domingo, 24 de noviembre de 2013

RESEÑAS III. POETAS ESPAÑOLES. SUSANA BENET, "LA DURMIENTE"



LA MÍNIMA VIOLENCIA DE UN PÉTALO

Sobre  La Durmiente. de  Susana Benet
Ed. Pre-Textos, Valencia, 2013















Susana Benet, (Valencia, 1950). Licenciada en Psicología,  es una de las mejores escritoras de haikus de España, conocida por su labor de difusión de este poema japonés a través de la red y por su constante labor didáctica en talleres de haiku. Es autora de los siguientes libros de haiku: Faro del bosque, (Pre-Textos, 2006; Lluvia menuda, (Ed.Comares, 2007), Huellas de escarabajo (Editorial Comares, 2011), y numerosos  “libros de artista”, de tirada limitada, con acuarelas y haikus. Recientemente publicamos en estas páginas una reseña sobre su ´penúltima obra La quietud, (Comoarte Ediciones, México, 2013), que es como una anticipo de este poemario La Durmiente que reseñamos. Sus haikus están recogidos en las principales antologías de España como: Brisa del mar y Perro sin dueño (ambas de la Universidad de Castilla la Mancha (2007,2008), Poetas de corazón japonés (Celya,2006) y Tertulia de haiku, (El Taller del Poeta, 2007), así como en algunas obras colectivas  como el libro La muerte, (Ed. Krause, 2009), donde aparte de haiku, escribe poemas de estilo occidental.


En La Durmiente, usa el formato poético español, en verso libre, sin dejar de sentirse en todo el poemario la presencia de un hálito de instantaneidad y de contacto con la naturaleza propios del haiku, al mismo tiempo que de búsqueda de la belleza que, simple, y al estilo del gran maestro Buson se manifiesta en todos ellos. Poemas hermosos, generalmente breves, en los que el magistral empleo de la síntesis y  la sugerencia derivadas indudablemente del mundo haiku, provoca instantes poéticos de brillante esplendor, llenos de inmediatez y al mismo tiempo de una serenidad y compenetración sensorial y anímica con la naturaleza que viene de una experiencia vital y profunda en esa brisa que llega cargada de las raíces de la sabiduría de los viejos haijines.


Comienza el libro con el poema Como el vuelo que quiere ser un homenaje al poema, a su veleidosa génesis en la tensión de la palabra: “¿Por qué tira de mí/ como el vuelo de ala la palabra?/ ¿Adónde me conduce si no sé/ siquiera la intención, / ni presiento el destino que persigue?/…”.En una especie de deslumbramiento: “ Al salir del abrazo de la sombra/ penetro en la inquietante claridad./…” como dice en el poema Tránsito , llegando al descubrimiento íntimo de la luz: “…/Había otra belleza más allá/ de la simple mirada: / un gran silencio,/ una luz nueva, algo remoto/ vertiéndose hacia dentro/ abriendo otro jardín desconocido/ tras los muros del corazón.”¨, un descubrimiento que le acerca indudablemente a la actual poesía valenciana, a cuyos miembros más representativos como Eloy Sánchez Rosillo, Vicente Gallego o Antonio Cabrera  dedica algunos de sus poemas, o al malogrado José Luís Parra, a quien dedica la obra.


Poeta íntimamente ligada al haiku, no puede prescindir en su obra de la sombra del pequeño poema japonés, que aporta a toda su poesía sus parámetros esenciales como instantaneidad  y naturaleza, manifestándose en algunos poemas con toda su claridad:
“Inmóviles las hojas en sus ramas/ se sumergen en la extraña quietud/ de los troncos dormidos,…”; “…Ya oscurece. También  mi corazón, /  / cierra sus pétalos.”, claro que permitiéndose traspasar algunas de las fronteras del haiku como la presencia del yo, que se manifiesta en algunos poemas, especialmente en aquellos poemas de la memoria en los que brotan sentimientos: “Regresé a aquella casa/ donde en días remotos fui feliz./...”  ; “ Quise enterrar tu rostro apaciguado/ sobre las tiernas hojas que reposan/ con su luz sonora entre las ramas/…” ; “ Tú, que amaste la luz de las mañanas./ Tú, que escapabas ágil de agobiantes encierros,/ sé que ya no estás/ en ese oscuro hueco entre ladrillos./…”. 


Presente  la Naturaleza en la totalidad del poemario, se manifiesta en el amor a los árboles:  “ Granado florecido,/ elevas diminutas/ las llamas de tus pétalos…”  y a los animales, especialmente al gato, su doméstico acompañante, a quien dedica varios poemas:  “ Con qué fijeza el gato/ mira el árbol inmóvil/ tras la ventana/…” ;  “En los ojos del gato/ se refleja el destello/ de la luz encendida,…”; “ Qué cerca está ahora el gato/ de la vibrante luz, / del sonoro girar de las esferas.”.  Y para quien vive tan de cerca el mundo natural, el paso de los días se hace presente en las estaciones, que se manifiestan en sus poemas. Así, la primavera: “…Te habrías detenido / en el tierno rosal/ con sus primeras rosas/ apenas entreabiertas, /…”, el verano: “…Ya no fluye la fuente entre las piedras/ ni florecen alegres los frutales. / Incendia el sol la tierra y la consume, /…” o el invierno: “Bajo la escarcha, / la tierra silenciosa/ aún no ha despertado/ de su sueño invernal. /…” .


Poemario de la contemplación  de la belleza más pura: “Solo yo que contemplo/ la rama, el fruto, el pájaro, / me enfrento con temor/ a la mudable vida, / a la frágil belleza.”,  en la que la poeta desea para sí: “Que el último gesto fuera/ sencillo y sosegado, ofrenda de silencio, ligero como niebla sobre el aire. /…”.  Tan sencillo, silencioso y sosegado como este hermoso discurrir por estos poemas en los que el mundo se abre a nuestro paso con su más bello presente: la de un corazón sensible a la “mínima violencia  con que un pétalo/ marchito se desprende/…


F.Basallote


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