EL PAISAJE EN LA REVISTA PLATERO
PLATERO
(1950-1954)
Según Manuel J.Ramos Ortega[i],
Platero es “…la publicación más importante del segundo tercio de este siglo
en la literatura gaditana. Su importancia radica en el hecho de que, a pesar de
los escasos medios con los que contó logró superar el reducido marco local y
provinciano de los años cincuenta y, más tarde, incluso convertirse en una
revista con repercusión en el ámbito nacional.”
Platero
nace gracias al impulso de Fernando Quiñones, que logra reunir un grupo formado
por los poetas Serafín Pro Hesles, Felipe Sordo Lamadrid, y Francisco
Pleguezuelo, amigos de Colegio, a quienes se les unen J.Manuel Caballero
Bonald, Julio Mariscal, José Luís Tejada, Pedro Ardoy y Carlos Edmundo de Ory,
que habia fundado en Madrid el movimiento postista y la revista Postismo.
Antes de editar Platero, este grupo había publicado
una Revista llamada Parnaso, cuyo número 1 apareció el 1 de diciembre de
1948 y el 30 y último el 15 de febrero de 1950, que es la antecesora de Platero,
que aunque con portada distinta conserva la numeración antigua, ya que su primer número, de marzo de 1950 ostenta el nº 31, no existiendo pues un
número 1 de Platero. Así se mantuvo hasta el nº 39, constituyendo estos nueve números lo que
se conoce como su Primera Época . La Segunda Época que fue la más importante y
divulgada contó con 24 números,
apareciendo el 1 en enero de 1951 y el 24 en 1954.
LA RECUPERACIÓN DEL 27
El intento de recuperar el legado del 27, todo un proyecto literario de renovación de
la poesía andaluza y española, característico de la poesía del sur, se
materializa en Cántico con la reivindicación de la figura de Luís
Cernuda, y en Platero sobre todo con la de Juan Ramón y la de Rafael Alberti. Y no deja de ser un
símbolo ambas preferencias, mientras Cántico fue, en palabras de Pablo García Baena[ii] : ”
Un himno a la dicha de vivir, desde la desposesión y la elegía… en una ciudad cerrada si no hostil”, acorde con la situación cernudiana y con
la propia situación geográfica de Córdoba
, Platero surcó el Atlántico, esperando de sus vientos caribeños,
que tanto enriquecieron a Cädiz, la recuperación luminosa de la pureza y la
alegría.
Platero nació bajo la protección de Juan Ramón Jiménez quien desde Puerto Rico les enviaba poemas y dinero. Francisco Pleguezuelo[iii] escribe: Los poetas y escritores que habíamos creado la revista, Fernando Quiñones, Serafín Pro, Felipe Sordo, y el que firma estas líneas, tomamos contacto con Juan Ramón Jiménez …. Le enviamos una colección completa de los ejemplares publicados …, rogándole, ilusionadamente que nos enviase alguna colaboración para los próximos números. Así ocurrió y en el mes de abril de 1953, recibimos los primeros poemas, romances revividos del tiempo de Platero, con la siguiente dedicatoria: “A Platero de Cádiz, con tantos abrazos como números publicados; y muchos más, abiertos ya, para los que vendrán. Ahora amigos de Platero, voy a desquitarme de mi silencio involuntario de estos años. Les enviaré algo para cada número, inédito y revivido de todos mis tiempos. Abrazos. Y con una rosa de Puerto Rico, J.R.J.”
Fernando Quiñones, por su parte, establece contacto con Rafael Alberti, que publica en Platero, por primera vez en España su Ora Marítima. También escriben en la revista Pedro Salinas y Vicente Aleixandre.
