GOTLAND EN LAS
NOVELAS NEGRAS DE MARI JUNGSTEDT
Desde que la
literatura existe ha sido transmisora de la actividad humana, al fin y al cabo
desde el primer signo dejado por el hombre en la primera huella rupestre en él
estaba inscrita una señal de trascendencia. Así desde Gilgamesh hasta la Ilíada
y desde el Génesis hasta la última obra literaria, en todas ellas ha existido
esa vocación de dejar constancia de la vida del hombre. Constancia que se fue
purificando en estilos literarios, siendo quizás la llamada “literatura costumbrista” su ejemplo más
explícito.
En la actualidad
ha surgido una "moderna literatura costumbrista". Se trata de la novela
negra nórdica, hoy la más abundante y vendida del mundo, pudiendo afirmarse que
hay un “boom” de la novela negra
nórdica, y autores como Stieg Larsson, Henning Mankell, Arnaldur Indridason o
Jo Nesbø están entre los más vendidos en el mundo, liderando un género negro
que, cada día, gana más lectores. Este “boom” literario, no es sino la
consecuencia de un trabajo callado en el mundo de la creación literaria de una
pareja de novelistas que llevaron los postulados del 68 a este campo y que son el
origen de toda esta novela negra. . Se trata de
Maj Sjöwall y Per Wahlöö, ellos supieron imprimir al hasta entonces
conocido como “género policiaco”, liderado
por autores americanos o ingleses, una impronta social ya que trataba
fundamentalmente de la problemática de la decadencia de la sociedad del
bienestar, transportando en su interior una descripción bastante acertada de
las costumbres del mundo actual. Existen novelistas en todos los países
nórdicos, aunque es lógico que en Suecia, donde se inició haya más y
reconocidos autores. En casi todos los casos se da la circunstancia que cada
autor circunscriben la acción de sus
novelas en ámbitos geográficos determinados, así Henning Mankell desarrolla la
actividad de su personaje Kurt Wallander en la región sueca de Escandia o el
islandés Arnaldur Indridason en Reikiavik. Y este es el caso de la
novelista sueca Mari Jungstedt que desarrolla la totalidad de su creación en la
isla de Gotland, logrando unir a la acción de sus novelas el conocimiento de un
territorio turístico por antonomasia, rico en paisajes, costumbres e
historia.
Mari Jungstedt
(Estocolmo, 1962) es una de las escritoras más populares de la novela negra
nórdica. Su serie de Gotland se ha traducido a más de cuarenta idiomas.
Licenciada en periodismo, trabajó en la televisión sueca antes de emprender su
trayectoria como novelista. Su experiencia como reportera de televisión inspiró
la creación de sus protagonistas: Anders Knutas y Johan Berg. Nadie lo ha visto, Nadie lo ha oído, Nadie
lo conoce, El arte del asesino, Un inquietante amanecer, La falsa sonrisa, y
Doble sonrisa son los libros
publicados hasta la fecha en España. Mari Jungstedt pasa varios meses al
año en la isla de Gotland en busca de la inspiración. Suele salir a pasear y
correr por hermosos parajes de la isla. Estos bellos lugares, todos reales y
tangibles, quedan luego plasmados con total fiabilidad en sus novelas. Estos
son algunos de ellos: Norsta Auren, Högklint, Vivesholm, Warfsholm, el puerto
vikingo de Fröjel, la playa de Gustavs, las landas de Lojsta, , la casa Villa Muramaris y la histórica ciudad de Visby, capital de la
isla y una de la ciudades medievales mejor preservadas de Escandinavia, por lo que fue declarada en
1995 por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad, con edificios históricos, como
la muralla de piedra de 3,4 km de longitud llamada "Ringmuren"
que rodea la ciudad, y las ruinas de la iglesia vieja. Su historia se remonta a
la época de los vikingos, quienes solían hacer escala en
la isla antes de cruzar el mar Báltico .
A lo largo de sus
novelas y a la par que se desarrolla la acción de sus protagonistas Anders
Knutas y Johan Berg, vamos descubriendo hermosos paisajes, con absoluta
presencia del mar, costumbres y el pasado histórico con la gran presencia
vikinga y hanseática.
