HABLANDO CON JESÚS CÁRDENAS
Jesús Cárdenas es Licenciado en Filología y profesor de Literatura. Ha colaborado en distintas
publicaciones y revistas literarias y
obtenido algunos premios de poesía.. Es
autor de los libros de poesía: “Algunos
arraigos me vienen” (Diputación provincial de Sevilla,2006); “ La
luz de entre los cipreses”, (Ediciones En Huida, 2011) y “Mudanzas de lo
azul”,(Vitrubio, 2013. Hoy nos acercamos a él indagando en su poética, y en
especial en su nueva obra: “Después de la música”
HABLANDO
CON JESÚS CÁRDENAS
Jesús,
entre “ La luz de entre los cipreses” y “Mudanzas de lo azul”, hay una gran
diferencia ya que entre ambas, manteniendo íntegras las líneas básicas de tu
poética, se palpa una ascensión en el proceso personal de tu propia
identificación poética a la par que una unificación temática ¿Podríamos decir
que “Después de la música” viene a culminar ese proceso y tiende a cerrar una
etapa en tu poética?
Como todo poeta que
escribe en un ciclo de varios años consecutivos se suele crear, sin saberlo, períodos
o etapas. Como bien dices, Paco, en mis tres libros publicados hasta ahora se
da un proceso íntimo por atrapar la sustancia poética, y, quizá, sin saberlo,
este último, venga a cerrar una etapa, pues lo siguiente que he escrito –que
permanece inédito- se encuentra a un escalón más alto en depurar la expresión y
la anécdota, en la condensación de la idea que concurría en mis anteriores
libros, aunque sin llegar a la abstracción.
De tu
obra anterior, en la que se presentaba una visión amplia, con más horizontes
del mundo, aunque también cargada de intimismo, queda una cierta visión
reducida al mundo personal, absolutamente íntima, llegando a ser, a veces
desgarradora. ¿Eso significa además una depuración interior? ¿Qué se ha caído?
Entiendo que supone
una purificación, una forma de tamizar mi interior, de atrapar mis inquietudes,
emociones y experiencias… Purgar y después sanar. Las cosas importantes siguen
estando ahí: la palabra poética, el amor, el tiempo, la soledad, el dolor, el
consuelo y la esperanza. Ahora, quizá, en poemas más limpios. He dejado atrás
las notas más pesimistas de libros anteriores; menos oscuros en el fondo.
¿Qué
significa “Después de la música” en tu poesía?
Lograr un buen título
es complicado, añade carácter a la obra. Es lo primero que puede convencer. Con
un título se busca mantener la coherencia y unidad del libro, pero, además,
debe ser un título abierto y llamar la atención a los lectores. Para el
hallazgo de este título agradezco los consejos de amigos poetas, de mi pareja y
de Alicia Arés, editora de Cuadernos del Laberinto.
Provoca una reflexión.
Este paso representa algo novedoso en mis poemarios: ponerme en contacto con el
lector mediante el descubrimiento y la libertad para transitar por el libro,
para confundirse con las distintas emociones que derramé. Como señala atinadamente
Enrique Gracia Trinidad en el “Prólogo” del libro, “cada
poema, casi cada frase ha sido un ir y venir del deslumbramiento al desamparo,
de la alegría a la tristeza, de la nostalgia a la esperanza, de los recuerdos
al olvido”.
Eres
un poeta que viene de la Universidad y de las teorías del Lenguaje. ¿Qué
significa para ti la palabra?
En la Universidad,
como es sabido, se experimenta poco por desgracia, lo que aprendes son las
teorías del lenguaje, a este respecto debo decir que han hecho mucho daño las
teorías “biográficas” o “históricas” (desde las teorías del New Criticism al Estrucutralismo),
porque no han tratado el texto en sí mismo. Me decanto por las teorías del
lenguaje poético formuladas por Jakobson y continuadas por S. R. Levin.
Es cuando sales de
esta institución el momento de experimentar con el lenguaje. Para mí reunir
palabras, conjuntarlas -tal vez sea exagerado decirlo-,
es casi una profesión de fe, de fe en la palabra y en la música. La palabra se
hace cuerpo una vez escrita. Lo desconocido no parece tener lugar si no se ha
escrito. Un par de palabras bien expresadas podrían cambiarlo todo.
Eres filólogo y profesor de Literatura, ¿hasta
qué punto ambas profesiones inciden en tu poesía?
Curiosamente el
membrete profesor-poeta tan utilizado en la llamada “Generación del 27” se ha
vuelto a poner de moda. Hay una buena revista llamada “Cuadernos de Profesores
Poetas”, editada en Segovia. Dicen que el conocimiento es un grado, pues eso.
He estudiado y he analizado los mejores poemas desde la Antigüedad, me he
acercado a la poesía de otros países y he ahondado en la poesía contemporánea
española. Puede que el conocimiento suponga un tamiz más en mis intentos de
ofrecer algo decente y no trillado en el panorama poético.
¿Qué
es para ti la Poesía? ¿Qué buscas en ella?
La poesía es un
conjunto de respuestas. Es la percepción de emociones, sentimientos y
experiencias reales e imaginarias; la creación de otra realidad más sensorial,
menos cruel; el diálogo con uno mismo de la realidad; una aventura por zonas
hostiles de la memoria de la que difícilmente salgo ileso; una búsqueda
permanente e inagotable por las palabras –mejor diré una batalla-; una cadencia
armoniosa; lo que se calla cuando se ha dicho; una lucha constante por lo
previsible… Presentimiento y nunca olvido.