LA POÉTICA DE ´PLATERO
Además, de la reivindicación del 27 o por ello, y
desde ese marco intensamente humano, es
suficientemente explícito de la poética de Platero, el Prólogo[iv] del primer número
de su Segunda época: …. Traemos una emoción muy grande y unas enormes
hambres de comunicar belleza. Nuestra hermosa intimidad, nuestro afán creativo
sólo puede y debe ser entendido y gustado por el noble espíritu alentador. ..
EL PAISAJE EN PLATERO
En esa emoción muy grande y en ese deseo de
comunicar belleza., es evidente que la poesía de Platero llevaría Nuestra
hermosa intimidad, nuestro afán creativo a la Naturaleza de la que participan , al paisaje marino tan cercano, , alcanzando
la emoción que describiría Cezanne[v] “de
la acentuación poética de la verdad natural” radicada en el Paisaje y cumpliendo aquello
que decía Azorín [vi]: “ Hace tres
siglos un poeta contemplaba el paisaje y lo describía impersonalmente...Ahora
no, paisaje y sentimientos son una misma cosa.”
No se puede hablar del Paisaje en Platero, sin comenzar por el Mar ,
continuaremos con aquellas descripciones que podemos llamar Paisaje absoluto,
es decir el paisaje terrestre en su concepción tradicional y especialmente nos detendremos en el Campo,
que en Cádiz es la otra versión de la humildad, la antitesis de su húmeda
ternura, el seco pegujal, y la alegría y
desolación del Tiempo, los Crepúsculos, la Noche, el
paisaje de la Ciudad y el íntimo paisaje de los patios y del
jardín…….
EL PAISAJE MARINO
Cádiz como centro de
todas las perspectivas, desde ella el luminoso azul es la referencia paisajística más pura . De
la pureza del mar como perfección, nos habla Leopoldo de Luís[vii]
Tu eres lo puro, mar; tu
lo perfecto.
En tu pecho se mece la
hermosura.
Te unge de azul el
horizonte recto.
Y Rafael Alberti[viii] la evoca desde la doble distancia del tiempo y el espocio, en su comparación elegíaca :
Cuántas veces, oh Cádiz,
te habré visto
unida al coro blanco de
tus puertos,
casi en el aire,
cimbrearte toda,
sobre el óvalo azul de tu
bahía.
Bahía donde los nervios
del mar , para Francisco Pleguezuelo[ix], se calman y
diluyen apenas en la brisa:
El mar, encrespado de
lenguas y de espumas,se remansa y duerme en el regazo de la bahía. Apenas si un
leve temblor de viento diluído, levanta escamas de agua, espejeante de sol...
En tan leve aire, Antonio Murciano [x] canta el rizo verde de las olas:
El aire estaba levemente
quieto
la tarde, por la orilla,
preparada;
el albatros llevaba azul
el rumbo
y verde el agua se rizaba
en olas.
Y Felipe Sordo[xi], desde la ventana
divisa un paisaje marino vital:
Mira, la ventana da al
mar. Existen gaviotas. Hay
una vela blanca tan
lejos:
te asomas y te pueblas
los ojos de vida...
Que a Juan Antonio Campuzano[xii] se le derrama en barcos volátiles :
No te importe que el mar
lejano
se derrame del paredón
con sus barcos de verde
humo
y sus mimbres de
tornasol...
Y a Aquilino Duque[xiii] en velero de alas desplegadas
Curva de marfil; velero
Cuarto menguante a la
vela:
Arco - abanico de estela
-
tensado en el aire
arquero.
O en goleta de nubes[xiv]
He visto desplegada
tu goleta de nubes
superpuestas
y la estela insegura de
tu paso
por el andarivel de las
estrellas.
Para llegar a Cádiz, como
canta Miguel Martínez del Cerro[xv]
Por los caminos del viento
me iré a Cádiz, que está
lejos
metida en el mar...
La milenaria ciudad que
recuerda Antonio Fernández Spencer[xvi]:
Vieja es la ciudad, con
sus pescadores, sus redes,
sus barcas volcadas como
peces muertos sobre el mar...
