jueves, 13 de marzo de 2014

RESEÑAS III. LORENZO OLIVÁN, "NOCTURNO CASI"



NOCTURNO CASI  de  LORENZO OLIVAN
TUSQUETS. 2014










Lorenzo Oliván (Castro Urdiales, 1968) se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo. Es autor de los libros de poemas Único norte (Valencia, Pre-Textos, 1995), Visiones y revisiones (Sevilla, Qüasyeditorial, 1995; Premio Luis Cernuda), Puntos de fuga (Madrid, Visor, 2001; Premio Internacional Fundación Loewe), Libro de los elementos (Madrid, Visor, 2004; Premio Internacional Generación del 27) y el presente Nocturno casi (Barcelona, Tusquets, 2014).


Ha traducido a John Keats, Belleza y verdad (Valencia, Pre-Textos, 1998) y Epístolas y otros poemas (Segovia, Pavesas, 2000), y a Emily Dickinson, La soledad sonora (Valencia, Pre-Textos, 2001). Coeditó Espacio Hierro. Medio siglo de creación poética de José Hierro (Santander, Fundación Marcelino Botín/Universidad de Cantabria, 2001). Sobre este autor ha publicado La palabra viva de José Hierro (Oviedo, Cuadernos de la Cátedra Emilio Alarcos, 2005) y José Hierro y el ritmo: la música por dentro (Santander, Bedia, 2012).


Ha sido incluido en antologías de poesía española como Selección nacional, La generación del 99, Poesía española de ahora, La lógica de Orfeo, Los senderos y el bosque, Última poesía española, Cambio de siglo, La inteligencia y el hacha, Las moradas del verbo o Quien lo probó lo sabe.


El poeta y crítico José Luís García Martín dice a propósito de su obra Nocturno casi,: Lorenzo Oliván ha pasado de ser un poeta fácil, que se entrega incluso en una distraída lectura, a ser otro que requiere toda nuestra atención, que no entiende la poesía como un simple desahogo sentimental, sino como un riguroso ejercicio del pensamiento. Al contrario que otros compañeros de generación, no ha querido limitarse a lo consabido y aplaudido y ha pretendido ir más allá. Pero el poeta sigue siendo el mismo en lo fundamental. Es la suya una poesía de la meditación, pero construida a través de la mirada, no de abstracciones y vaguedades pseudofilosóficas.”


En Nocturno casi,   ha ido depurando su lenguaje y expresión desde un simbolismo esencial hasta una hondura metafísica que le define como una representante del hermetismo poético. El poeta se nutre del intelecto, de la racionalidad y de la música pero también del sentimiento y las emociones que son propias del acto poético.  Esta obra consolida la trayectoria del autor y se presenta como su obra más madura y personal, al mismo tiempo que más profunda y misteriosa.


La mirada indagadora de Lorenzo Oliván, el «ojo que piensa» al que el propio poeta se refiere, se adentra en el mundo de una forma escrutadora tan especial que desviste el interior de las cosas en la búsqueda del misterio y al mismo tiempo posicionándose en el exterior contemplativo de su magia. El libro, dividido en tres partes, “Ardua trama», «Tocar extremos» y «Visión nocturna», explora los enigmas de la percepción, los sentidos, con una clara apuesta vitalista que a veces es celebración en la naturaleza y otras alucinación, a la par que en una acentuada labor de depuración poética que se acerca a la Poesía Pura de Juan Ramón.  Escapando de mí,/ fui más yo mismo./…”dirá de sí mismo,  y de su labor, en “Ardua tarea”, “...Ardua trama, mezclar aquella luz/ de aquellos equilibrios impensables,/ y tu herencia de tensa herida en pugna que se repliega para no hacer daño/ y halla, en su ocultación, hondo saber./…”, así como del objeto de la misma: “No sé que parte de la luz se filtra,/ pero la que se filtra/ quiere que yo la piense./  “, cumpliendo el fin de su poética, como dice en “Anclaje”: “…tendremos que llegar al hueso de las cosas,/ al eje de las cosas,/ al nudo de las cosas,/ como un anclaje férreo/En el mundo, y el ser, y el ser del mundo,/…”   Esa indagación penetrante es la que hace que: “¿Cada vez que tú haces/ que se revele/ aquello que se esconde/…/ se contraerá de pronto/ como en un movimiento/ de respuesta./ acercándote en parte/ oculta/desaparición?” , esa desaparición que a veces no es sino una variación de la realidad, como sucede en el poema “Mark Rothko contempla el horizonte en uno de sus cuadros” : “Allá en el horizonte/ la realidad se curva, indefinible/ y no termina lo que se termina./…/ La circular mirada que no acaba,/ que envuelve y funde al fin/ en sí lo contemplado.”  Y siempre es una búsqueda de la perfección: “ …busca la perfección/ de un círculo infinito/…” , hasta llegar  a lo hondo : “Lo hondo/ se puede vislumbrar siempre en lo alto,/ pero no ves lo alto/ en lo que está en lo hondo./…/ …que te llama/ -como en los precipicios- / desde tu propia tumba./ En donde espera” .



En esta profundización trascendida incluso en los símbolos, penetra mucho más allá de la semiología, en un territorio mucho más amplio  que el íntimo requerido al poeta:  invierte el espejo del mundo en el pozo infinito de la inasible verdad.

©F.Basallote

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