sábado, 21 de diciembre de 2013

ARTÍCULOS. UNA POÉTICA DE LA DESOLACIÓN





UNA POÉTICA DE LA DESOLACIÓN











Ningún cuadro como "Europa después de la lluvia" de MAX ERNST, representa mejor la situación de desolación que amenaza el mundo y que los poetas sensibilizados denuncian en sus poemas. El tema ha sido un recurso común en la historia de la poesía. Desde aquellos extraños libros del medievo, los llamados Danzas de la muerte, en los que había una desesperada llamada a ese tiempo de ceniza que precede a todo fin, al Dies iraedel franciscano Tomás de Celano a la poesía de Paul Celan y su invocación de la ceniza, pasando por poetas  como Alejandra Pizarnik : “En mis huesos la noche tatuada/ la noche y la nada…” o Antonio Gamoneda: “ ..la desaparición envuelve la ceniza de mi rostro…”, la inminencia de la destrucción ha levantado en el poeta el grito unánime de salvación.


La editorial granadina Valparaíso, ha reeditado recientemente el primer libro de poemas de Andrea Cote Botero. (Colombia, 1981),.  Puerto calcinado” (Universidad Externado de Colombia, 2003), que bajo el nombre de Porto in cinere, fue publicado en Italia en 2010, obteniendo el Premio Citta de Castrovillari. 
Puerto calcinado es un poemario enigmático y a la vez de una precisa claridad en la que la perennidad de la palabra se eleva sobre las contingencias del devenir en una sublimación poética de la desolación.  En ella  la memoria  vuelve a tiempos perdidos: “…dábamos la espalda a la casa de piedra de mi padre/ para ondear faldas floreadas/ y de luz/ en nuestro puerto calcinado/…” de los que queda a salvo del olvido tan solo lo elemental, el esquema seco de lo inerte: “ Ya no requieras , María,/ el alma de las cosas desprovistas,/ que no son más que huesos de esta casa muerta./…” , y lo elemental:   “Madre,/ recógeme el sonido de la lluvia en el tejado del abuelo…”. Memoria  que  se hace exigencia vital: “…esta tierra que es la sed que vivo/ y el lecho en que la vida está enterrada./…”  y al mismo tiempo “ …esta tierra es una herida que sangra/ en ti y en mí/ y en todas las cosas/ hechas de ceniza…”. Lugar, sin embargo,  para la consagración del amor: “…Yo sé del animal que te devora/ pero el amor es un hueso/ que rompe todos los lados del cuerpo./…” , aunque  “…Es inconveniente tu cuerpo/ que sucede en lúcida desnudez/ y multiplica al deseo/ como una bandada de palomas espantadas.”. Y   “En esa travesía, / en que la otra orilla nos desampara,/ descendemos a la noche con ansia de amante.”, mas permanece  en la tierra seca la presencia temblorosa del pavor al vacío:  “Temo que el infierno sea tan largo como el silencio de Dios…”


En Cineraria,(Ed.Amarcord, 2008), Juan Soros ( Santiago de Chile, 1975), nos sitúa en el día en que los siglos se reduzcan a cenizas, con un lacerante y extremo gemido de desesperación que hacen de este poemario un importante hito en el panorama poético actual en el que instala su desolación con una evidente fuerza que sólo surge del centro mismo del fuego de la verdadera poesía. En este poemario, tensa hasta el límite el lenguaje de la culpa , la palabra  es el residuo de todo lo que ardió, la ceniza aún incandescente de una lengua de fuego destructora: “Asediado por la muerte/ el silencio está en llamas..”, “Cegado por la noche, sólo/ me resta tu sombra/ en cenizas…”, “ Me golpeaste con tu cayado, /pero de mi roca/ solo pudo brotar ceniza…”, “…este es mi holocausto de cenizas.”, un destino en la destrucción : “Tierra del abismo de tus tinieblas/ es la ceniza a la que regreso.” En tanta desolación, “…llagado y pestilente,/ vago por la ciudad desierta...”hay sin embargo un remoto lugar para la esperanza: “Encadenado aquí abajo/…/ solo añoro tu voz repitiendo: / Algún día / saldremos de aquí.”


Para José Emilio Pacheco (México, 1939),  la Naturaleza en todos sus aspectos y especialmente en aquellos en que se nos muestra frágil y caduca, está presente en su poesía, así en el poema Ciudad maya comida por la selva de su libro “Islas a la deriva”  dirá “De tanta vida que hubo aquí, de tanta/ grandeza derrumbada, sólo perduran/ las pasajeras flores que no cambian.”, flores simbolizadas por la camelia en el poema de Los trabajos del mar, Perduración de la camelia: “ Bajo el añil del alba flota en su luz/ la camelia recién abierta/…/ a los tres días de su nacimiento/ se desmorona en pétalos sombríos,/polvo que se hace tierra y de nuevo vida.” Ese amor por la naturaleza  enlaza coherentemente por su preocupación por la destrucción del mundo, un ecologismo no superficial ni coyuntural sino inmanente con su propia concepción poética y que en el poema El pulpo del citado libro anteriormente se expresa así:   Oscuro dios de las profundidades,/ helecho, hongo, jacinto,/…/ Qué belleza nocturna su esplendor si navega/ en lo más penumbrosamente salobre del agua/ madre, para él cristalina y dulce./Pero en la playa que infestó la basura plástica/esa joya carnal del viscoso vértigo/ parece un monstruo. Y están matando/ a garrotazos/ al indefenso…”   