Y en la Caleta, el
Castillo de San Sebastián., que describe Francisco Pleguezuelo [xvii]
Azul del cielo tendido
sobre el agua...
El castillo, como si
fuera un barco, lleva
sus bordas de piedra
hacia las olas...
Y en la arena Fernando Quiñones[xviii] siente cantar
profundamente pájaros de espuma:
Aquí, sobre la arena,
te invade un claro
ruiseñor los huesos.
Canta la espuma, gira
la espuma que te sigue,
que te asedia....
En la playa descrita por
Francisco Pleguezuelo[xix]:
. La arena declina
suavemente su tersura, abierta en cóncava luna, contra el abanico del agua...
En la que una pluralidad
de sensaciones provocan el canto elegíaco de Juan Antonio Campuzano[xx]: .
Vuelvo a olerme a salina,
a barca echada al margen
de la espuma, que duerme
el breve sueño de la
bajamar,
a ramajes de brisa, a sal
de estrella
disuelta al alba en
olas...
EL
PAISAJE ABSOLUTO
Ya
hemos definido paisaje absoluto, como aquella concepción tradicional del
paisaje, el paisaje como emoción absoluta ante la magnificencia de una geología
impregnada aún de la original teluria o la sencilla y rotunda belleza de un almendro…
El paisaje como
complicada emoción en Carlos Edmudo de Ory [xxi]
El traje del paisaje
hecho de alguna
Materia enmarañada....
O el paisaje en la pureza
tectónica de su latente fuerza primitiva, vestigios de un paraiso que describe
Jose Antonio Muñoz Rojas [xxii]
Las cañadas hondísimas
sin agua,
arroyos de adelfares
donde late
hondo bajo lo seco un
hilo dulce,
que une las altas sierras
a los mares,
cudriales pobrísimos,
pizarras,
ruínas de vinedos y
lagares,
almendrales fantasmas que conceden
alguna leve nieve a estos
inviernos.
O Carmen Conde[xxiii]
:
Sórdida cordillera, ¡
cómo cuesta vencerte!,
delimitando, estricta,
alborotados mundos.
Acá se juntan prados con
su flor en los dientes,
allá se descoyuntan
manantiales sin rumbos.
Y en Serafín Pro Hesles[xxiv] alza la
conciencia de la naturaleza indomable:
Monte-Bravo, imponente,
indomable y sublime se levantaba ante nosotros. Era un peñón estríado por las
aguas... era gris, de un gris triste y penoso, gris agriado...
Los bosques dorados, con
la pátina del tiempo detenido, que cantan Fernando Quiñones[xxv]:
....Por una olmeda
de oro viejo, y hacía
lluvia con sol
y ya, como en un cuadro
de Constable
plegaba el día su cuello
delicado...
Instántánea de la luz que
el viento transforma en suave música en los versos de Carlos Murciano[xxvi]:
Bello, como un camafeo
el sol cruzaba sus
flechas,
y el arpa de unos pinares
sonó sus cuerdas de seda.
Y cuyo colorido, como un cuadro impresionista se derrama en el poema de Miguel Martínez del Cerro[xxvii]:
Hay almendros nevados
y tulipanes rojos,
sangrientos como llamas,
y racimos de lirios
azules, que se enredan
por las tapias...
Bosque de cipreses de
Granada que José Mª Pemán[xxviii]
evoca :
Estos altos cipreses
llenos de ruiseñores
con tanta sencillez
comprometidos
con la clara Poesía... Y
estas flores
y estos soplos del aire
adormecidos....
O la chopera como
pantalla en medio de la llanura, que dice Francisco Villanueva[xxix]
Tras la mampara tupida y
erecta de los chopos, adivínase el rodar de la noria, con su ensarta de grandes
cangilones lavados y musgosos...
