UNA POESIA
DE LOS SENTIDOS
Siendo la poesía
conocimiento del mundo, aprehensión de su esplendor y de sus
misterios, y siendo los sentidos la
puerta del conocimiento, no cabe duda que en toda creación poética se haya
implícita la acaparación sensual del
mundo y en el misterioso proceso transformador en el interior del poeta no caben fronteras entre lo sensorial y la
puramente intelectual, no siendo lo sensorial sino el sendero que transita el
poeta en la aventura personal del descubrimiento y que en la embriaguez de su
emoción creadora quiera hacer partícipe al mundo de sus hallazgos a través del
gozo de los sentidos. En esta revelación hay una poesía en la que lo sensual se
percibe directamente, ya que el poeta no intenta en sus versos sino definirse,
expresar la emocionada sensación de sus instantes, el maravilloso
descubrimiento del mundo.
En Huesos de pájaros,
Manuel Jurado , con su fluyente y rico
lenguaje , lleno de metáforas felices, río de versos donde los sentidos
disfrutan de ocultos reflejos paradisíacos
… “Huele el campo a roja/corteza
de alcornoque, a zarabanda y valses/ alocados, febriles….”, “La fruta que se
cierra/ y se abre como el ojo/ de una perdiz oscura/ que no sospecha el vuelo/
del azor…”, “El labio se detiene,/separa su perfume,/ saborea su pulpa/ de
cuerpo adolescente./”, “ …esa llama interior de cuarzo puro/ que fulge y se
deshace/ en una fuente ígnea…”, deja en unos cuantos poemas la espléndida
emoción del goce sensual, los olores del bosque, el sabor de la fruta que la
naturaleza oferta, la lenta delectación en su gusto…
En ese mismo sentido, Aurora Luque
nos ofrece en su libro La
siesta de Epicuro, “… esta cesta hay uvas esenciales,/cerezas
infantiles/ húmedas fresas que prometen bosques,/…” . Y este frutal contenido se derrama
plácidamente en un lento derroche sensorial, demorado en el degustar de la
crátera de los días florales y en el tacto de la luz sobre los cuerpos en la noche
que se acaba en la embriaguez absoluta de sus horas: “ A vivir y a gozar, que son dos
días/ y uno sale nublado, mi Catulo” o “los muslos relucen
embriagados:/ oro limoso, enigmas, / pirámides de luz…” por detrás
de los vehementes deseos que
provocan “…las serpientes de ámbar,/ las
medusas de fósforo, las furias…”, “...sus aullidos carnales…”
En La aljaba de Eros,
Daniel Lázaro Abolafio , en un poemario de hermosos sonetos, habla de la sensación del tacto en las
caricias :“Delicado placer gustoso y quedo/ que se enrede en mi mano tu melena,/
silencioso placer y dicha plena/ que se enrede en la mano, en cada dedo./”y
del fuego amante de sus ojos: , “Quiero que me abaniquen tus pestañas/ con la
gracia ligera, casi alada,/ de esos ojos que entornas descuidada/ ignorando
quizá tus propias mañas.” o “Tienes que controlar la llamarada/ de tus ojos
quemantes, porque luego/ ya no querré abrasarme en otro fuego…/”
Aunque el tacto, la sensación del tacto, se sublima cuando se
abre como un océano de sensaciones ,
como ocurre en el poemario de un fino erotismo de Nerea Riesco, Desnuda y en lo oscuro: “…el mar que soy lame tus orillas, / te
recubre de agua, provoca sacudida de olas, / te arrastra a lo más
profundo…/hasta que pueda escuchar un murmullo de caracolas/ anunciando que vas
a espumarte en mi…” ., “Vivo y muero
febril, jadeante,/ escuchando susurros en verso/ hasta que el vientre se me
vuelve océano/ y las olas me arrastran/ al punto sin retorno…” , el éxtasis del placer “
…vigila / en la frontera de la piel que habito/…/ y busco la paz/ avanzando a
tientas por mi vientre/ refugiándome en la piel mojada y sedosa/ sondeando el
húmedo pasadizo/ que me empuja a imaginar tus dedos/ hurgando en mis esencias
encendidas.”
Y, en el hermoso libro reeditado por Visor, de Luis Rosales, Diario de una resurrección, ese tacto es plenitud en el deleite de los
cuerpos: “El tacto es como el mar/ y el
cuerpo amado es de agua despacísima que no se muere sino hacia adentro,/…/...y
el agua de tu cuerpo está muy junta y muy temblada/ ascendiendo de la sombra a
la luz/…”, “…y tu cuello de miel agonizante, / y tu cintura que es de agua/ y
recorro, una vez y otra vez el corto territorio de tu vientre…” Y plenitud
del instante, el gozo de lo efímero: “Tú,
mi instantaneidad, mi únicamente/ la lluvia que vino a vivir conmigo…”, “Tal
vez sólo es posible que podamos amarnos/ mientras que dura un beso/…/ pero/
sólo puede durar/ mientras que dure un beso.”
A veces este descubrimiento es quizás desconcertante porque es
una lúcida mirada en el tiempo, el recurso de revivir la emoción olvidada, el
gozo yacente en su ceniza , el aire que aprisiona la memoria, en el deseo de
recuperar la fragancia y las músicas primordiales de lo que pudo ser paraíso,
como sucede en el poemario de Luís Pérez Oramas
Prisionero del aire:“ Será el mar sólo su espuma/ sin que haya Dios o
mensajero/ alado ni ángel alguno que lo explique./ Será su canto sin canto como
oleaje/ una música añadida…” y “…entre
ramas florecidas/ con el olor de las magnolias/ tilos húmedos, pan/ verde y oro
de la leche en las mañanas/ entre manglares secos, sales, cuerpos/ efímeros
como el amor…” llegando a ser: “
Prisionero del aire, ahora estás en su silbido/ que te aturde, / y en la
urdimbre callada de los tiempos/ nada te sostiene: /sólo la voz que te llama a
caminar / sobre la espuma…”
Cuando Balzac dijo que El amor
es la poesía de los sentidos, no hacía sino constatar cómo en la silenciosa
música de los cuerpos que se aman, se entrecruzan las gozosas sensaciones que
un mundo primordial y cósmico transmite en los versos eternos de la eterna
pasión del hombre…
F.Basallote
Textos citados:
Manuel Jurado. Huesos de
pájaro .Agua Clara. Alicante, 2009
Daniel Lázaro Abolafio. La aljaba de Eros. Cedma. Málaga.2008
Aurora Luque. La siesta de Epicuro. Visor. Madrid, 2008
Luis Pérez Oramas. Prisionero del aire Pretextos. Valencia, 2008
Nerea Riesco. Desnuda y en lo oscuro. Ed.
En Huida. Sevilla, 2010
Luís Rosales. Diario de una resurrección .Visor
.Madrid,2010
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