LA
VOZ DEL VIENTO de LUÍS ARRILLAGA
VITRUBIO,
2013
El surrealismo es un
movimiento artístico y literario surgido en Francia en el primer cuarto del
siglo XX, en el entorno del poeta André Breton. Este movimiento debe mucho a
las teorías de Freud sobre el inconsciente. La poética surrealista se basa en el inconsciente, al que se
considera como un generador continuo de imágenes, que se podían sacar a la
esfera del arte por medio de un ejercicio mental en el que la conciencia no
intervenía y cuyo proceso de trascripción debería ser automático.
España es posiblemente
el país europeo en el que la repercusión del surrealismo fue mayor. El
movimiento fue conocido tempranamente en nuestro país, al publicar en 1925 la Revista de Occidente la
traducción del Manifiesto Surrealista que André Breton había dado a conocer en
Francia un año antes. A ello hay que añadir las visitas de Breton a Barcelona
en 1922 y de Louis Aragon a la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1925. De la producción poética de los autores del 27
deben destacarse Sobre los
ángeles, de Alberti, y Poeta
en Nueva York , de Lorca, así como buena parte de la obra de V.
Aleixandre y L. Cernuda.
En la poesía española, el postsurrealismo, -Aleixandre último, Carlos
Edmundo de Ory y el postismo-, ha permanecido pese a las numerosas corrientes: poesía
social, garcilasismo, la generación del 50, la poesía de la experiencia, etc…entre
otras invenciones de los críticos, y ha permanecido entre nosotros hasta el
siglo XXI. Un ejemplo de esa corriente es la poesía de Luís Arrillaga.
“Luis Arrillaga es un poeta que ha permanecido fiel a
lo largo de su carrera a los mandamientos del surrealismo español, cuya idea
fuerza podría ser algo así como ‘seamos surreales sin perder de vista que el
poema tiene que significar algo’. Ya sé que hay excepciones, pero en general
nuestro surrealismo ocupa un lugar intermedio –en lo que a decir algo
inteligible se refiere– entre la poesía convencional y el surrealismo francés.”
Dice Álvaro Fierro, y Juan Ruiz de
Torres: “asombrosamente,
Luis Arrillaga siguió impertérrito por la misma senda que se iniciara hace un
siglo en los cafés parisienses. Perfeccionándola, dotándola de matices,
extrayendo todo su jugo a esa forma particular de ver la poesía, en la que una
palabra establece relaciones inéditas y aún inauditas con otras al parecer
lejanas.”
El mismo Luis
Arrillaga habla de la presente obra: “ La voz del viento es una breve antología de la producción
poética que he desarrollado durante 18 años (1993-2010), selección en la cual
he escogido los que yo considero mis poemas mejores o más representativos. Unos
pocos de ellos son anteriores a 1993 en una primera versión, pero los considero
escritos después de esa fecha por haber sido corregidos posteriormente…”
Desde 1979, año en que publica ‘Poema
de las catorce cruces’, ha entregado a la imprenta siete libros, a los que
ahora se une ‘La voz del viento’, un volumen que, según se nos cuenta en el prólogo, con
cincuenta poemas escogidos de un corpus mucho más extenso abarca dieciocho años
de escritura.
El libro se inicia con un introito en el que encontramos una ‘Filosofía
estética’: “Permanecen las obras y los
hombres se apagan,/ El tiempo remodela los retratos,/ eterniza la efigie, la
palabra o la piedra/ El hombre se deshace en la tierra caliente/ mientras
perdura el canto/..”, más adelante se pregunta : “ Como anillar el tiempo/ a un cuerpo que se cierne en la amargura/…/ Cómo asir la locura de este pozo incendiado, /…/
Cómo, en fin, destruir la sed/Con mis redes de pájaros sin alas,/…”, continuando
con imágenes de absoluta plasticidad : “
La luna redondea estos ojos de ciego…” , “…Las víboras retuercen el paisaje…”, “Se acabó el mar de los espejos…”, “Esta herencia de rosas amputadas/ se derrama
en el cielo/…”, deteniéndose en el paisaje o en los monumentos, como en el
poema “Catedral de León”, donde dice: “Las archivoltas sueñan paraísos de luz…” ,
“Zamora”, “Ciudad en sueños donde la
nostalgia/ reverbera en los ojos,/ hornacinas de voces milenarias…”. Hay
una presencia de la memoria : “La voz de
los caminos te recuerda/ con el dolor del vino y el verbo de la dicha/…” dirá en “Mensaje para Claudio Rodríguez” y en
el fondo subyace una tensión existencial que impregna este surrealismo de
intensidad emotiva: “Mi dolor ya no tiene vertedero/ donde dejar la criba
de una lágrima/…”
Interesante antología, que mantiene el
espíritu de una corriente literaria histórica, cuyos principios estéticos
permanecen en la personal poética del autor que confiere a través de su prisma
particular un matiz de honda riqueza en las imágenes y que, de alguna manera,
añaden un valor de actualización a una forma de ver la realidad y sus
emociones.
F.Basallote
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