BENJAMÍN LEÓN, “PARA NO MORIR”,
Turandot Ediciones, 2012, 2014.
Benjamín León(La Serena, Chile,1974) es profesor de Castellano y Filosofía por la
Universidad de La Serena. Dirige las Jornadas Internacionales de Estudios
Mistralianos. Ha publicado “Tankas de Pájaros”, Ediciones del 4 de
agosto, 2008; “La luz de los metales”, Institución Cultural El Brocense,
2009; y “Para no morir”, Turandot Ediciones, 2012. “Canciones para
animales ciegos”, Autores Premiados,2013.Su obra ha sido recogida en
distintas antologías y publicaciones literarias Es gestor cultural en diversos
proyectos relacionados con las artes, la educación y el desarrollo comunitario.
Entre otros reconocimientos, cuenta con la Beca de Creación Literaria del
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile; el XI Concurso Literario
Nacional Juegos Florales de Vicuña Gabriela Mistral; el XII Premio Flor
de Jara de Poesía; y el XXXIII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan
Ramón Jiménez.
De su poesía dice Dolors Alberola: “…. su voz anida en el imposible más alto,
porque allí está la luz, allí crece la música, allí la locura más cuerda, pero
también el canto el canto solidario o el que, ahondando en las fibras oscuras
de la especie, indaga, se pregunta y, parafraseando al gran Hölderlin, se hace
mendigo reflexionando para, seguidamente, ascender a las nubes más altas de sus
sueños y convertirse en un pequeño dios [...]” y Carmen Sáiz :
“. Así es la
poesía de Benjamín, una declaración lúcida tras otra que paralizan al frío y al
lector bajo el mismo porche. No es extraño identificar la propia aflicción con
el pesar que reman las víctimas de idénticas ausencias. Un verso sólo, sólo
uno, puede entonces aconsejar la ruta menos espinosa después de que alguien
apague las luces o, si es preciso, emprender el desafío en contra del olvido
con un candil de tinta entre las manos. “
El poeta define de la siguiente
manera la poesía, su poesía, reivindicando hondamente el papel de la memoria en
ella: “La poesía es memoria, evoca constantemente un viaje hacia el
origen y es, de igual forma, intemporal. Por este motivo, quien trabaja con la
poesía, quien macera las palabras para aunar en ella los diálogos de la
emoción, abre sus percepciones al todo donde se habita, a los sucesos que
acaecen o transcurren, y recoge las partes de esta semilla que vinculan al
mundo con el ser humano. En este sentido, creo que la memoria es un material
latente para el poeta, pues éste reconstruye los tiempos, es la memoria de un
pasado o la memoria de un futuro, que por algún extraño motivo sólo el lenguaje
poético puede contener; el poeta recoge restos de eternidad y arma con ellos el
mundo que entregará para un lector que aprehenderá para su propio corazón una
palabra nueva, una palabra que dice aquello que en los labios calla. …“
Para no morir es un hermoso poemario en el que su
estructura descansa en dos pilares contradictorios aparentemente, aunque
complementarios en la realidad: el “tempus fugit” y la memoria que tan
bien describe el poeta. El
primero de ellos nos alerta de la brevedad como es el caso del primer poema del
libro que nomina al poemario: “Para no morir” ; Si para no morir / formamos
la palabra/ y hacemos de su pulso el cuerpo en la ceniza/a qué terrible muerte
nos alzamos,/ …/ Jamás yace el poema”; pero al mismo tiempo nos propone la
salvación en la palabra. Sólo en ella está la salvación y en ella está el
verdadero soporte, el pilar escondido, tras tantos trampantojos .
Dividido formalmente el libro en dos
partes, tras el poema introductorio ya citado, la diferencia entre una y otra
es puramente formal, la segunda es prosa
poética y es un conjunto de poemas necrológicos dedicados a la memoria de
poetas que fueron, para el autor, fundamentales en su poética o en su vida.. .
Dirá: “Amanecer de camposanto/ qué
soledad más cierta./…/…No tenemos patria, / quizás nunca tuvimos,/ pero este
campo lleva nuestros nombres/…”, es decir la raíz de la memoria está
presente , más allá de este instante en una vida que estuvo ahí , cierta, y que
revive …y “ Me quedo en la distancia,/ en esa distracción de Dios sobre los
muertos,/…” y sobre todo la palabra
y su capacidad receptora de sentimientos: “Todo es inútil:/Una palabra es tan
difícil/ como el tiempo/ y en ella caben todas las ausen cias,/…”. Y, en
medio de la desolación surge el destello: “Oigo cantar un pájaro/ al
frente de este buque hundido./…”, Y “Con
su triunfante paso desnudan las estrellas/ la órbita de muerte y de consuelo/
donde el poema canta./…”, para
vestir la ausencia con las bellas
palabras del retorno en la memoria: “ Podría regalarte un pájaro de mimbre,/ un río de silencio/
donde las piedras canten tu pureza/ y el tiempo se aproxime a las orillas/ y
abrevie la distancia./…”
En la parte segunda, cuatro poemas en prosa presididos cada uno de
unos versículos de Blanca Varela, José María Pinilla, Lola Santiago y Blanca Sandino, son con su
música una especie de “tombeaux” en sus respectivas memorias. “Alguien
te nombra, llena su soledad con tus cabellos; intenta descifrar lo que oculta
el olvido, para cruzar la muerte, Blanca, para escribir el aire.” dirá de
Blanca Varela; de José Maria Pinilla que “había seguido el camino de
Alfonsina” dirá: “Tú que heredaste el signo y el silencio, dime qué
cosas son indiscutibles, de qué palabras cuelga nuestra muerte, de qué herida
el fulgor se hace poema.”. A Lola
Santiago dice: “Tú sabes que es mejor retornar a la noche, tu sabes que es
mejor enumerar los pájaros del miedo. Tú sabes que es mejor el fruto cuando
cae.” Y a Blanca Sandino: “Digamos
que las lámparas encienden el rastro del espejo y la memoria.”.
Es éste un libro difícil, porque es
difícil apropiarse de la palabra, intentar con ella fabricar el dolor y el
amor, la presencia y la ausencia, el
orto y el ocaso, el espejo y el olvido, porque: “… una palabra es tan
difícil/ como el tiempo/ y en ella caben todas las ausencias,/ y toda soledad que se deshoja;/ como tu voz,/
como tu ayer,/ como el torcido nombre de los muertos/ que ahora doblan este
canto.”
©F.Basallote
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