EL AMOR Y LA POESIA
Así tituló
Vicente Aleixandre su discurso de ingreso en la Real Academia
Española de la Lengua,
concretamente: Vida de/poeta: El Amor y la Poesía, titulo que parcialmente
aprovechamos para encabezar este artículo, que desde luego no ha bebido
en las sabias fuentes de aquel; pero que tiene por contenido un aspecto
parcial que
glosaba desde la metafísica poética el
protagonismo del hombre en la poesía y la influencia del amor en ella. Ya
que la poesía de Vicente Aleixandre está movida por una infinita y estremecedora pasión
amorosa, por temas eternos, elementales y profundamente humanos, así dijo que “La poesía empieza en el hombre y concluye en
el hombre “. Y en el núcleo del hombre se reproduce esa fuerza, que si en
el poeta de Sombra del Paraíso, adquiría aspectos telúricos, en la mayoría de
los humanos , da sentido a sus vidas y a los poetas una de las constantes
argumentales de su obra. Por eso la
poesía asume cuánto de sublime tiene el corazón del hombre, así como cuánta desolación
le produce este profundo sentimiento que desde siempre ha movido al mundo.
Y dentro
de los parámetros en los que nos movemos
en esta sección, es decir sin excesivo acartonamiento profesoral y ningunas
rigideces eruditas, traemos una variada floresta de libros de poetas actuales, en los
que el amor luce como elemento destacado con esa fuerza que si no mueve al
mundo si hace que los poetas escriban hermosos versos sobre los mármoles del
altar de Eros.
En su reciente
Antología “Baladas de la memoria”,
del poeta chileno Pedro Lastra, el amor,
el tiempo del amor, ocupan un lugar primordial
en sus versos; mas de una forma singular:
dotando al poema de una honda perspectiva en la que espacios y tiempos se
entrecruzan en una labor que huye del vacío. En solo dos versos, una
definición: “Dolor de no ver juntos/ lo
que ves en tus sueños.” .La hermosa
elaboración de la ausencia: “…nunca eres más bella que cuando sé que
eres/ la que no está conmigo…”, “…cuando
el viento derrama/ tu cabellera sobre mi memoria.” y el
encuentro, felizmente cantado: “… la rosa
de tu cuerpo,/ tan viva,/ desplegada/ latiendo en cada uno de mis cinco
sentidos.” y anclado en el deseo de su eternidad en dos sencillos y hermosos versos: “ Quiero ser inmortal/ para seguir amándote.”.
En su “opera prima”, Compañero enemigo, Juan Antonio Bermúdez, nos habla cómo
“Una mujer y un hombre alumbran/ con
la luz de sus ojos/ el agujero negro de los siglos.” en la confabulación del amor que “…en ese tacto, luego reiterado/ hasta la confusión
de los dos cuerpos, reconocieron un idioma antiguo;/ tal vez, sólo tal vez, se
comprendieron”; mas la vida es a veces cruel y exigente y como las
ciudades los cuerpos y las almas están llenas de heridas: “Déjame que te abrace todavía/ sobre estas
escaleras y estos puentes,/ sobre esta herida abierta…” para seguir
viviendo “ cuando nuestra memoria quepa/
en una fotografía en blanco y negro..”
El poeta de Arcos, Manuel
Senra, en su reciente Antología Personal,
en la que toca todos los registros temáticos de su obra poética , siendo quizás el amor incardinado en una
cierta meditación existencial característica elemental de su poesía. En un soneto dirá del amor: “El amor es prisión, gloria y tormento,/
rosa callada o pajarillo herido…”, en otro hablará del triunfo del amor : “ En el hondón del alma tengo vida:/
besos de amor febril y mil canciones…” , mientras dirá en Mujer : “Abro de par en par los párpados y
veo/ cómo tu luz me alumbra por entero. /Y tu presencia brilla en las paredes
cuando/ la fuerza de tus manos enciende las estrellas.”, para terminar el poema Cerrados con estos dos versos: “Se miran aún sin verse, se aprisionan,/
allí cerrados en un largo beso.”
En Ocho islas y un
invierno, de la
aragonesa Marta Navarro, la
intensa presencia del fuego del deseo es patente desde
los primeros poemas del libro: “He
llegado al embarcadero de la noche,/ desnuda y con hambre de luz./ Ya nada
podrá detenerme.”, dirá a modo de manifiesto y esa voluptuosidad se
manifiesta “Bajo las dunas de tus ojos..”