Busco en ella mi
expresión, mi forma de estar en el mundo, mi forma de existir, incluso. También
busco encontrarme, hallarme perplejo en un verso y conmoverme con su luz por
segunda vez.
¿Crees
que tu poética está en el camino cierto? ¿Has explorado todos los senderos de
la intimidad?
No sabría yo decirlo,
lo que sí diría que desde la sinceridad y la honestidad trato de transitar por
la palabra de una manera seria. Es necesario preguntarse el porqué escribir
poesía antes de componer versos, mantener un diálogo consigo mismo acerca del
cauce poético. Me faltan muchos senderos por los que transitar con mi
intimidad. En lo que se refiere a los cauces poéticos, me falta la soleá, las
formas orientales, y otras tantas cuencas.
¿Qué
hay de Juan Ramón en tu poesía?
Partiendo de que
dejaríamos un enorme hueco si no nombrásemos a Juan Ramón Jiménez,
especialmente, por sus libros posteriores a Diario
de un poeta recién casado (1916), lo que me lleva a la etapa “suficiente o
verdadera”, desarrollo de la búsqueda de la belleza y la perfección, donde la
depuración es total. Me interesa el concepto de intensidad, el valor de la
búsqueda porque entiendo la poesía como un proceso a largo plazo, minucioso,
detallista hasta revivir las emociones múltiples veces. Antes de enseñar el
bonsái hay que podarlo, reconstruirlo muchas veces, dejarlo reposar.
Hoy
día, salvo contadas excepciones, los poetas jóvenes han abandonado por completo
la forma, la métrica. ¿En tu caso es una cuestión circunstancial o esencial?
Considero que habría
que escindir el concepto de “métrica” en dos: por un lado, el cómputo silábico
y la rima, que para mí no es fundamental; por el otro, el ritmo, que es
totalmente necesario. De hecho, no entiendo un poema sin ritmo. El ritmo es una
parte consustancial a la poesía tanto como la subjetividad o la intensificación
del lenguaje. La musicalidad no es circunstancial en el poema, sino determinante.
Dada su importancia, no es una cuestión que se aprenda de la noche a la mañana,
más bien se trata de un proceso indefinido, siempre experimental y nunca
consabido o rígido. De ahí que la forma deba acompañar al fondo.
¿Cómo
ves el panorama poético sevillano? ¿Y el andaluz?
Un escritor de fuera
de Andalucía me dijo una vez que si levantaba una piedra en Andalucía saldrían
al menos cien poetas. En parte me parece cierto, somos muchos los andaluces que
nos dedicamos a escribir poesía. Tal vez tengamos una especie de gen (o de
tradición) que nos lleva a envolver el lenguaje en papel de regalo (con
metáforas, empleando el ritmo…). Además de ser numeroso, el panorama poético
andaluz actual es muy atractivo. Sevilla, Cádiz, Granada y Córdoba conforman un
gran cuadrado de buenos poetas. Viene siendo histórico. Hay poetas andaluces contemporáneos
(Antonio Orihuela, Álvaro García, Felipe Benítez Reyes, Luis Muñoz, Alejandro
López Andrada, Manuel Jurado, Javier Egea, José Luis Rey, María Sanz, Josefa
Parra, Raquel Lanseros, Domingo F. Faílde, Dolors Alberola) que no pueden
pasarse por alto, y siguen estando vigentes sus libros. La cantidad y la
calidad de poetas sevillanos es bastante alta. Considero que hay buenos poetas en
Sevilla que deberían estampar un hueco en las antologías.
¿Crees
que el poeta debe definirse ante la crisis y sus consecuencias sociales,
comprometiéndose?
El poeta sabe de la
crisis y de sus consecuencias sociales. Se resiente en sus propias carnes. Todo
deja su marca. Por tanto, las preocupaciones no nos son ajenas. Ahora bien,
permíteme realizar un par de apreciaciones. El poeta, como literato que es, crea
mundos representativos de la realidad. Es un fingidor, un buen simulador y su
mirada suele tener algo de impostura. De ahí que distinga entre el autor del
texto (o persona), y al poeta. La persona se muestra comprometida con los
muchos problemas sociales que les acecha. El poeta, por su parte, tiene la
palabra, pero en muchos casos encuentra la palabra manchada por los medios de
comunicación, por la política, por la religión y por otros estamentos. Entiendo
que el poeta tiene la capacidad de purgarla y de sacarle el máximo esplendor. El
poeta puede tratar de temas sociales con mayor o menor acierto, puede pretender
ser una conciencia inquieta y una voz que evoque a las conciencias. Es lícito
que alce su voz, pero hasta qué punto esta voz no es impostada. Déjame cerrar
esta pregunta con otra pregunta, ¿cómo puede la poesía remover conciencias si
no interesa?
¿Quieres
añadir algo a estas cuestiones?
Ha sido completo y
atractivo el diálogo entablado, así que solo me queda darte las gracias.
©Francisco Basallote
Excelente entrevista, nos acerca un poco más a Jesús Cárdenas y su evolución, no sólo como persona, sino como escritor, enhorabuena
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