miércoles, 29 de abril de 2015

Poetas andaluces. RAFAEL PÉREZ ESTRADA



Poetas andaluces. RAFAEL PÉREZ ESTRADA












RAFAEL PÉREZ ESTRADA nace en Málaga, el 16 de febrero de 1934, estudia  Derecho a la Universidad de Granada, (1954), formación que le permitiría ejercer la abogacía con gran prestigio en su ciudad natal. En 1959 se marcha a Madrid donde se inicia en el dibujo, colaborando en revistas y emisoras de radio. Establecido en la capital, compaginaría su labor profesional con la pintura y poesía.

En 1960 vuelve a Málaga definitivamente. Llega tardíamente a la literatura, pues en 1968 aparece su primer “Valle de los galanes”, al que siguen numerosos títulos de teatro, poesía y narrativa de vanguardia. Hasta 1997, año en que abandona su despacho, combina su actividad como abogado con la escritura y el dibujo, siendo a lo largo de su vida un referente local inestimable, pues participó muy activamente en eventos claves de la vida social y cultural malagueña, entre otros, en la creación del Centro Cultural del 27 y en el Consejo Social de la Universidad de Málaga, lugar de donde jamás quiso alejarse “es la ciudad del gozo y de la dicha” o “soy un seducido por Málaga” dijo el escritor en su discurso con motivo del nombramiento como Hijo Predilecto de Málaga.

Moriría el 21 de mayo de 2000 habiendo sido homenajeado en 1999 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y días antes de su fallecimiento como Hijo Adoptivo de su ciudad natal, justo cuando su nombre comenzaba a destellar con luz propia entre la crítica y los lectores. Sería nombrado también “Hijo Predilecto de la Provincia de Málaga” el 9 de abril de 2002, por parte la Diputación Provincial de Málaga, y propuesto al Premio Príncipe de Asturias de las Letras por el Centro de la Generación del 27.


La poesía de Rafael Pérez Estrada (1934-2000) se caracteriza por la pasión por destruir el estereotipo, lo repetido, y la aspiración a acceder a mundos desconocidos del sueño y el deseo y sumergirnos en lo sorprendente y maravilloso.





En los límites de la heterodoxia
Una muestra descubre en Málaga la faceta plástica del escritor Pérez Estrada



En un principio, Rafael Pérez Estrada era puro trazo, después fue ley y, más tarde, cuando ya tenía 34 años, se hizo verbo. Pero siempre, hiciera lo que hiciera, fue artista. La faceta de escritor de Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000) relegó sus dibujos y pinturas a un ámbito privado, algo a lo que pondrá remedio la muestra El corazón manda. Dibujos y otras rarezas que se inaugurará el lunes en la sala Alameda del Archivo Municipal de Málaga. La exposición, realizada por el Instituto Municipal del Libro, presenta 96 dibujos realizados entre 1975 y 1999, un año antes de su muerte, junto a la baraja de naipes que el artista diseñó en su manuscrito número 81, Andanza de un mensajero fiero y pendenciero; así como cuadernos y la caja-objeto España es una ciudad de destino en el Corte Inglés.
Todo el contenido de la exposición, abierta hasta el 17 de junio, procede del legado que el artista dejó al Ayuntamiento de Málaga, depositado en el Archivo Municipal, y que incluye 250 dibujos, además de su biblioteca, manuscritos o epistolarios, entre los que destacan las cartas de Rafael Alberti. El homenaje que el Instituto Municipal del Libro le rinde a Pérez Estrada incluye una jornada en torno a su obra con tres mesas redondas en las que participarán, entre otros, los poetas Pablo García Baena, Juan Carlos Mestre, José Ángel Cilleruelo y Jesús Aguado; junto a los novelistas Antonio Soler, Antonio Garrido y Alfredo Taján, quien también es director del Instituto Municipal del Libro. Además de las mesas redondas, que se celebrarán hoy y mañana, se ha editado un libro-catálogo, El corazón manda. Dibujos y otras rarezas, y la baraja de naipes, publicaciones que se presentarán el 18 de mayo.
“Rafael Pérez Estrada siempre huyó de las catalogaciones. Él solía decir: ‘La literatura es enemiga de lo explicativo’. Tanto en sus escritos, como en su obra pictórica fue un autor que practicaba el automatismo surrealista, pero siempre con un lirismo muy elegante y, por supuesto, con mucha ironía. Su obra transita por la frontera de la heterodoxia”, explica Alfredo Taján.
“Pérez Estrada antes que nada fue pintor y lo siguió siendo durante toda su vida. Estudió derecho y llegó a ser un reputado abogado matrimonialista en Málaga. En 1968 publicó su primera obra, Valle de los Galanes, un libro de prosa poética con el nombre de la finca de Málaga en la que pasaba los veranos con su familia, lo editó nada menos que Ángel Caffarena. Pero antes, en 1955, conoció a los poetas del grupo Cántico Pablo García Baena y Vicente Núñez, con quienes mantuvo una estrecha amistad durante toda su vida”, explica Alfredo Taján, quien menciona a Pérez Estrada en su última novela, Pez Espada (Ediciones del Viento, 2011). Después de escribir sobre sus recuerdos de infancia, cultivó la escritura dramática y en 1971 obtuvo el Premio García Lorca de Teatro por Edipo aceptado. Su salto al panorama nacional se produce con Libro de los reyes en 1990, volumen que reúne todos sus escritos desde 1985. Pero, a medida que su carrera como escritor crece, su obra plástica se hace más íntima.
La exposición permite un recorrido por “un mundo muy personal y sugerente que tiene algo de perverso y recrea situaciones hilarantes que, en el fondo, tienen una gran carga social”, afirma Taján haciendo referencia a series como la de los obispos con un anticlericalismo palpable.
El homenaje incluye también el estreno de un documental sobre el artista realizado por Nacho Sánchez Corbacho en el que aparece Málaga y entrevistas con algunos de sus amigos como Antonio Soler, Alfredo Taján o con su hermano Esteban, quien recuerda, en un artículo del libro, cuando ambos se examinaron de Reválida en Granada y en el tribunal un joven catedrático de Literatura les preguntó, contra todo pronóstico, por las consonantes fricativas, con el consiguiente suspenso.
“El catedrático era Manuel Alvar que a lo largo de la vida fue un gran amigo y admirador de Rafael y siempre le recordaba la anécdota de las consonantes fricativas”, comenta Esteban Pérez Estrada.