Y el aire, tan frágil, en el momento detenido en el
milagro del río. De Julio Mariscal [xxx]
El aire es una “Sevres”
que va a quebrar el
aguijón del Ángelus;
el río es un milagro
que levemente arañan los
mimbrales;
el sol, una manzana
para los duros labios de
la noche...
Río que para
J.M.Caballero Bonald[xxxi]
es :
...Surco de luz abierto
entre las flores
lleva hacia el mar la
tierra separada.
O el aire que traza un
halago sensorial en Rafael Alberti[xxxii]:
Del aire baja un
repentino riego
de astro y sangre
resueltos en olores
y un tornado de aromas y
colores...
Paisaje eternizado entre
la niebla por Juan Ramón Jiménez[xxxiii]:
Entre la niebla, aquel
prado
alto parece ya eterno,
sólo allí con su oro
último...
EL PAISAJE DEL CAMPO
En el tratamiento poético del paisaje del
campo por los poetas de Platero incide con todo su peso la cercanía que
para ellos tenía el campo de la provincia, así como una cierta influencia de la poesia social
del momento, de todos modos el barbecho y la pobreza del pegujal están presentes
en algunos de ellos, como sucede con Julio Mariscal[xxxiv]
Camino entre dos barbechos:
adónde me llevarás ?
Si a un pueblo de
marineros,
o a un pueblo blanco de
sal
Entre olivos prisionero.
para quien el camino[xxxv] entre olivares
es un símbolo de destino :
...la lengua polvorienta
del camino
lamiendo una miseria de
olivares....
La dualidad mar-tierra se
nos hace presente en la pobreza de los esteros para Felipe Sordo[xxxvi]:
Tan sólo esteros y
esteros
ni una matita de trigo,
salineros.
¡ Ni una matita de trigo!
El trigo, la esperanza de
estos pueblos blancos, y su siega, como la canta Antonio Gala[xxxvii]:
Limpios alfanjes trizarán
las mieses...
Tras la que sólo quedan
rastrojos al inmisericorde sol del verano, paisaje evocado por Serafín Pro
Hesles[xxxviii]
Eran las doce. El sol
quemaba las rastrojeras.... A lo lejos, las lomas, pardas y ocres...
y asimismo recordado por
Luis Felipe Vivancos[xxxix]:
Los árboles; sus hojas
caídas. El estiaje
del río y la quemada
siesta de los rastrojos...
Y sólo desolación,
esterilidad, para Manuel Terrón Albarrán[xl]:
Tierra estéril.
Los árboles no existen.
El silencio talado.
El viento negro.
Quedando siempre en el
paisaje del campo un aire de lenta tristeza , para Felipe Sordo[xli] :
Corazón en reposo sabe a
tierra,
a río sereno,
a limonero triste...
LAS
ESTACIONES
El
paisaje del campo en verano es consumación, y por ende rastrojeras, polvo,
tristeza... Pero en cada una de las estaciones presenta una cara distinta:
El
paisaje en Primavera es para Manuel Terrón[xlii] como una gran
flor:
Pero el paisaje con la
lluvia ha abierto
su corola de rumbos y
alegrías….
Y en Francico Garfias [xliii], el rebrotar
del fuego escondido:
Se presiente que el árbol
brota en música
porque abril va
encendiendo sus entrañas…
Fuego que madurará en el
otoño, en sinfonia de color para Pedro Ardoy [xliv]:
Pero el color auténtico
se palpa en los otoños:
la madurez de dentro que chorrea a su amíbar
y que conoce todas las
savias y los soles…
Cuando el paisaje retome
un pulso de paz, según José Luis Tejada [xlv]:
El campo es todo ya
remanso y lecho:
nos espera una sombra
entreverada
de luz, bajo el castaño
jovial...
Aunque para Jerónimo
Martell[xlvi] , sea el inicio
de un silencio de pájaros :
Otoño, si. Otoño, cuando
el árbol
ya no cuelga de pájaros y
nidos….
