su curva de ballesta/ en torno a Soria,
oscuros encinares...!” , aunque a veces su descripción certera y absoluta
sólo precise dos versos: “Soria de montes azules/ y de yermos de violeta”,
de su Canciones de tierras altas. Verá
asimismo con mayor certeza telúrica, si cabe, el paisaje andaluz: “¡ El campo andaluz,
peinado/ por el sol canicular/ de loma en loma rayado/ de olivar, y de olivar
!”, nos describirá en Los olivos o con toda fuerza en A la manera de Juan de Mairena: “Sol en los montes de Baeza. / Mágina y su
nube negra. / En el Aznaitín afila/ su cuchillo la tormenta.”
Esta visión de Machado tiene su contraposición en
la sencillez lírica de Juan Ramón Jiménez, cuyas descripciones totales del paisaje trascienden en radiantes triunfos de la
tierra: “ El sol ungía el mundo de amarillo/ con sus luces caídas; / ¡oh por los lirios áureos,/ el agua
clara, tibia !” leemos en Primavera
amarilla, mientras en Jardines galantes nos dirá: “ Hay un oro
dulce y triste/ en la malva de la tarde, / que da realeza a la bella/
suntuosidad de los parques.” . No es ajeno Juan Ramón a la pasión por
Castilla, así en su poema Octubre , nos dice: “ Estaba yo enfrente/
del infinito campo de Castilla/ que el otoño envolvía en la amarilla/ dulzura
de su claro sol poniente”.
Es Vicente Aleixandre, fundamentalmente en Sombra
del Paraíso, el poeta de la
Generación del 27 que con mayor intensidad amalgama lo telúrico con el esplendor de la
naturaleza, trazándonos en la frondosa
exaltación de la vida los paisajes aurorales del mundo: “..allí cada día presenciasteis la tierra,
/ la luz, el calor, el sondear lentísimo/ de los rayos celestes que adivinaban
las formas, que palpaban tiernamente las laderas, los valles, / los ríos con su
ya brillante espada solar..”, leemos en el poema Criaturas en la aurora
,y en El río: “ Desde esta lisa tierra esteparia veo la curva/ de los
dulces naranjos. Allí libre la palma, / el albérchigo, allí la vid madura, /
allí el limonero que sorbe al sol su jugo agraz en la mañana virgen...”.
La profundidad del campo andaluz, su paisaje total es a veces definido con la
certeza de muy pocos versos, transidos siempre de la personal visión de
Federico García Lorca. En el famoso Romance sonámbulo del Romancero
Gitano leemos: “ La higuera frota su
viento/ con la lija de sus ramas, / y el monte, gato garduño, / eriza sus pitas
agrias.”, en Espigas : “ El trigal se ha entregado a la muerte. /
Ya las hoces cortan las espigas./ Cabecean los chopos hablando/con el alma
sutil de la brisa.” , el momento posterior a esta siega , como si fuera una
escena inmóvil, casi de muerte, nos lo describe en Se ha puesto el sol: “Se ha puesto el sol. Los árboles/ Meditan
como estatuas./ Ya está el trigo segado.
/ ¡ Qué tristeza / De las norias paradas !”.
A veces como en el Poema de la Soleá, unos versos cortos tienen la hondura
absoluta del paisaje andaluz: “ Sobre el monte pelado/ un calvario. / Agua
clara/ y olivos centenarios.”
La luz , el color, la vida en suma, desbordan la
poesía de Rafael Alberti, para quien “Todo es belleza a mi alrededor”, y
esta visión de belleza circundante se plasma en sus poemas, en los que el
paisaje es elemento esencial para esa poesía de eclosión natural. En el poema “
A Federico García Loca, poeta de Granada, 1924” de su Marinero en Tierra dirá: “ …Vega florida. Alfanges de los
ríos/ tintos en sangre pura de las flores/ Adelfares. Cabañas.
Praderíos…”. En Geografía política, describirá el paisaje de los
montes de Toledo: “¡ Los Montes de Toledo , / los ojos con que sueña el
Guadiana, / los sauces abren paso /
velando el frío, desvelando el miedo…” y se impregnará de naturaleza
en su Carta a Horacio: “ Laureles y romeros y zarzales, / restos de mirtos,
la salvaje higuera,/ raquíticos manzanos, viejos robles,/ lastimados, agónicos
olivos,/ fieros castaños y el avance mudo/ de la impasible yedra mordedora…”
El gran poeta del misterio, como Lorca definió a Luis Cernuda, en
su sensibilidad exacerbada y vulnerable plasma en su voz dolorida el paisaje
andaluz: “ Algunos chopos secos,
llama ardida/ Levantan por el campo, como el humo / Alegre en los tejados de
las casas./ Vuelve el rebaño junto al arroyo oscuro.”, leemos en Atardecer
en la Catedral,
o en Urania: “ Es el bosque de
plátanos, los troncos altos, lisos, / Como columnas blancas pautando el
horizonte / Que el sol de mediodía asiste y dora, / Al pie del agua clara, a
cuyo margen / Alientan dulcemente violetas esquivas…”, en A un muchacho andaluz nos describe en tres versos una preciosa
imagen de Huelva: “ …al caer de la
luz por tu Conquero, Tras la colina ocre, / entre pinos antiguos de perenne
alegría ”.
Finalmente dos poetas sevillanos
de la Generación
del 27, Rafael Laffón y Joaquín Romero Murube,
nos describen paisajes de la tierra con la concisa exactitud de sus
versos. En Es una novia Sevilla,
Rafael Laffón dice: “De una
banda, grana el trigo, / de otra banda, el olivar; / detrás se empina la
sierra/ con tocas de madroñal.”, y en Canción con ella , Joaquín
Romero Murube escribe: “ Los olivos, dulcemente, / subían collados mansos/
hacia invisibles contornos/ de soledades y pájaros.” .
F.Basallote
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