Poética
Escribir o levitar.

El poema es sólo el espejismo del poema que soñamos.
Hondo, al final de la llaga está el poema.
El levitador y su vértigo, 1999.


Sombras

Los amantes exactos tienen una sola sombra.

La sombra más transparente es la que producen las nubes sobre la superficie del mar.

En el Gran Concilio de Córdoba, los Padres de la Iglesia discutieron violentamente la cuestión de si al morir el cuerpo muere también la sombra.

Narciso se enamoró de su sombra y, para que no se escapase, se hizo tapiar con ella en una habitación en tinieblas.

Cuenta Plinio el Joven de un país poblado por sombras de hombres.

La sombra de la palabra es el eco.

Tiemblan los amantes cuando en las noches sus sobras se confunden.


De la naturaleza de los ángeles

Los ángeles son plurales y equívocos.
Los ángeles son anarquistas y especialmente antipáticos con la Ley de Newton.

El ángel del puerto hace trenzas con el humo de los barcos.

Cree el ángel en su inocencia que hay hombres de la guarda.

Tres ángeles orinando hacen una galaxia.

Los niños, a la salida del colegio, se intercambian los ángeles repetidos.

La niña Louise Arden de Touluse, la mañana del 8 de marzo de 1907, aseguró vehementemente que los labios de los ángeles saben a violetas.


Suceso
Cruje sumisa la escalera.
Me despierto.
Apenas llego a ver
la figura de un ángel huidizo.
Todo es oscuridad menos el ángel
y el puñal que sostiene.
De fondo, una sombra que escapa
y un grito suspendido.
Por lo demás,
la noche es infinita.


Sobre las palabras

No se puede salir con las palabras, siempre te comprometen.

Hay palabras que tratadas convenientemente acaban por adquirir el brillo único de esos cristales que son como luces abandonadas a la orilla del mar.

Algunas vienen envueltas en la niebla que entorna la melancolía. Se comenta de ellas que nacen en la soledad de los puertos al amanecer.

La palabra nace – afirma Herbert Conway – cuando en el silencio, en el primer silencio, un hombre imita a un papagayo.

El invento de la palabra pez supuso grandes dificultades. La palabra escama (surgió de inmediato) hizo aún más difícil la captura de aquélla. Alguien, tiempo después, dijo: Mereció la pena tanto esfuerzo. Sin embargo, una muchacha se sonrojó ante las imágenes sugeridas por aquella palabra.

Muy estricta en sus gustos, y gran conocedora del poder persuasivo de los sofismas, Gemma Steven declara sin mucho convencimiento: Primero es la palabra, después la rosa.

Nunca escribas estas palabras en una misma línea: tigre y paloma, pues es fácil que la primera devore a la segunda.


PASIÓN Y MUERTE DEL UNICORNIO
Hay una luz para la vida y una estrella para la muerte. Los astros marcan - y él lo sabe- el punto final de la aventura amorosa del Unicornio. Surge esta estrella en las noches que preceden al invierno, y sólo quienes han merecido ser bordados en tapices y reposteros, o aquellos que hacen guardia a orillas de escudos y blasones, pueden soportar la tristeza y se salvan. Mas cuantos hicieron de su vida una gesta amorosa, perecerán sin duda. Y la niña, que aún distraída escuchaba esta leyenda, comentó 
ROSA METÁLICA
En sus aparatosas investigaciones, los jardineros de Alejandría llegaron a crear un rosal magnético para aliviar con sus flores las indecisiones de los navegantes. En su cultivo tenía especial protagonismo el mercurio, y en su elaboración el orden de las estrellas. A su utilidad, la belleza de estas rosas añadía el enigma del espejo, pues no eran otra cosa sus pétalos, que distorsionaban curiosamente las imágenes a ellos sometidas.
Planta plural y generosa la llamó Plotino, quizás maravillado ante sus espinas, de las que, sin ningún trabajo, se obtenían dagas famosas por lo certero de sus puñaladas.


XI

Señalándome a un hombre de gran dignidad, me dijeron: Ese es el resucitador; y como yo preguntara detalles, me explicaron que sólo podía resucitar a aquellos cuya muerte representara para la patria y la cosa pública una pérdida irreparable.
Todos confiaban en este hombre, y al punto creían en su capacidad prodigiosa para devolver a los muertos de su eterno reposo. Mas cuando inquirí sobre el número de sus milagros, esta fue la respuesta: Nunca ha resucitado a nadie, porque nadie nos ha parecido imprescindible. Sin embargo, el hombre actuaba como si hubiera devuelto de las sombras a toda una nación.

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