, “…Al anochecer,/ tus caderas señalan el camino/ de la pirámide roja…” cuando
“ Atardece en la colina de tus labios”,
y “ Un horizonte de nubes/ ilumina el
camino hacia tus caderas/… /En las dunas de tu piel/ se detiene la nieve/ que
mi cuerpo derrama/…” llegando a la profundidad del amor “ Bajo las faldas de Liuba/ unos dedos de agua/
descubren húmedos/ y ovalados caminos./Susurros de placer brotan/ de sus
caderas de arena y menta…”
El amor tardío, su descubrimiento, da lugar en la poesía de Luís
Rosales a Diario de una resurrección, quizás la obra más peculiar del gran
poeta y un libro de amor esencial en la
poesía española del siglo XX, según Félix Grande, que Visor ha tenido el
acierto de reeditar. En todo amor hay un deslumbramiento primero: “ Como la ausencia en un cristal que no se
empaña/ estoy viendo tus ojos cuando cierro los míos/…/ y me miraban ya con ese
mandamiento que es igual que una esponja,/…/
Y recuerdo también que aquella noche/ -creo que era el 29 de septiembre-
/tus palabras eran de lluvia,/ y/ sin embargo/ en ellas pude ver hasta la
sombra de tus huesos./…/ y tus ojos me miraban lavándome/ el estupor a tientas
que es la vida…” . Momentos para siempre decisivos: “…yo recuerdo que la primera vez que hablamos/ me mirabas con tal
intensidad/ que te quedabas añadida a mis ojos…”. Los ojos, la luz cierta,
la ventana no sólo del alma sino del tiempo no compartido y del tiempo futuro: “…te quiero tanto que cuando sigo tu mirada
puedo llegar hasta tu niñez/ pero también hay veces, muchas veces, que al
mirarte te estoy profetizando…”
En Viento de cuchillos,
Rocío Hernández Triano nos traslada al tiempo del dolor. En la primera ese viento
turbador del amor se define en su primer
poema: “Es el amor un viento de
chuchillos/ y una alberca de fango el abandono…”. Están pues, presente los
polos opuestos el amor y el desamor; la presencia y la ausencia, el haz y el
envés…: “En una misma cama, dos orillas distintas,/ soportan el silencio los
amantes./…/ Pero ninguno duerme,/ pero ninguno besa/ o llama/ o roza; …” .
Y es tan presente el polo negativo, la pérdida del amor que se eleva el
lamento: “Porque voy a estar sola/ porque
estaremos solos/ y ciegos y desnudos/ como todos los muertos…”. La muerte
del amor tras la que en un poema las palabras adquieren un valor iconográfico
más potente, imágenes riquísimas que alzan en su plástica el fulgor doloroso de
la pérdida: “Carcoma./ Helada
mariposa./Cien pájaros de escarcha/ contra un cielo de ceniza./ Negro pez de
las sombras./ Araña/ que enhebra tenebrosa/ con sus hilos de muerte/ la
malherida fe de los amantes…” .
Y si en el poemario anterior es tan poderosa la fuerza de la desolación del amor, parodiando de
alguna manera aquel título de Vicente Aleixandre La destrucción o el amor, Juana
Castro en su reciente Antología Heredad,
incluye los mejores poemas de Arte de
cetrería, sin duda uno de los mejores
libros de la poesía contemporánea española. Construido como una alegoría del
amor imposible, la autora lo define como “Algo
muy cercano, creo, a la mística. Porque la mística es eso: el amor sin
esperanzas de consumación”, en el poema
Del águila calzada leeremos: “ No soy
dueña de mi, pues es mi dueña/ la dueña del amor y de la vida/ tan cercana y
ausente como el sol, / al ala de mi espejo, reflejada.”
Hemos pues, partiendo del fulgor metafísico de la poesía amorosa
de Aleixandre, llegado a la patente realidad metafórica del amor imposible,
pasando por los diversos estadios de este sentimiento nutricio de la poesía que
es el amor, en su exaltación, en el deslumbramiento y en el desamor. Un ciclo
del que en la ingente literatura universal existen infinitas posibilidades de composición; pero
que nosotros hemos querido elaborar con materiales creativos recientes, dando
así una visión a la poesía que se hace en estos momentos.
F.Basallote
Libros citados:
Balada de la Memoria, Pedro Lastra.
Pre-Textos.
Compañero enemigo, Juan Antonio Bermúdez.
Libros de la Herida.
Antología personal . Manuel Senra.
Ed.Moreno Mejías.
Ocho islas y un invierno. Marta Navarro. Ed.El Desembarco.
Diario de una
resurrección. Luis Rosales. Visor.
Viento de cuchillos. Rocío Hernández
Triano. Ed. En Huída
Arte
de cetrería .(En Heredad. Antología) Juana Castro. Ed
.Fundación Lara
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