domingo, 7 de diciembre de 2014

Ricardo Hernández Bravo. Los posos de la sed.



Ricardo Hernández Bravo. Los posos de la sed.
Ed. Baile del sol.Tenerife, 2014.











Ricardo Hernández Bravo (El Paso (La Palma),1966). Licenciado en  Filología Hispánica , ejerce la docencia en su localidad. Ese mismo año resulta premiado con un Accésit de Narrativa en los Premios de Creación Literaria de su Facultad y obtiene el Premio Félix Francisco Casanova en las modalidades de poesía y narrativa, al que se suman el año siguiente los de Creación Literaria de la Facultad de Filología (poesía y narrativa) y Tomás de Iriarte (cuentos).

Sus primeras colaboraciones literarias aparecen en las revistas Azul (Santa Cruz de La Palma, 1991 y 1992), Escuela de Noche (Madrid, 1994) y La fábrica (Santa Cruz de La Palma, 1995).
En 1996 aparece su primer poemario, El ojo entornado, publicado en la colección “Ministerio del Aire” de Ediciones La Palma,  y la plaquette El día sin ti, en edición personal numerada y firmada. Ese mismo año obtiene el Premio Julio Tovar de poesía por su libro En el idioma de los delfines (Ediciones Nuestro Arte, Santa Cruz de Tenerife, 1997).
En 1997, Ediciones La Palma recoge en el libro Siete cuentos todos sus relatos premiados en diferentes certámenes.
Su primera antología, El aire del origen, poemas 1990-2002 (Ediciones Baile del Sol, Tenerife, 2003) forma parte de la colección “Más que el mar”, dirigida por Coriolano González Montañez, que recoge en doce volúmenes la obra de otros tantos poetas canarios de su generación.
Fruto de un doble proyecto de diálogo entre pintura y poesía es La tierra desigual (Ediciones Turquesa, Tenerife, 2005), un poemario que incluye ilustraciones del pintor tinerfeño Hugo Pitti. Esta propuesta culmina en octubre de 2008 con la publicación de su libro Alas de metal con dibujos de la pintora palmera Graciela Janet Hernández Rodríguez (Tenerife, Ediciones Baile del Sol-Cabildo Insular de La Palma, 2008).
Premiado con un Accésit de Narrativa en los Premios de Creación Literaria de su Facultad y obtiene el Premio Félix Francisco Casanova en las modalidades de poesía y narrativa, al que se suman el año siguiente los de Creación Literaria de la Facultad de Filología (poesía y narrativa) y Tomás de Iriarte (cuentos).
En 2012 resulta ganador del IX Concurso de Microrrelatos de Arona, Tenerife. En su obra destacan, los siguientes poemarios:El ojo entornado, 1996.El día sin ti, 1996.En el idioma de los delfines, 1997.El aire del origen, 2003.Los posos de la sed, 2014. En colaboración con pintores:La tierra desigual, 2005.Alas de metal, 2008.
Figura en las siguientes antologías poéticas: De Canarias a Marsella, edición bilingüe (español-francés) de los Cuadernos del Ateneo de La Laguna y la revista Autre Sud de Marsella (2002); Poetas canarios en Buenos Aires (Ediciones La Máquina del Tiempo,  Buenos Aires, 2009); Poesía canaria actual (A partir de 1980) (Ediciones Idea, 2010); Poetas de una sola isla. El grupo de La Palma (1990-2011) (Ediciones Aguere-Idea, 2012). Selecciones de sus poemas y cuentos han aparecido asimismo en suplementos de periódicos insulares (Ítaca, El vuelo de Ícaro, Borrador) y en revistas literarias de Canarias y la Península (Azul, La fábrica, Perenquén, Cuadernos del Ateneo, Ruido, Escuela de Noche, Casatomada, Paralelo Sur, El rapto de Europa, Ágora). Ha sido incluido en una antología de poetas canarios publicada en la revista digital Círculo de poesía de Méjico.
De su poesía dice Antonio Jiménez Paz:“Si se hiciera un recuento de la poesía de Ricardo Hernández Bravo, pronto llamaría la atención que no hay verso sin adjetivaciones y sugerencias pictóricas, todos envueltos en un aire diáfano y cristalino, además de íntimamente relacionados con la elección de palabras precisas y en nada suntuosas, como si buscara una forma de decir y de demostrar que todas las cosas, sea por encima o sea por debajo de las apariencias, son la misma cosa, y que sólo a través de la realidad, en la que se reflejan o, pudiera ser, se conjuntan, nos es posible alcanzarlas. Tal orientalismo al que Ricardo Hernández Bravo se inclina, escriturísticamente hablando -puesto que nunca ha ejercido de poeta verborréico, y también por la alta carga simbólica que despliegan sus parcas palabras y muy pacientemente elegidas-, ha encontrado una vez más dónde y cómo zambullirse, no quedándole más remedio que reincidir, apostar de nuevo, porque se siente cómodo, porque el color y la configuración no estorban a su decir.”

En cuanto a su última obra “Los posos de la sed”, en ella prevalece lo que ya podemos definir como su estilo, especialmente su plasticidad y presencia pictórica, con la esclarecedora ambientación de la luz: “En la fascinación /la tersura absoluta, el enrase del ojo/ diezmado por la luz.”   O “ Luz/ en la alta crestería…”. También destaca la ansiedad, esa sed que nomina al poemario: “ Sobrenado/ el rebalse de mis vidas a cuestas,/ el agua malograda por la sed.”, con una sensación palpable de la pérdida: “De mi descarte hago querencia,/ de cada pérdida misterio.” Y la exacerbación de la sed: “La del crío es mi sed, la que agita los posos…”. Todo ello en un contexto en el que en un excelente tratamiento formal con poemas cortos, cuya brevedad incide en el hermetismo con que se rodea creando un ambiente musical callado, perfectamente rítmico que ceñido a su sintetismo profundiza en el meollo del poema.

Destacar asimismo el interesante aporte de un vocabulario fluyente, con aires atlánticos e innovadores que enriquece el texto con un aporte rico y original, cumpliendo así la función creadora del lenguaje: palabras como deslengüe, beberaje, pícora, ensalivo, enriquecen los poemas creando una atmósfera nueva, joven y abierta a los confines de su música y de su contexto infinito.

F.Basallote 

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