ROSARIO PÉREZ CABAÑAS, “MI PADRE NACIÓ EN PRAGA”
ED. EN HUÍDA, SEVILLA, 2014
Rosario Pérez Cabaña (Sevilla, 1967), es
licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Hispalense. Cursó estudios
de Doctorado sobre Literatura Hispanoamericana, y sus investigaciones se han
centrado principalmente en el proceso de las antologías poéticas en Cuba. Es
autora del libro de relatos Cinco lunas vigilan, por el que obtuvo el
primer premio de relatos del certamen Ateneo de Sanlúcar de Barrameda y con el
que fue finalista en el Premio Gustavo Adolfo Bécquer de relatos, concedido por
la Junta de Andalucía. Ha publicado el poemario Mientras tú cantas en
2007. Sus relatos y poemas se han publicado en revistas como Nayagua,
Abantos, Los noveles, Kitsch, Blanco y oro, etc. Recientemente, ha sido
incluida en la antología Literatura joven de Andalucía, editada por la
Universidad Autónoma de México.
Su obra Mi padre
nació en Praga es una especie de indagación
absoluta de la memoria usando como espejo la del pintor expresionista Oskar
Kokoschka, entrecruzando las figuras, los tiempos, los lugares; con el fin de reelaborar
la urdimbre de la trama en la que halle el camino hacia la búsqueda de sí
misma. “La memoria y su invención como
tiempo de siembra, lucidez que genera la confusión y el desconcierto de lo
recordado” dice el editor de la obra. En su prólogo, dice Ana Pérez Cañamares: “El libro es un recorrido por la irregular y
amplia geografía de la identidad, el pasado y el arte. En palabras de la propia
poeta, el material con el que trabaja aquí es la memoria: la memoria recordada,
la inventada, la perdida… Y para ello utiliza sus propios recuerdos,
entreverados con los el pintor Oskar Kokoschka y los de su propio padre.” En
realidad es una defensa absoluta del arte como herramienta esencial en la
búsqueda del propio “yo”, utilizando, al tiempo que homenajeando, al pintor
austriaco con el que simula y construye una ideal fraternidad.
El poemario está dividido en tres parte: Oscar y yo, Oscar y las memorias y Oscar y el padre; pero
transversalmente está conformado por la memoria, el arte, el amor, el tiempo,
las eternas constantes de la poesía y ese afán
de uncir el carro poético al arte, como forma ineludible de hallar una
auténtica expresión. “Estoy construyendo
tu memoria./ Intento, padre, ser niño a tu lado,/…”dirá, aunque le cueste
volver al tiempo: “ No logro recordar
cómo se recuerda/…” y “ El cristal de la tapa revela tan solo la
memoria./…”, y decir: “Todas las
torres tienen un nido de pájaros y un olvido,/…”.También en pasado, el
tiempo que lo sublima, está presente el amor: “Tú reclamabas mi cintura y yo tus nubes./ Y ardíamos y nos apagábamos
como los / y las piras funerarias./…”, que en presente nos muestra sus
incendios: “ Y cuando hayas terminado de
leer en mis manos,/ te entregaré las llaves de mi cuerpo/…”, “ …Él sabe muy bien cómo lo siento llegar
desde este sexo desmembrado /…”, holocausto y sentido del estremecimiento
más puro: “…Intento sentirte en la madera
talada y en el tallo vivo del arbusto/ sentir tus pulsos y tu sexo agigantarse/
y rozar mis rodillas/…”
La relación con la pintura se nos manifiesta: “…Con los años, he decidido pintar
solo lo que se queda en mi memoria/…” y sobre todo en la fuerza viva del color: “ Sentí el vaivén opiáceo del color,/ de la
carrera ya lejana de la llama, / de la cercanía pesante de unas / que exudaban
la pureza orgánica / del azul y el ocre./” .Y sobre todo con la
identificación con Kokoshka: “...Padre
siempre dijo que nadie puede ver lo que existe,/ salvo los locos o los poetas./¿Lo
ves, Oskar ? A veces nuestro padre tenía razón/”. La presencia del pintor
austriaco, al fin y al cabo origen de la obra, es constante, “…Más tarde mi hermano Gustv/ dibujó con zumo de uvas negras/ el contorno de
mi mano/…”, la referencia a su ciudad de nacimiento, y el incendio de la
misma: “…Desde entonces, la palma de mi
mano guarda/ el dibujo a carbón de la ciudad de Pöchlarn./…”.Y de sus vivencias,
especialmente las terribles secuelas de la guerra europea que tanto influyeron
en la obra del pintor: “…/Un hombre se acerca, se reclina/ y hiende
su hoja sin tallo y in brillo en mi pecho./…” , Habían acabado sus días
millones de hombres/ que en el momento de morir estuvieron más o menos vivos/…”
Este poemario, amplio y profundo, hermético y difícil, y al mismo tiempo
sencillo como la vida se abre a nuestras
constantes interrogaciones sobre el arte, la vida, las emociones, intentando
ser nuestro lazarillo, nuestra guía en el laberinto en que nos encontramos. Quizás
demasiado ambicioso, porque esas respuestas solo las encontraremos en nosotros
mismos, y en estos magníficos versos solo hallaremos la música que nos acompañará
en esa búsqueda. Pero es un poemario interesante,
una muestra de la poesía que se hace en esta tierra ahora, y un claro indicativo de la obra de una poeta
que entra en la madurez de su poética
F. Basallote.
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