Y para Juan Valencia [xlvii], el desplome de
la luz ;
Con apagado y aterido
velo
la luz ceniza, yerta y
desplomada,
su lucido metal vela y
encubre.
El invierno,
es viento para Antonio Gala[xlviii]
El viento ha puesto su
nido en las cornisas….
Para Tomás Segovia [xlix] el inicio de un
tiempo de lluvia y turbiedad :
Llueve sucio y sin ganas
en este cielo turbio,
revuelto y herrumbroso…
Y para Juan Ramón Jiménez[l],la desnudez de la
nieve:
Nieve desnuda ¡ qué fría
tu cama de todo el campo
!
LOS CREPÚSCULOS
Cuando comienza o acaba
el día, el paisaje adquiere una
especial esencia de sensaciones difundidas, que en el poema quedan prendidas en
emoción:
La aurora, la ve Francisco Pleguezuelo [li]:
En la iglesia
el alba descendía desde
antiguos vitrales….
Y Antonio Milla[lii]
:
Las ondinas del alba y la
mañana
se prenden de los barcos
a la aurora....
Mientras la mañana es
para Juan Ramón Jiménez [liii] esplendor de plata:
¡ Mi plata aquí en el
sur,
en este mar,
conciencia en plata
lucidera, palpitando
en la mañana limpia
cuando la primavera saca
flor a mis entrañas ¡
La tarde, como una llama
dulce, para Fernando Quiñones[liv]….
,
Fue por la olmeda en
llama dulce una
tarde de marzo y sol con
lluvia…..
Y lento goce de la vida para José Antonio Muñoz Rojas[lv]
…..Huele a gloria
el campo con la lluvia.
Sabe a vida
pasear con el fresco en
el silencio
que hace la tarde
mientras pasa lenta….
como lento discurrir
hacia el ónice violeta que abre la noche para Serafín Pro Hesles[lvi]
Tras el violeta cumbre
del ocaso, el ónice morado, cansino y triste, se anticipa a la noche para
servirnos el fruto niño de la primera estrella….
.
LA
NOCHE
Para los poetas de
Platero, la noche es presencia de la luna, insinuada como en elpoema de Blas de
Otero [lvii]
La noche se afiló como un
cuchillo
pequeñito…..
O plena. Absoluta, para
Felipe Sordo[lviii]:
…Tendría que ver, luna
grande
noche total y anaranjada,
luna llena….
.
Luna, como espejo de los
sueños en los poemas de Carlos Murciano[lix] :
¡ Cómo flotaba al viento,
la luna,
pandero de mis sueños!
.O luna multicolor en su hermano Antonio[lx]
Luna verde del pinar;
celeste luna del río;
luna blanca del cantar….
Aunque cuando pierde su
esplendor, es siempre vaticinio de tristezas: Como nos dice Carlos Murciano en Nocturno
trágico[lxi]
y en Otoño[lxii]
Cuando las nubes cubran a
la luna,
se ahogarán dos estrellas
en el río.
Llantos de luna azul,
estrangulada
por los dedos helados
de la niebla…
URBANOS
Más que poemas dedicados a la ciudad en Platero estos
poemas urbanos son poemas a los pueblos, por las circunstancias de la
provincia de Cádiz , en la que históricamente la presencia de los pueblos es
eminentemente cordial, de blanca memoria.
Así lo canta Julio Mariscal[lxiii]::
¡ Qué lejos está aquel
pueblo,
tan blanco!
¡ Tan pequeñito que cabe
en la mano!
Su torre ¡ cómo la dobla
el viento de los secanos!
Pueblos de cal, coronando
el verde de los montes, en versos de Jerónimo Martell[lxiv] :
¡ Qué voladizo barandal
de piedra
coronado de blanca
balaustrada!
¡Cuánta cal prisionera! ¡
Qué alborada
en el ocaso verde de la
yedra ¡
Diminutos pueblos blancos, donde la vida diaria es dura , para Julio Mariscal[lxv]
Un pueblo pequeñito de
sudor y alpargatas….
