martes, 17 de diciembre de 2013

ARTÍCULOS. POESÍA DE LA COTIDIANIDAD II




POESÍA DE LA COTIDIANIDAD II














Ya hemos tocado en anterior artículo algunos poemarios que se podrían incluir  en la denominada  poesía de la cotidianidad . Hoy incidimos en el tema , incluyendo en la relación autores de acusada personalidad que tocan aspectos de lo cotidiano con su impronta , en esta corriente  motivada, sin duda alguna, por el peso y trascendencia de la actualidad en la vida de las personas y consecuentemente en la poesía, como siempre pegada al mundo..


Matar a Narciso,(Alfar, 2012), de Alejandro Pérez Guillén es una obra de madurez  y de superación. Y es en esa lucha cotidiana de superación poética donde consigue eliminar esas reminiscencias de mito de la liviandad, volviendo la vista al mundo abierto de lo cotidiano, como una especie de descubrimiento en la otredad el sentido verdadero y trascendente de su poética. Tanto es así que afirmando esa mirada a lo circundante comienza por su propia raíz en la tierra y en la historia: “En la prehistoria del hombre,/ en los hogares de la cueva/ el sueño de la tiza/ duerme fiel bajo el fuego de la piedra./…/Allí en la historia de un pueblo/late la poesía/ como un corazón en silencio.” .  Y se detiene en el paisaje, no como apropiación estética, sino como espacio común: “…/En otoño el río Ubrique es/ una mancha de sombras empapadas/ que todavía el sol no ha conquistado,/ errante hilo de sangre/ que da vida al paisaje,…”;. Sin embargo triunfa la cotidianidad,  la constancia del instante: “Ahora mismo regreso al presente./Salgo a la calle y siento el olor de la vida…” y todo se hace repique de campanas, “balada del balón en la alameda”,la lluvia haciendo caligrafía en el suelo,  “ el gris cansancio del camino…”, elementalidad cotidiana .


Manuel  Senra , en El libro de la sed, (Guadalturia, 2012), , habla de un tiempo presente, del instante de la cotidianidad, “…Viajo solo/ Pero dame, en el cuenco de tu mano, / el agua de mi sed, para el regreso.”,   aparente contradicción pero es que “…voy camino de otra parte,/ de otro tiempo de sombras….”, y es aquí donde el poeta muestra la verdadera raíz de su encrucijada, viene del pasado a otro tiempo, y en este instante  se manifiesta la constancia de la sed y la claridad del peregrinaje de la búsqueda: “ No es el agua, es la sed/ -dura angustia de dardos en mi pecho-” y hay como un presagio de futuro : “ Como si yo ya fuera…Como/ si mi boca estuviese en las esquinas/ redondas de sus besos…” , que se manifiesta en el despertar de un tiempo nuevo “En la quietud dormida de la noche/ se disipan los sueños, y amanece/. Y comienza la sed de cada día…”; un tiempo nuevo en el que  “…Aúlla la inasible sed del beso,…”


En Las palabras acostumbradas, (Guadalturia,2012) , Lola Crespo escribe  una tercera parte, “En la esquina de los días”, en la que la poesía se hace desgarradamente cotidiana, como un inventario de catástrofes, en el que la palabra yace y emerge en grito, en espejo de desolación., tiempo del Apocalipsis en el que “Tras unos ojos enjaulados/ sólo te observan tus miedos.” , aunque la palabra es aquí no solo lamento, sino denuncia como en el poema “Hora de cristales, tiempo de vidrio” en el que los desalojados del sistema, los desarraigados, tienen su representación  : “En esta hora de cristales,/ una mujer duerme/ en el cajero de un banco,/ en el centro de la ciudad./…”   Un bellísimo poema- acusación a esta sociedad mercantilizada y materialista en este tiempo, en el que a pesar de todo, “…no hay climalit posible que aísle de la nostalgia/…”  que representa el grito unánime, las palabras cuchillo para esta sociedad  en la que “un presentador de TV traduce el sonido de la muerte.” Y es que la cotidianidad , hoy, viene cargada de sangre y desgracias.


Onia Valero, nos presenta  un poemario “Galería de mundo y olvido”(Ed .En Huida, 2013) en el que demuestra con una acertada perspectiva sobre el paisaje que la cotidianidad le ofrece una poesía llena de madurez  en el camino emprendido hacia la búsqueda literaria de su verdad, que se abre ante sí prometedoramente. Se expresa en un rico lenguaje, lleno de afortunadas metáforas e imágenes que bordan el surrealismo, la fuerte cotidianidad expresada como un medio agreste, incómodo y lacerante para  su fragilidad , con el que el poeta  dialoga y a veces transmite las angustiadas cuestiones que la vida le presenta: “…/A veces quiero hablar sólo mitades/ para abrirme el hígado la sonrisa limpia/ que traza el escalpelo y ver brotar así/ el hemisferio de negrura que me completa/ en la cara lavada del espejo./…”; “…Sé que frente al espejo no soy más / que este puñado de rutinas,/ estos zapatos gastados/ y, sin embargo, estoy viendo mis ojos/ redondearse en un asombro ignoto,/….” , aunque en la normalidad de lo  cotidiano tenga que encontrarse consigo mismo en la ciudad: “ Es normal caminar y desandar/ las avenidas anchas y templadas: / Pisar como a palomas muertas, fechas/ que nos relatan quiénes hemos sido…”   ; “ ..Qué viento urbano te suspende,/ balancea tu anatomía/ de cadáver novato/ por la tarde en ciernes ./…”. Y en este escenario se hace patente la poesía: “… cuando aún/ la poesía no era el labio duro/ donde llagarse,/ la carne abierta por la que decimos./…”, que será “ Búsqueda …/…/ susurro táctil que permita ondas/ un instante…” .


En  Explicaciones no pedidas (Visor, 2011), de la escritora colombiana Piedad Bonett está presente la propia experiencia cotidiana: “Ahí están. Deambulando/ como deambula Pedro por su casa…”, dirá en “Los viejos inquilinos” , haciendo de un asunto de convivencia una meditación sobre la misma. La vida, bien  familiar :  “Al otro lado del teléfono/ mi hermana habla de fiordos, de glaciares,/ de rías, de bahías…/…/ No le digo a mi hermana lo que en su fondo sabe/ que lo que quiere atar allá se queda;…” o ciudadana : “Con sagrada puntualidad/ vuelven los mendigos a ocupar sus lugares…”, es presentada de una forma de ninguna manera indiferente.  En Cuatro historias minúsculas, partiendo de lo cotidiano, en cuatro partes distintas del mundo, llega a lo trágico. No hay como en la primera parte una especie de rutina vivencial, aquí cada poema presenta dos tiempos, una fractura de la emoción que termina en la muerte: “ Se trata de Sun Danyong, un joven chino./ Dicen que tenía veinticuatro años/ que ensamblaba piezas de aparatos electrónicos/…./Nadie sabe otra cosa/ salvo que saltó por la pequeña ventana de su cuarto de dos por dos/…/ Leo la noticia en Google…/”. O las dos caras de la convivencia: “ Era feliz/ Así opinaban todos/…/…ella /consciente de su dicha, la exhibía/ como una colegiala exhibe una medalla./…/ Él, que era desdichado, vino a saberlo tarde./ Bastó una frase, / una pequeña piedra desprendida/ del túmulo formado por los años./…”.

 No cabe duda que esta nómina  sería extensa; pero no es nuestro afán antologar, sino mostrar algunos de los poetas que actualmente ciñen a esta corriente su creación actual.

F.Basallote,



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