LA MEMORIA, ESE MONTÓN DE ESPEJOS
Una vez más el retorno,
el recurso a la memoria como instrumento esencial de una poética, como uno de
los pilares sobre los que descansa la bóveda lírica. Quizás el más importante,
pues qué es la poesía erótica sino el recuerdo de un gozo, elegía al fin y al
cabo, y acaso la poesía en todas sus manifestaciones no está soportada en el
recuerdo de las emociones que conmovieron al poeta. Para Juan Gelman:“La poesía es memoria de la sombra de la memoria” y Borges , el cantor del paraíso perdido, dirá:
“somos
nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón
de espejos rotos” .Siempre encontraremos al poeta
aferrado a ese no tiempo, a ese espacio vacio, intentando llenarlos con la voz
de su recuerdo, no es un llanto como
tampoco es un canto es una leve delectación en el tiempo que pasó como un ave
que nos deja sus plumas caer en forma de nostalgia.
David González Lobo en “Dulcamara”,
y especialmente en su tercera parte es
fundamentalmente memoria: “Como el pasado se borra/ he regresado al
cielo de mi pueblo/…” donde el
recuerdo se hace vida: “…Cuando mi madre
nos dibujaba el bosque/ no llovía como entonces/ o toda el agua se apaciguaba/
como una laguna/ en su regazo/…”, honda nostalgia: “ Mi padre/ estaba sitiado/ lloraba siempre de perfil/ Mamá en
silencio/ de espalda a los helechos/ Llovía en lo alto del mundo/…”que se
hace presencia de un tiempo pasado: “ Hoy se multiplica el instante
elemental/ en el que la lluvia azotaba
una y otra vez/ las hileras de casas de mi pueblo/…”
Joaquín Pérez
Azaustre en “Las Ollerías”,hace a la
memoria materia elemental de este hermoso libro: “Eran los días felices de la celebración./ La luz era muy blanca, aún
más blanca/ sobe el pinar abierto en el camino…” ; así como los elementos
que conformaron la vida diaria y sus excepcionales salidas de la rutina: “… ¿Cómo era aquella casa azul donde
estuvimos?/ Pudo ser aquel coche, un Renault 5 blanco/ encallado en la arena de
una noche infinita./…” pero también
la presente cotidianidad : “La vieja
contractura de la espalda/ ha vuelto a aparecer,/ como un amigo incómodo que un
día/nos viera cometer los pecados feroces./…”. Memoria sólida y pura vida,
memoria absoluta en su función de radiografía emocional para la que el poeta se
hace una pregunta con respuesta incluida: “…quizá
ser un licántropo del tiempo/ consista únicamente en recoger/ todos los
fragmentos de la foto,/ para poder guardarla en el armario/ de las horas
futuras.”
Para Carmen Ramos, “Las estrellas han hallado otra forma de
morir”, es un libro profundamente inserto en las raíces de la memoria y en un doloroso suceso personal en el que tiene una gran importancia la presencia de la
memoria personal relacionada con el suceso: “He
tenido que volver a los hospitales / para beberme a secas/ la poliédrica figura
de la vida:/… “, o “ Me sigo mirando en tus espejos:/ Más por
homenaje / que por vanidad.”, aunque a veces esta memoria desciende al
tiempo primero: “Ya no consigo recordarme/ en aquella niña de coletas/ calcetines
largos, kiowas/ y uniforme./…” o “
Suenan los bolillos como grillos en el patio./ Cri-cri-cri-cri./ El calor de la
madera entre los dedos/ y el mapa de la infancia que falta ahora./…”. Y
también la memoria colectiva, persona sensibilizada con el pasado de este país,
la presencia herida de la memoria histórica: “ … Perdimos, sí./ En la cuneta quedaron sonrisas y viejos héroes,/
algunas canciones inmortales,/ quizás mañanitas y sabiduría que,/ como
esquirlas de piel, se desprendieron./…” o
“Dicen que yacen aquí. Polvo y
silencio./ Dicen que murieron aquí. Silencio y pared./ Dicen que estuvieron
aquí. Pared y sangre./ Dicen que nadie les recuerdas/ y que fueron maestros,
albañiles, madres, jóvenes, libres./ Eso dicen./ Y que arañemos sus desnudos
nombres a la tierra.” Y, persona
sensibilizada con la humanidad, la memoria de los sucesos que hieren el corazón
del hombre:actual: el 11-S : “ Yo he
visto como se derrumba un edificio/ por el que sobrevoló tantas veces
Supermán./…”; el huracán Katrina en
Mardi Gras : “ Primero fueron los
murmullos a colores sobre el mapa./ Después vino el viento y el agua con nombre
de mujer./…” o los deleznables
sucesos de Abu Ghraib, en el hondo y patético poema “Querida Lynndie England” : “…Porque salí desnudo, atado como un perro
en aquella foto. Tú sonreías y fumabas mirando a la cámara. Y aunque nadie me vio
la cara, la vergüenza es una raspa en mi garganta que me impide hablar….”