En los que la plaza es
núcleo de evocaciones para Felipe Sordo[lxvi]
Aquella plaza nuestra
bordada de naranjos
Y una palmera como un
grito al cielo…
O calles con olor de
azahar, cantada por Pilar Paz Pasamar [lxvii]:
La calle huele a azahar
mojado…
Calle, donde una reja, según Antonio Luís Baena es centinela [lxviii]:
Miradme quieta aquí,
presa entre flores,
centinela del aire en mis
ardores,
conjugando la calle con
el viento.
Empinadas calles , en un laberinto donde se desarrolla, lenta, la vida del pueblo, para Julio Mariscal[lxix]
Subíamos por calles sin espinas,
Alamedas umbrosas, lentos
pinos,
El cine o el café, la
antigua plaza…
Y sobre ellas, el brillo
de las cúpulas, al pie de la veleta, para Juan de Dios Ruíz Copete[lxx]
La gran veleta azul
convertía las luces,
en un crecer de cúpulas
agrandando las tardes…
A cuyos pies la quietud
del aire tiene un especial sabor para Lorenzo Gomis [lxxi]:
La paz del pueblo está
hecha de sol,
de aire quieto,
de una miel de silencio laborioso….
PAISAJE ÍNTIMO
Si la principal característica del paisaje urbano en Platero
es su reducción a la estructura de sus pueblos, en su intimidad de humilde cal,
existe otro paisaje más íntimo, el de los patios y jardines:
Así, el cantado por Higinio Capote[lxxii] :
Éste es el jardín, ahora,
polvoriento y
blanquecino, sin color,
en esta tarde de
Septiembre,
cuando ya el verano se ha
desangrado por tantaas heridas
y todo tiene el cansancio
de haber pasado por el fuego del estío.
No como en aquella mañana
de Junio
En que la verde cancela
daba entrada al jardín de un rey moro
Y el mármol de la fuente
era rubio de un oro encendido.
Jardín como redoma para perfumes, en Adriano del
Valle[lxxiii] :
De flor en flor enhebra
en sol la brisa
el hilo del olor de cien
jardines.
Olor, asimismo en Carmen
Conde[lxxiv] :
Un olor de jardín que
yace solitario…
Aunque más recóndito, mas
íntimo, es el mínimo espacio del patio, cartografia urbana de la pequeña
felicidad, como el que evoca Alberti [lxxv]
Entré en el patio que un
día
fuera una fuente con
agua.
Aunque no estaba la
fuente,
la fuente siempre sonaba
y el agua que no corría
volvió para darme agua.
O el de la casa evocada
por J.M.Caballero Bonald[lxxvi]
Recuerdo sus paredes, sus
puertas de madera entrañable,
A cuyo través podía
transparentarse toda la paz de aquella casa…
Recuerdo también sus
rincones más bellos y ocultos,
Su razonada disposición
de alegría…..
Patio, donde un árbol pone el contrapunto luminoso, como dice Juan Ramón [lxxvii]
En el patio está la acacia
llena de flor amarilla…
Y donde un pozo es un eco
de profundidades marinas, par Julio Mariscal[lxxviii]
Redonda mar sin puerto ni bandera
entre ajorcas de cal
estrangulada;
fingida mar de sombra,
navegada
por jazmines de luna
aventurera,
[i] Ramos Ortega, Manuel J. ; Platero, una Revista
gaditana del medio siglo. Prólogo a la Edición facsimilar de Platero, Revista
Literaria Gaditana. El Monte. Sevilla
[ii] García Baena, Pablo. Cincuentenario de Cántico,
Conferencia. Residencia de Estudiantes.Madrid,1997
[iii] Pleguezuelo,
Francisco , Un relato de Juan Ramón. El Correo de Abndalucía, 26 de
junio de 1998.Sevilla.