El paisaje está
rotundamente presente en estas novelas, especialmente el marino. En “Nadie
lo ha visto” leemos: “El mar estaba agitado. Las olas hacían espuma y
se arremolinaban, las chillonas gaviotas revoloteaban en bandadas sobre las
olas. Las islas Stora y Lilla Karlsö parecían surgir del mar. Las formaciones
rocosas se apreciaban con claridad, al menos las de la isla Lilla Karlsö. Stora
Karlsö se escondía detrás más plana y más lejana.”.En “Un inquietante amanecer” leemos la siguiente descripción: “Cuando subió la colina que había detrás el
restaurante, disfrutó de una magnífica vista sobre el mar, con Kyllaj, el
extremo más oriental de Gotland, a lo lejos. Kyllaj era una pequeña aldea en la
bahía de Valleviken que antes vivía de la navegación y de la cantera…”
Hay numerosas referencias a reservas
de aves, como en “Nadie lo conoce”:“El hotel consistía en un edificio de madera
amarillo de principios del siglo pasado, con una hermosa torre, y estaba
situado en un saliente al borde del mar. A uno de los lados del edificio se
extendía una playa de arena paradisíaca y más allá se divisaba la reserva de
aves de Vivesholm, una lengua de tierra que se adentraba directamente en el
mar.” Así como a las pequeñas islas de Farö
y de Gotska Sandön,
La primera es citada en “El arte del asesino”:“Cuando dejaron la carretera principal que
atravesaba la isla de Farö, la calzada se estrechó. Pasaron junto a la playa de
Ekeviken, donde, a pesar del frío, las aves marinas cabeceaban en las crestas
de las olas, y continuaron hasta Skär y Norsta Auren.” y en “La falsa
sonrisa”: “Los padres de Enma vivían en
el extremo norte, junto a la inmensa playa de arena de Norsta Auren, La casa de
piedra caliza blanca se encontraba apartada y solo un pequeño muro separaba el
jardín de la playa. A un lado se encontraba el cabo al que acudían los
ornitólogos para estudiar la infinidad de aves marinas que poblaban en itsmo.
Al otro lado se extendían varios kilómetros de playas de arena blanca y
fina…Formaban un suave arco que llegaba hasta el faro, la punta septentrional
de Farö”, mientras que la segunda lo es en “Un inquietante amanecer”:“La playa de arena fina se extendía a lo
largo de kilómetros formando un suave arco hasta la punta de Tärnudden, en el
extremo opuesto. Pese a que aún era por la mañana ya hacía calor, el sol brillaba
en el mar y los únicos seres vivos que se veían eran unos gaviones correteando
por la playa. Más arriba se extendía un cinturón de carrizos de tallo corto y,
por encima de ellos, tomaba el relevo un bosque de pinos atrofiados.”. Otras
playas como la de Holmhällar es citada en “La falsa sonrisa”, con sus
característicos “rauka”:“La playa de
Holmhällar, en el extremo sur de Gotland, estaba cubierta de piedra caliza. La
zona de “rauka”, de un kilómetro de largo, le daba un carácter especial; las
hileras rocosas eran macizas y de formas extrañas; las más altas alcanzaban los
cinco metros…..Un poco más allá, en el mar, se vislumbraba la pequeña isla de
Heligholmen, una reserva natural en la que anidaban millares de aves marinas.”.
El paisaje terrestre es asimismo
citado, como en “Nadie lo ha visto”: “Al
otro lado de la ventana se extendían ondulantes campos de cereal y prados en
donde a las amapolas aún les faltaban unas semanas para empezar a florecer. Más
allá de los campos se vislumbraba el mar a la luz vacilante del atardecer.”; “Cuatro
grandes aerogeneradores dominaban el
paisaje de Grötlingboudd. Prados
cercados con paredes bajas hechas de piedra bordeaban la carretera que conducía
hasta el mar. Las típicas ovejas de Gotland, “hannlamb”, de lana gruesa y cuernos retorcidos, pastaban
entre los bajos enebros, los pinos azotados por el viento y grandes bloques de
piedra esparcidos aquí y allá.” O en
“Nadie lo conoce”:“Campos de cultivo y
prados se alternaban hasta la orilla del mar, visible a lo largo de todo el
recorrido. Había varias granjas a lo largo de la calzada, con caballos, vacas y
ovejas pastando…”; “De camino hacia Lickershamn había una zona de rocas
erosionadas, llamadas “raukar” donde solía detenerse. El conjunto estaba
formado por una decena de “raukar” grandes y varios más pequeños, algunos
tenían seis o siete metros de altura y buena parte de ellos estaban cubiertos
por la flor simbólica de Gotland, la hiedra.”.