  José Cabrera Martos (Jaén, 1977 en  Goethica, nos muestra   no sólo su solidaridad sino su vivencia poética con la tragedia histórica del pueblo palestino. No hay poeta  auténtico que no esté comprometido con su tiempo, ya dijo Mario Benedetti que “El verdadero artista es siempre comprometido...” En ese sentido en este poemario nos muestra una visión poética ampliamente humanista, en la que el problema palestino es un aspecto más de la inacabable sucesión de crímenes contra la Humanidad,  así dirá :  “ [ Perdón, he recordado Polonia como pudiera decir Sarajevo, Nueva York, Munich, Bagdad o el Abismo bajo los dioses que aprietan ¿Pero no ahogan?] ,  y en base a esos recuerdos, a esa intensa emoción dolorosa ,  escribe como respuesta personal idéntica a la pregunta de José Ángel Valente: “Y después de Auschwitz/ y después de Hiroshima, cómo no escribir.”  En la escena  “Casida entre dos mares y un lago” : “… Hoy es de plomo mi azul y mi esperanza carencia…”. En su segunda escena Jerusalén, irónicamente precedida por la cita bíblica del Éxodo: “Si escuchareis mi voz  y observareis mi pacto, seréis para mi entre los pueblos la porción escogida ya que mía es toda la tierra.”, hace referencias  a dos fechas fatídicas para el pueblo palestino, 1967 y 2006:  “1967: Ved esta herida afilada de pánico verde y abierta… Treinta/ noviembres de oasis amurallados hacia el horizonte…/…/…y en 2006 en cinema vuelve la estrella de John Wayne, el cowboy mesiánico…”  cerrando el poema con: “Todo queda en silencio: Entra en escena Pilatos”, en clara alusión a la indiferencia del mundo occidental a la masacre. Lam escena tercera, Gaza, es quizás dentro de esta poesía acerada y lacerante, un islote de lirismo, cargado de cierta nostalgia:  “ …por este cielo, que un día fue azul o eternidad para ser hoy ortiga…”  y es un fuerte grito de dolor: “Cerca del mar, a mitad de un te quiero/ se nos escapa la vida, la erótica/ entrecelada, y ahora sólo desnuda,/ tu piel,/ cae declinada no en “amor amoris” sino por copos de fósforo blanco…” Su cuarta escena Check point en Ramallah, Gaza ¿O Berlín? es una continuación de la ignominia en la que toma como metáfora una imagen de niña de puntillas  con un haz de globos sobre el muro de Cisjordania: “Pero se encuentra quieta, grisácea, únicamente lacada en el muro macizo…”. En la  escena final, Ética estoica, como despedida dice: “…Hemos llegado al final de este libro, la herida/continuará sangrando, abierta, aunque no veremos/ el último dolor que ella me causa…”
A veces la desolación es un producto de la convivencia, o mejor dicho, de la falta de convivencia en algunas ciudades de la actualidad. En una entrevista sobre su obra La ciudad (Pretextos, 2011)  el poeta salvadoreño Jorge Galán   ( San Salvador, El Salvador, 1973).    responde entre otras cosas lo siguiente: “Tenía una necesidad de decirme cosas sobre ese entorno cotidiano, sobre lo que veía en la calle, sobre el miedo que ha enfermado a esta ciudad, sobre la violencia de todos los días. Este libro es una reflexión sobre eso ”  y “La que vivimos en El Salvador, la que respiraba todos los días cuando iba al trabajo o veía las noticias o la que escuchaba en la oficina, la violencia de ir por la calle o subirse a un autobús, algo tan simple pero que en nuestro país produce una tensión constante, como si se estuviera a punto siempre de encontrarse una escena de muerte.” La niebla es la agobiante presencia de la cotidiana pesadumbre de la ciudad asediada, en la que las pérdidas elevan la categoría de  la tragedia, “La ciudad se ha reducido a un murmullo lejano…”  y en ese paisaje:” la veo marcharse calle arriba como quien ve su propia alma/ abandonar su cuerpo y ascender y perderse./…”. En  Lo real,  se manifiesta con mayor intensidad el desasosiego de una ciudad sombría: “ …la ciudad que se hundía en el fango/ como una viuda ensombrecida,…”. La vida en un barrio joven protegido por barreras  “Como una ciudad solemne de hace quinientos o mil años/ este pequeño barrio joven está rodeado de murallas…”
En esta situación de desmembramiento de un mundo, de una cultura, de una convivencia, de la vida sobre el planeta, alguien como el poeta levanta su voz profética, como último testigo ante la hecatombre .  

©F.Basallote

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