[iv] Prólogo, Nº 1, 2ª Época. Enero 1951.
[v] Cit.Garcczynska, M. La Construcción Cezanniana.
El Arte y el Mundo Moderno. Planeta. Barcelona. 1977
[vi] Azorín. El paisaje en versos. ABC. Madrid,2 de
agosto de 1912.
[vii] De Luis , Leopoldo, “ El mar ”. Nº 12, 2ª Ép.
[viii] Alberti, Rafael, “ A Telethusa ”. Nº 22, 2ª Ép.
[ix] Pleguezuelo, Francisco, “ La Goleta”. Nº35, 1ª Ép.
[x] Murciano, Antonio, “ Tríptico blanco ”. Nº 9, 2ª
Ép.
[xi] Sordo, Felipe, “ Carta del Sur a Blas de Otero”.
Nº16, 2ª Ép
[xii] Campuzano, Juan Antonio, “ Consejo ”. Nº16, 2ª Ép.
[xiii] Duque, Aquilino, “
Qasida del velero”. Nº39, 1ª Ép.
[xiv] Duque, Aquilino, “ Ultramar ”. Nº 11, 2ª Ép.
[xv] Martínez del Cerro, Miguel, “ Dos canciones a Cádiz”.
Nº37 , 1ª Ép.
[xvi] Fernández Spencer, Antonio, “ Tuyo es el tiempo ”. Nº
19, 2ª Ép
[xvii] Pleguezuelo, Francisco, “Caleta, Castillo de San
Sebastián”. Nº31, 1ª Ép.
[xviii] Quiñones, Fernando, “ En la arena”. Nº 6, 2ª Ép
[xix] Pleguezuelo, Francisco, “ Barca abandonada”. Nº38, 1ª
Ép
[xx] Campuzano, Juan Antonio, “Despedida al viento marero
en Hendaya”. Nº34, 1ª Ép.
[xxi] De Ory, Carlos Edmundo, “La Virgen del Aprisco”.
Nº 37 , 1ª Ép.
[xxii] Muñoz Rojas, Jose Antonio; “Carta a una ausencia”.
Nº 21, 2ª Ép.
[xxiii] Conde, Carmen; “Desde la llama”. Nº 19, 2ª Ép.
[xxiv] Pro Hesles, Serafín, “Torre- Bravo”. Nº32 , 1ª
Ép.
[xxv] Quiñones, Fernando; “A Percey B. Shelley”. Nº 16,
2ª Ép.
[xxvi] Murciano, Carlos, “Tanguillo a la esposa del
Emperador”. Nº 1, 2ª Ép.
[xxvii] Martínez del Cerro, Miguel, “Postal de la babuchería”.
Nº 2, 2ª Ép.
[xxviii] Pemán, José Mª, “Granada”. Nº 3, 2ª Ép.
[xxix] Villanueva, Francisco, “Dolor y gozo del agua de la
noria”. Nº 7, 2ª Ép.
[xxx] Mariscal, Julio, “Te nombro ”. Nº 24, 2ª Ép
[xxxi] Caballero Bonald, J.M., “Río”. Nº 31, 1ª Ép.
[xxxii] Alberti, Rafael; “Huele a sangre”. Nº 14, 2ª Ép.
[xxxiii] Jiménez, Juan Ramón; “Aquel prado”. Nº 18, 2ª Ép.
[xxxiv] Mariscal, Julio, “Camino”. Nº 32, 1ª Ép.
[xxxv] Mariscal, Julio “Misericordia”. Nº 19, 2ª Ép.
[xxxvi] Sordo, Felipe, “Apuntes de San Fernando”. Nº 4, 2ª
Ép.
[xxxvii] Gala, Antonio; “Elegía”. Nº 15, 2ª Ép.
[xxxviii] Pro Hesles, Serafín, “Ellos, los bueyes”. Nº 33, 1ª
Ép.
