SOMBRA DE LA MEMORIA
Una vez más el retorno, el recurso a la memoria como instrumento
esencial de una poética, como uno de los pilares sobre los que descansa la
bóveda lírica. Quizás el más importante, pues qué es la poesía erótica sino el
recuerdo de un gozo, elegía al fin y al cabo, y acaso la poesía en todas sus
manifestaciones no está soportada en el recuerdo de las emociones que
conmovieron al poeta. Para Juan Gelman:“La poesía es memoria de la sombra de la
memoria” y Borges , el cantor del
paraíso perdido, dirá: “somos nuestra memoria, somos ese quimérico
museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos” .
Mencionaremos a tres poetas que en sus más recientes obras
recurren a la memoria: Tomás Segovia, Carlos Clementson y Francisco Mena
Cantero. Tomás Segovia, (Valencia ,1927)
ha sido una figura fundamental de
la poesía de México adonde llegó exiliado con nueve años y donde vivió hasta
1985 que retornó a España.).Su última
obra es Aluvial
(Poemas 2007-2008), editada por Pre
Textos. En una de sus cinco partes Volverse a mirar hay como un retorno al
pasado, llegando con toda su fuerza vivencias, tiempos y espacios gozosos y
doloridos, así dirá “La evocación es
siempre turbadora…”, y al recordar la infancia: “Inaplacable infancia/…/ Pero cierto también/ que no me he consolado
nunca/ De aquellos días frente al precipicio/ En los que fui eterno…”. Tiempo
de dichas: “Hubo un tiempo en el que el tiempo nos trataba/ Como a las
bienaventuradas criaturas/ Que él mismo había criado…”, aunque en el fondo: “Lo que quisiera yo no es acordarme/ Es
colgarme apoyarme aferrarme abrazarme/ Sentarme encima de las viejas horas…/”, para
.que de nuevo aquello que pasó se detenga en ese espacio de la memoria…
Ediciones La Palma en su Colección Retorno nos ofrece una edición actualizada de Las olas y los años .Antología poética (1964-1984) de Carlos
Clementson,(Córdoba, 1944) . Es volver a oír al poeta evocar aquello que le fue
segado “Pues tu me diste todo lo
que era tuyo: el viento/ sonando en los olivos…” por lo que “…Nunca fui de tu mano; nunca te enseñé el mundo.”Elegía
que brota ante la propia imagen “ ... me
miro ante el espejo/ mientras me peino, absorto,/ y en el cristal distingo
aquel fulgor caoba/ como una llamarada, mansa ya por el tiempo,/ del pelo de mi
madre..” a la vez que
encomienda “…mis años/ -la flor de mi
memoria-/ al fervor soterrado/ de unos pocos momentos verdaderos.” entre
ellos: “..el ruiseñor cantando del Huerto
de la Rueda,…”,
“…el suave tacto madre/ de la piel de la noche…” “…viejos exvotos/ de un culto
sin objeto…”, “ ..de todo lo cual queda, como imborrable seña/ de identidad/ un
poco de ceniza/ al borde de los párpados…” evocando, - siempre la
evocación el retorno sumergido en el deseo inmanente de permanecer- , “..hasta con fe/ y sin resentimiento/ quizá con una
tibia melancolía en la voz,/ esos días azules y este sol de la infancia..”, en
su extraordinario poema Las olas y los
años que da nombre al libro retornado.
En Escrito en tierra,(Ediciones Vitrubio), de Francisco Mena Cantero
(Ciudad Real, 1934), hay una preponderancia de la memoria, lo vivido de pronto
exultante en la luz, en la misma luz donde surgió la fuente primera, el gozo y
el dolor de la tierra y en ese retorno a lo elemental que trasciende de la
elegía. Tiene el libro dos partes, en las que el poeta modula y fracciona su
nostalgia, como escalando el tiempo de su canto en dos escenarios unidos en la
emoción pero graduados en la intensidad .En la Primera Parte, volcada al
espectáculo de la
Naturaleza en la que ese retorno a la tierra culmina en el
poema Elogio del campo, en el
que dice: “Aquí las cosas/ poseen nombre propio: / árbol el árbol, luz/ la enorme
claridad como enceguece; / o montaña, el latido distante de la tierra; / y amor
esto de del hombre/ de consumirse en otra vida./ Aquí la eternidad se agranda…”
, en intensa emoción y goce . La segunda parte, es la vuelta a las vivencias
primeras: el pueblo, la casa, el paisaje , a los que regresa el poeta en la
misma memoria que a veces se hace lacerante: “ Diría / que soy un barco a la
deriva/ un espectro en las calles de este pueblo…”, con una dificultad para
identificar emociones pasadas : “ Ando
por esta casa y no me encuentro…” , como no encuentra el tiempo que se fue:
“ Hoy el tiempo no está./ Se ha acurrucado
en el reloj/ y se esconde en la esquina de la luz…/”, mas el poeta necesita
“… asirse/ a la fugacidad del tiempo, / a
las míseras cosas que se dicen/ cuando uno está sentado/ al borde del camino…”
y de alguna manera reconocer que “
Recordar es un goce que restaña/ las crueles heridas de los días…”
Tres poetas que vienen de distintas
lides poéticas, de distintas concepciones del canto; pero que unifican la voz
acudiendo a la luz ineludible de la memoria, la segunda y única vivencia del
gozo y del dolor.
F.Basallote
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