EL PAISAJE EN LA REVISTA CANTICO
EL GRUPO CÁNTICO
Mientras en Europa, en palabras de
René Huyghe[i]:”
Las artes habían sido sacudidas por el choque de la guerra hasta en su razón de
ser”, provocando unas perspectivas y caminos bien distintos de los que soñaran
las vanguardias desde el punto cero de la desolación que tan bien representara
Max Ernst en su cuadro Europa después de la lluvia, 1941; en España, asolada tras la guerra civil, en todos los
sentidos, el desastre había llegado a lo más profundo de la paramera, su
esterilidad creadora.
En el ámbito poético, dos revistas Garcilaso
y Espadaña, nucleaban la poesía de los años cuarenta: una
desde el oficialismo militante de los vencedores, cultivadora de una poesía
seca y fría, de rígida perfección formal, ausente del tiempo y la otra,
pretendida opositora, postulante de un falso existencialismo y una
patente despreocupación por lo formal.
En ese ambiente nace en 1947 de manos
de un grupo de jóvenes poetas cordobeses todo un proyecto literario de renovación
de la poesía andaluza y española: Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente,
Mario López y Pablo García Baena, crean CÁNTICO , una Revista que
nace sin ningún apoyo oficial, acosada por la censura,” en una ciudad cerrada si no hostil” ,
como dice Pablo García Baena[ii], que la define
como plenitud “de libérrimos versos
derramados cuando todo se medía en imperiales endecasílabos, goce de los
sentidos en la larga abstinencia de la posguerra, cultivo de una actitud
estética independiente”. Nadie mejor para definir las circunstancias que
rodeaban a Cántico que uno de sus mejores conocedores: Guillermo Carnero [iii],
que nos dirá que “ es admirable que la llama de los jóvenes que fundaron
Cántico supiera nadar por el agua fría de Garcilaso, de Espadaña, del existencialismo
impostado y del mesianismo político” .
Cántico más que una revista o un
grupo, fue, en palabras de Pablo García Baena[iv] : ”
Un himno a la dicha de vivir, desde la desposesión y la elegía” .
Las características de su lenguaje
poético son: el ahondamiento en búsqueda de la palabra justa, el intimismo
llevado como experiencia hacia un paganismo carnal, el dominio de la imagen y
la metáfora, la reivindicación de Góngora y del ritmo sugestivo y
caudaloso de los poetas de la Generación
del 27.
De nuevo García Baena terminará de definirnos su poética:
“ Desoyendo a Ortega los poetas de
Cántico hicieron una poesía expresamente impura e intensamente humana, visual,
una plenitud armónica de intelecto y sentidos”.
Vitalismo irrenunciable
que hizo decir a Ricardo Molina: “Otra sabiduría no quise...”
EL PAISAJE EN CÁNTICO
En esa poesía visual, y desde
ese marco intensamente humano, es evidente que la poesía de Cántico
llevaría la eclosión de los sentidos a la Naturaleza de la que participan dionisíacamente,
al paisaje tan cercano, tan mediterráneo, alcanzando la emoción
cezanniana “de la acentuación poética de la verdad
natural” radicada en el Paisaje y
cumpliendo aquello que decía Azorín [v]: “ Hace tres
siglos un poeta contemplaba el paisaje y lo describía impersonalmente...Ahora
no, paisaje y sentimientos son una misma cosa..” ratificando al mismo
tiempo las palabras de Matisse en sus Notas de un pintor : “ los
artistas que se apartan voluntariamente de la naturaleza están de espaldas a la
verdad”.
No, no podían vivir de espaldas a la
verdad que los hacía dioses y en las
páginas de Cántico[vi] leemos las más hermosas palabras para ese
paisaje, que se convertía en algo visual, tangible, intensamente vivo: desde el
Sur a la noche pasando por el silencioso campo andaluz y la exaltación de los
sentidos hasta los paraísos de sus huertas y jardines.
El Sur como coordenada absoluta de la
dicha, como ámbito sublimado del goce, como referente estético e irrenunciable
historia, será elegíacamente evocado por
Juan Bernier[vii]
:
“ Sur, inmenso Sur, con el mismo
rostro en los huertos del Hedjaz
donde el agua es como una muchacha a
quien cuida un amante
donde cada gota es como una moneda de
oro que el avaro guarda en su cántaro de barro.
El mismo en los jardines de Granada
donde sólo se oye la líquida voz de las fuentes,
en los parques de Sevilla entre cuyas
sombras crece el hormigueo burbujeante del sol,
y más allá, en la tentación desnuda
del seno azul y lechoso de Nápoles,
en el que las sirenas y las estatuas
yacen sepultadas bajo
el abrazo verde de las algas....”
(CANTO DEL SUR)
El jardín como paraíso íntimo, el paisaje más delicado donde
mármoles y bronces pugnan en el rumososo silencio sombrío con el esplendor
glorioso de la luz y los perfumes, la absoluta riqueza sensorial.
Julio Aumente[viii] nos transmite el instante del azahar en la
geometría del boj. :
“...Y otra vez los naranjos, están en
flor y esparcen su perfume
por los cuadros cuidados de bojes y arrayanes
formando laberintos y estrechos miradores....”
(CÁNTICO SIN NOMBRE).
Mientras que en PabloGarcía Baena[ix]
sentimos la decadente
frondosidad de sus umbrías:
“...Ella tenía en sus labios el sabor
corrompido de las hojas caídas
y subía por sus venas ardientes, como
savia,
la humedad del jardín, los muros
derribados coronados de yedra
y el selvático canto del árbol
elevando en la tarde su arpa sollozante...”
(ÁGHATA).