Y dentro del paisaje del campo
son piezas singulares las construcciones rurales, con su sistema constructivo a
base de piedra caliza, como nos describe la autora en “Nadie lo ha oido”:“ Se trataba de la típica vivienda de piedra caliza de Gotland, de
mediados del siglo XIX, y era impresionante, encalada, con el tejado muy
inclinado y hastiales lisos…Contaba con no menos de siete habitaciones y cocina
distribuidas en dos pisos. La finca tenía también un cobertizo que se utilizaba
como trastero y despensa.”, y en “Nadie lo conoce”: “Era una casa de piedra caliza revocada, de dos plantas, con los
marcos de las ventanas, los de las puertas y las esquinas en color vino. El
paisaje de alrededor era árido, con pinos y enebros bajos y retorcidos. El
terreno estaba rodeado por una cerca de piedra….”. Asimismo es parte
esencial de ese paisaje rústico el caballo autóctono, tan bien descrito en la
novela “Nadie lo ha visto”:“El caballo de
Gotland es la única raza de poni autóctono que se conserva en Suecia. Tiene sus
orígenes en la Edad de Piedra. A principios del siglo XX estuvieron en peligro
de extinción. …Ahora hay alrededor de dos mil ejemplares en Gotland…Como solo tienen unos 125 cm de alzada son perfectos para los
niños…”
No faltan en estas referencias
las de las costumbres populares y especialmente la gastronomía, así lo hace en
“Nadie lo ha oído”: “ Knutas se había
llevado sándwiches de pan danés de centeno, Smörrebröd…Las tres rebanadas
llevaban encima diferentes acompañamientos: paté de hígado de cerdo con una
especie d calabaza en conserva que recordaba bastante al pepino, albóndigas en
rodajas con remolacha en vinagre, y su favorito, el “rullepölse”, un embutido
de carne de cerdo cocida, enrollada y
ahumada….”…“ Leif agarró el salmón con mano experta. Empezó abriéndolo por la
tripa con un cuchillo bien afilado, retiró las vísceras y sacó los lomos libres
de espinas. A Knutas se le hacía la boca agua observando cómo Leif extendía
aceite sobre los filetes con un pincel, los sazonaba y los colocaba sobre un
lecho de sal gorda.”
Por su posición geográfica en
medio de las culturas del Báltico, Gotlad fue un territorio de grandes asentamientos vikingos, así lo
atestigua la autora en sus novelas, especialmente en la de “Nadie lo conoce”: “Esos campos que ven alrededor, que a simple
vista parecen prados y tierras de cultivo sin más, ocultan un asentamiento de
la época vikinga cuya extensión, según nuestros cálculos, es de unos cien mil
metros cuadrados. El área, por lo tanto es enorme. Las excavaciones comenzaron
a finales de los años ochenta y hasta ahora solo hemos investigado una pequeña
parte.”; “En ningún lugar del mundo se han hallado, por ejemplo, tantas monedas
de la época vikinga como aquí en Gotland. La isla se encontraba en el centro de
la ruta comercial entre Rusia y el continente….”; “Teniendo en cuenta su
superficie, Gotland poseía mayor cantidad de tesoros arqueológicos que ningún
otro lugar del mundo. Allí se habían desenterrado no menos de setecientos
tesoros de plata de esa época. El más conocido era el Spillings, el mayor
tesoro de plata del mundo perteneciente al periodo vikingo. Se extrajo en
Spillings, en la parroquia de Othem, en Gotland, en 1999. El tesoro pesaba
setenta y siete kilos y contenía, entre otras cosas, catorce mil trescientas
monedas….”
Y en la Edad Media, perteneció a
la Liga Hanseática, siendo Visby un importante puerto de la misma. Sus
murallas, que se conservan, hicieron de ella una ciudad fuerte e inexpugnable:
En “Nadie lo ha visto” se lee: “…Solía
imaginarse las batallas medievales entre suecos y daneses… Hacía como si fuera
uno de aquellos guerreros que lucharon al lado del monarca sueco contra el
danés, Valdemar Atterdag, que conquistó Gotland y convirtió la isla en una
provincia de Dinamarca en el siglo XIV.”.
En “Nadie lo ha oído” podemos
enterarnos de la leyenda: “Pasó junto a
Jungfrutornet, la torre de la Virgen, una de las muchas atalayas defensivas de
la muralla. Acerca de esta torre existía una antigua leyenda, según la cual,
cuando en el siglo XIV el rey danés Valdemar Atterdag se disponía a conquistar
Visby contó con la ayuda de una joven para entrar por una de las puertas de la
muralla. La joven se había enamorado de Atterdag y el monarca le había
prometido casarse con ella y llevarla con él a Dinamarca si le abría la puerta
a él y a sus hombres. La muchacha lo hizo y los daneses saquearon Visby. El
soberano no cumplió su promesa y abandono a la joven a su suerte…Cuando se
conocieron los hechos, la joven fue condenada a ser emparedada viva en esa
torre….”
