LA MÍNIMA VIOLENCIA DE UN PÉTALO
Sobre La Durmiente. de Susana Benet
Ed. Pre-Textos, Valencia, 2013
Susana Benet, (Valencia, 1950). Licenciada en Psicología, es una de las mejores escritoras de haikus de
España, conocida por su labor de difusión de este poema japonés a través de la
red y por su constante labor didáctica en talleres de haiku. Es autora de los
siguientes libros de haiku: Faro del bosque, (Pre-Textos, 2006; Lluvia
menuda, (Ed.Comares, 2007), Huellas de escarabajo (Editorial
Comares, 2011), y numerosos “libros de artista”, de tirada
limitada, con acuarelas y haikus. Recientemente publicamos en estas páginas una
reseña sobre su ´penúltima obra La
quietud, (Comoarte Ediciones, México, 2013), que es como una anticipo de
este poemario La Durmiente que
reseñamos. Sus haikus están recogidos en las principales antologías de España
como: Brisa del mar y Perro sin dueño (ambas de la Universidad de
Castilla la Mancha (2007,2008), Poetas de corazón japonés (Celya,2006) y
Tertulia de haiku, (El Taller del Poeta, 2007), así como en algunas
obras colectivas como el libro La muerte, (Ed. Krause, 2009),
donde aparte de haiku, escribe poemas de estilo occidental.
En La Durmiente, usa el formato poético español,
en verso libre, sin dejar de sentirse en todo el poemario la presencia de un
hálito de instantaneidad y de contacto con la naturaleza propios del haiku, al
mismo tiempo que de búsqueda de la belleza que, simple, y al estilo del gran
maestro Buson se manifiesta en todos ellos. Poemas hermosos, generalmente
breves, en los que el magistral empleo de la síntesis y la sugerencia derivadas indudablemente del
mundo haiku, provoca instantes poéticos de brillante esplendor, llenos de
inmediatez y al mismo tiempo de una serenidad y compenetración sensorial y
anímica con la naturaleza que viene de una experiencia vital y profunda en esa
brisa que llega cargada de las raíces de la sabiduría de los viejos haijines.
Comienza el libro con el poema Como
el vuelo que quiere ser un homenaje al poema, a su veleidosa génesis en la
tensión de la palabra: “¿Por qué tira de
mí/ como el vuelo de ala la palabra?/ ¿Adónde me conduce si no sé/ siquiera la
intención, / ni presiento el destino que persigue?/…”.En una especie de
deslumbramiento: “ Al salir del abrazo de
la sombra/ penetro en la inquietante claridad./…” como dice en el poema Tránsito , llegando al descubrimiento
íntimo de la luz: “…/Había otra belleza
más allá/ de la simple mirada: / un gran silencio,/ una luz nueva, algo remoto/
vertiéndose hacia dentro/ abriendo otro jardín desconocido/ tras los muros del
corazón.”¨, un descubrimiento que le acerca indudablemente a la actual
poesía valenciana, a cuyos miembros más representativos como Eloy Sánchez
Rosillo, Vicente Gallego o Antonio Cabrera
dedica algunos de sus poemas, o al malogrado José Luís Parra, a quien
dedica la obra.
Poeta íntimamente ligada al haiku, no puede prescindir en su obra de la
sombra del pequeño poema japonés, que aporta a toda su poesía sus parámetros
esenciales como instantaneidad y naturaleza,
manifestándose en algunos poemas con toda su claridad:
“Inmóviles las hojas
en sus ramas/ se sumergen en la extraña quietud/ de los troncos dormidos,…”;
“…Ya oscurece. También mi corazón,
/ / cierra sus pétalos.”, claro que
permitiéndose traspasar algunas de las fronteras del haiku como la presencia
del yo, que se manifiesta en algunos poemas, especialmente en aquellos poemas
de la memoria en los que brotan sentimientos: “Regresé a aquella casa/ donde en días remotos fui feliz./...” ; “ Quise enterrar tu rostro apaciguado/
sobre las tiernas hojas que reposan/ con su luz sonora entre las ramas/…” ;
“ Tú, que amaste la luz de las mañanas./
Tú, que escapabas ágil de agobiantes encierros,/ sé que ya no estás/ en ese
oscuro hueco entre ladrillos./…”.
Presente la Naturaleza en
la totalidad del poemario, se manifiesta en el amor a los árboles: “
Granado florecido,/ elevas diminutas/ las llamas de tus pétalos…” y a los animales, especialmente al gato, su
doméstico acompañante, a quien dedica varios poemas: “ Con
qué fijeza el gato/ mira el árbol inmóvil/ tras la ventana/…” ; “En los ojos del gato/ se refleja el
destello/ de la luz encendida,…”; “ Qué cerca está ahora el gato/ de la
vibrante luz, / del sonoro girar de las esferas.”. Y para quien vive tan de cerca el mundo
natural, el paso de los días se hace presente en las estaciones, que se
manifiestan en sus poemas. Así, la primavera: “…Te habrías detenido / en el tierno rosal/ con sus primeras rosas/
apenas entreabiertas, /…”, el verano: “…Ya
no fluye la fuente entre las piedras/ ni florecen alegres los frutales. /
Incendia el sol la tierra y la consume, /…” o el invierno: “Bajo la escarcha, / la tierra silenciosa/
aún no ha despertado/ de su sueño invernal. /…” .
Poemario de la contemplación
de la belleza más pura: “Solo yo
que contemplo/ la rama, el fruto, el pájaro, / me enfrento con temor/ a la
mudable vida, / a la frágil belleza.”, en la que la poeta desea para sí: “Que el último gesto fuera/ sencillo y
sosegado, ofrenda de silencio, ligero como niebla sobre el aire. /…”. Tan sencillo, silencioso y sosegado como
este hermoso discurrir por estos poemas en los que el mundo se abre a nuestro
paso con su más bello presente: la de un corazón sensible a la “mínima violencia con que un pétalo/ marchito se desprende/…”
F.Basallote
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