[xxxix] Vivancos, Luís Felipe, “No se qué decirte”. Nº 4, 2ª
Ép.
[xl] Terrón Albarrán, Manuel, “Oración”. Nº 35, 1ª Ép.
[xli] Sordo, Felipe; “Reposo”. Nº 14, 2ª Ép.
[xlii] Terrón Albarrán, Manuel, “ Lluvia de abril”. Nº 2, 2ª
Ép.
[xliii] Garfias, Francisco, “ Con el dolor, a solas”. Nº 16, 2ª Ép.
[xliv] Ardoy, Pedro, “ 10”. Nº 6, 2ª Ép.
[xlv] Tejada, José Luís , “Fuga de octubre”. Nº 9, 2ª Ép.
[xlvi] Martell, Jerónimo, “ Poema del Otoño”. Nº 7, 2ª Ép.
[xlvii] Valencia, Juan, “ Octubre”. Nº 2, 2ª Ép.
[xlviii] Gala, Antonio, “ Recado”. Nº 7, 2ª Ép.
[xlix] Segovia, Tomás, “ Encarnaciones III”. Nº 19, 2ª Ép.
[l] Jiménez, Juan Ramón; “La nevada”. Nº 18, 2ª Ép.
[li] Pleguezuelo, Francisco.
“June Margaret”. Nº 14, 2ª Ép.
[lii] Milla, Antonio, “ Crótalos”. Nº 6, 2ª Ép.
[liii] Jiménez, Juan Ramón, “ Con mi mitad allí”. Nº 5, 2ª
Ép.
[lvii] De Otero, Blas, “ Negra delgada”. Nº
16, 2ª Ép.
[lviii] Sordo, Felipe, “ La elegía de un joven poeta”. Nº 17,
2ª Ép
[lix] Murciano, Carlos. “ Abril en mi infancia”. Nº 31, 1ª
Ép
[lx] Murciano, Antonio. “ Canciones para ella”. Nº 32, 1ª Ép.
[lxi] Murciano, Carlos. “ Nocturno trágico”. Nº 33, 1ª Ép
[lxii] Murciano, Carlos. “ Otoño”. Nº 38, 1ª Ép.
[lxiii] Mariscal, Julio. “ Pueblo”. Nº 32, 1ª Ép.
[lxiv] Martel, Jerónimo. “Arcos de la Frontera”. Nº 36,
1ª Ép.
[lxv] Mariscal, Montes. “ Misericordia”. Nº 19, 2ª Ép.
[lxvi] Sordo, Felipe. “ Retorno”. Nº 34, 1ª Ép.
[lxvii] Paz Pasamar, Pilar. “ Poemas de Otoño”. Nº 36, 1ª
Ép.
[lxviii] Baena, Antonio Luís. “ Reja”. Nº 34, 1ª Ép.
[lxix] Mariscal, Julio. “ Poemas a Soledad XIX”. Nº 22,
2ª Ép.
[lxx] Ruiz Copete, Juan de Dios. “ Al borde de las
estrellas”. Nº 16, 2ª Ép
[lxxi] Gomis, Lorenzo. “ La paz del pueblo”. Nº 11, 2ª Ép
[lxxii] Capote, Higinio. “ Viejo jardín”. Nº 24, 2ª Ép.
[lxxiii] Del Valle, Adriano “ A Rosa María, en las flores”.
Nº 17, 2ª Ép.
[lxxiv] Conde, Carmen. “ Hay
tibias rosas negras”. Nº 8, 2ª Ép.
[lxxv] Alberti, Rafael. “ A Cádiz…”. Nº 22, 2ª Ép.
[lxxvi] Caballero Bonald, J.Manuel. “ La casa”. Nº 12, 2ª Ép.
[lxxvii] Jiménez, Juan Ramón. “ La acacia de Padrediós”.
Nº 18, 2ª Ép.
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