En este aspecto histórico, Visby,
la histórica capital de la isla, es citada numerosas veces en las novelas. En
“Nadie lo ha visto”:“Subieron por la escalera al lado de la iglesia,
Kyrktrappan, hasta las casas pintorescas de Klinten. Visby se extendía a sus
pies como un hormiguero de casas, antiguas ruinas, calles estrechas, que se
apiñaban dentro de la muralla. Con el mar al fondo.”. En “Nadie lo conoce”,
vuelve a hablar de este barrio: “En
Klinten, el pintoresco barrio situado en la parte alta de la catedral, que era
la zona más atractiva de Visby. Antiguamente había sido una barriada pobre
donde se levantaba la horca para que los condenados a muerte se vieran desde
toda la localidad… La vista era magnífica, con toda la ciudad medieval
extendiéndose a sus pies, sus estrechas callejuelas, sus ruinas y la muralla.
Al otro lado se divisaba el mar, como un telón de fondo azul.”. Y no solo
el barrio de la catedral, sino ella misma, como hace en “Nadie lo ha oído”:“La Catedral de Santa María se empezó a
construir en el siglo XII con la recaudación de los aranceles que pagaban los
barcos alemanes que arribaban al puerto de Visby….Desde la Edad Media el
edificio no había sufrido ninguna transformación importante, y se notaba,
pensaba Knutas mientras admiraba la altura del techo, los ventanales bellamente
pintados y el púlpito, probablemente importado de la ciudad germana de Lübeck
en el siglo XVIII…”. Y de nuevo sus murallas, en “El arte del asesino”: “ La puerta de Dalamansporten daba acceso a
la parte central de la calle Norra Murgatan, empedrada, larga y estrecha, que
por su parte interior corría paralela a la parte oeste de la muralla. A ambos
lados se sucedían las casas bajas y pintorescas. Un auténtico paraíso, con sus
cortinas de ganchillo en las ventanas, sus macetas de cerámica y sus
jardincillos tras las tapias. Pintorescamente, algunas casas estaban encajadas
en la propia muralla.”.
Y el Arte, en especial la mención
al antiguo Palacio de Muramaris una residencia de artistas construida a principios del
siglo XX con un encantador jardín barroco. En este lugar, el artista sueco Nils
Dardel pintó su cuadro El dandi moribundo, y Mari Jungstedt localiza
allí algunas escenas de su novela sobre
el mundo artístico sueco, “El arte del
asesino”:“Desde
allí tenía una vista completa de Muramaris, la casa de los artistas...El nombre
significaba “el hogar junto al mar”.El edificio principal, de planta cuadrada y
color arena, estaba construido con piedra caliza y constaba de dos pisos. Su
arquitectura era una mezcla original entre una villa renacentista italiana, con
galería abierta al mar, y la tradicional casa gotlandesa….Allí se había pintado
uno de los lienzos más discutidos de la historia de la pintura sueca. …El
artista trabajó en aquella gran pintura al óleo el mismo año en que diseñó el
jardín de Muramaris. En plena Guerra Mundial, durante el año 1918. Entonces
Nils Dardel pintó “El dandi moribundo”.”
Y no podía faltar una novela
dedicada a Igmar Bergman “Doble silencio” como una especie de homenaje al famoso
director de “Séptimo sello. Es probable que en la historia del cine no haya un lugar tan relevante a
pesar de ser tan pequeño como la isla de Fårö, de tan solo 113 km2. Fue Ingmar
Bergman quien le confirió tal importancia a un rincón del planeta en apariencia
tan desahuciado. Además de vivir ahí, rodó seis películas, estableció un estudio
cinematográfico y finalmente murió a los ochenta y nueve años en 2007 dentro de
la isla. Ahí está su tumba, y un festival de cine dedicado a él se lleva a cabo
anualmente. A dicho festival acuden tres parejas de amigos que pasan cada año
unos días de vacaciones juntos y se disponen a compartir una semana en el
agreste e idílico paisaje de la isla de Fårö, desarrollándose en este escenario
toda la acción de la séptima novela de Mari Jungstedt: “Doble silencio” , como una especie de homenaje al famoso director
de “Séptimo sello.
”
En tan especial ámbito sitúa la
escritora la acción de sus novelas, dando al lector, además del placer de su
lectura, el suplemento del conocimiento de un territorio lleno de belleza y de
historia.
©F.Basallote
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