El paisaje urbano, en su trama y
sobre todo en su permanente conexión con el paisaje exterior, el campo y la
sierra tan cercanos, nos es acercado con sorprendidos ojos filiales...
Así ve la ciudad de Córdoba Julio
Aumente[x]
“ Desde este mirador veo Córdoba: Sus
torres
y sus casas bañadas en el sol de la
tarde.....
Por la campiña se vuelve el aire
tenuemente violeta
y en la sierra los montes oscuramente
azules....”
(PAISAJE CON CAMPANAS).
Y ésta es la visión de su Puente
Genil natal que nos da Ricardo Molina[xi]
:
“..Desde la cumbre desnuda del Cerro
de Jesús aun se siguen divisando
las blancas huertas y el Genil; al
fondo
Castillo Anzul de oro entre
olivares...”
(CARTA A JUAN REJANO).
El paisaje total, el más puro, la
inagotable fuente de los colores y de la plenitud sensorial que humaniza en su
exaltación el cósmico misterio de la tierra alzada, montes oscuramente azules o encendidos
de la sierra , en boca de Mario López:
“ Encienden las veletas sus barrocos
santelmos
- gallos y ángeles de herrumbre- en
el relámpago azul de los olivos
y por Sierra Nevada el arco iris
sangra el plomizo otoño de las nubes...”
“ Y amapolas lejanas temblaban
encendidas
por los pueblos del llano y a sus
pies el tremendo
fantasma de la sierra la miraba con
ojos/ de remotas hogueras....”
(ALBADA)[xiii].
Mientras, Juan Bernier [xiv] ,
da plenitud a los sentidos con su visión:
“ Lejos, entre los montes y los
riscos dorados por la miel de la jara,
donde huele el romero y los pinos
estallen
con su verde cohete sobre el azul del
cielo...”
(SIERRA).
Y Ricardo Molina[xv] nos emociona luminosamente :
“ Al mediodía lumbres
destellan las mil hojas
del espeso avellano.
Desde fragantes jaras
a mi llega el arrullo
de acongojada tórtola...”
(SANTA MARÍA DE TRASSIERRA).
La profunda y feraz campiña, tan plásticamente definida en los versos de Juan Bernier [xvi] :
“ Vemos allá entre los tarajales y
las adelfas amargas
cuando no hay flores ni rocío, sino
ardor de hojas y ramas asfixiadas,
cuando muere la hierba entre el
estallido de las libélulas radiantes
y los insectos rojos pregonan el
parto múltiple y alborozado de la tierra.”
(TIERRA DE AMOR).
A la que Mario López detiene en el
vuelo de un instante:
“ Mirar los surcos, mirar las palomas
de la campiña trasvolando alcores
de noviembre, el invierno de las
nubes
a sol traspuesto, los silencios del
oro....”
(GEÓRGICA DE NªSRA. DEL CAMPO)[xvii] .
O en los preludios del crepúsculo presentido:
“ Porque ya el mar de los trigales
arrojaba en la playa sus perros olvidados
que venían ladrando a Venus por la
baja marea de los caminos...”
(CALLE DEL CAMPO) [xviii]
O en el paisaje fluvial trasvisto por
Ricardo Molina [xix]
:
“ ...A través de los juncos
salpicados de lirios amarillos,
a través de las vides silvestres que
sombrean la orilla del río
a través del romero marchito y de las
adelfas rosadas...
(SECRETOS).
La luna es el centro del paisaje
nocturno, portadora de un misterio antiguo y mágico que tan leve y tan certeramente describe Ricardo Molina [xx]
:
“ Espesa,
oscura,
insondable
es la montaña.
Inmóvil
a la luna
se abre.”
(SERRANA).
Y con la misma contundencia y
concisión, Julio Aumente[xxi] nos vuelve a definir ese cósmico instante:
“ La luna en su menguante
roja se nos ofrece
como fruta lejana
que estrellas paladean.”
(PASEO MARÍTIMO).
Y tras la noche, la
aurora a la que Pablo García Baena [xxii] tan plásticamente describe:
“ La aurora, en luminosas yuntas
ígneas
abre los surcos pálidos del cielo,
y el sol, como perla friolenta en la
árida mano del espacio....”
(NARCISO).
[i] Huyghe, René. El Arte y el Mundo Moderno. Planeta.
Barcelona.1977.
[ii] García Baena, Pablo. Cincuentenario de Cántico,
Conferencia. Residencia de Estudiantes.Madrid,1997.
[iii] Carnero, Guillermo. El Grupo Cántico de
Córdoba.Ed.Nacional. Madrid.1976.
[iv] Conf.cit.
[v] Azorín. El paisaje en versos. ABC. Madrid,2 de agosto
de 1912.
[vi] La referencia a los poemas se hace con expresión de
número de Revista, etapa y fecha.
[vii] Nº 1, 1ª Época. Octubre 1947
[viii] Nº 2, 1ª Época. Diciembre 1947
[ix] Nº 1, 1ª Época. Octubre 1947
[x] Nº 4, 1ª Época. Abril 1948
[xi] Nº 6, 2ª Época. Febrero-Marzo 1955
[xii] Nº 2, 1ª Época. Diciembre 1947
[xiii] Nº 2, 1ª Época. Diciembre 1947
[xiv] Nº3, 1ª Época. Febrero 1948
[xv] Nº 1, 2ª Época. Abril 1954
[xvi] Nº 5, 1ª Época. Junio 1948
[xvii] Nº 5, 2ª Época. Diciembre 1954-Enero
1955
[xviii] Nº 6, 1ª Época. Agosto-Septiembre 1948
[xix] Nº 5, 1ª Época. Junio 1948
[xx] Nº 8, 2ª Época. Junio-Julio 1955
[xxi] Nº 11-12, 2ª Época. 1956.
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