A veces la llamada de
la tierra es tan fuerte , como sucede a Alessandro
Tropea en “Las palabras vacías” No puede eludir la llamada ancestral de la
tierra, una voz cargada de historia que se hace elegía en el poema “El castaño de los cien caballos” dedicado al pueblo catanés de Sant´Alfio, y a
su histórico castaño que un día del medievo fue capaz de proteger a cien
caballeros de Juana de Anjou de una terrible tormenta, castaño evocado por el
poeta : “ Del verano tan solo un
recuerdo/ llama apagada tras el ocaso./ Y yo aquí/ enfrente, a la sombra de tu
silencio./…”, evocación de la tierra que se hace más palpable en el poema
dedicado a la ciudad de Catania, “El
faro” , “…donde afónicas sirenas/…/ emulan los héroes/ de una no olvidada
Ítaca.”. Y es que la memoria de un
tiempo, de un lugar, de unas vivencias, permanece, como esa lejana ciudad de
los recuerdos, aunque como dice en “Amistad”:
“En el desván de la memoria/ sólo quedan
fotos color sepia/ ...”. Aunque hay
recuerdos que permanecen inalterables, como son los de los padres, así
en “Cielo nocturno” dedicado a su
madre dirá: “…no voy a desistir en el propósito/ de trepar por las abruptas/
laderas del insomnio…” y en “Hay un
cielo” la evocación del padre: “
…entre los senos voluptuosos de la noche/ tus cabelleras/ son tiras de nubes
blancas/ que el viento enreda a su manera.”
El gozo recordado está presente en”Los huecos de la memoria·”de, Rafael de Cózar, dos tempos de una misma melodía: Si en
La copa de mis ecos es un presente apasionado en el que el amante
muestra su ansiedad : “ Con la seda de mi lengua y con mi hambre/
la química de tu cuerpo quisiera traducir.” convierte la memoria en gozo retroactivo: “Aún me envejecen en la boca sus últimos
labios, / Aún quedan en el aire restos de su piel…” , y el presente en
oscura travesía de placer : “ …y tiemblo,/ navegante en la góndola gris
de la madrugada/ por los canales de tu cuerpo penumbra…”; mas en su
brevedad la dicha pervierte su sino y se
duele el poeta de soledad: “ Tu párpado
es mi copa/ y otra copa más tu boca,/ tus muslos: piscifactoría,/ y mis labios:
guardianes de tus ojos y tu sexo,/ sin copa, sin vino, sin mi sexo,/ mi noche y
mi locura:/ esta cordura de labios y de besos…” . En un ritmo en el que el
dolor retumba en la música de los versos como un angustioso latido, esta
soledad se hace memoria: “Yo seguiré
buscando en las esquinas/los reflejos del ayer que fuimos/ y tal vez vengan a
mi desde tan lejos/ tal vez vengan/ las sombras pequeñas de tus ecos.”. El
recuerdo avivado por espontáneos fuegos: “Por
un momento,/ me recordó aquel volcán de antiguas espumas/ que fuimos,/ y miré
al mar y la senté a mi mesa/ y le di a beber de todo lo que tenía: mis sobras
de soledad y vacío.”. Ausencia que “Me dejó la suficiente pena/ y un hueco más
o menos hondo en la garganta.”.Por lo que llega a la conclusión de que “Vale más hacerse ya a la idea/ de redactar
a solas la noche por vivir/ con la esperanza que nos quede/ a la sombra de la
espera.”. Amigo íntimo, conocedor de lo entresijos del alma del poeta,
Andrés Sorel vuelve a decir en el prólogo:
“…decantada la poesía que ya no grita por el amor ausente, sino que lo
convierte en belleza…”. En eso se
transmutan estos versos en los que permanece el tiempo , cristalizado en una
emoción viva, presente y aunque nueva,
entre sus sombras vemos aquellos espacios del amor llenos de niebla, de
la niebla que deja tras de sí toda pérdida…En la bella trascendencia de su
belleza….
Y es que la nostalgia,
esa forma dulce de la memoria que nos ofrece lo mejor de nosotros en el mejor
instante pasado es fundamental para la poesía, tan esencial en el canto del
poeta perdido en el sino de lo cotidiano y que en brazos de la memoria se
encuentra con lo mejor de si mismo, o al
menos con lo mejor recordado.
©F.Basallote
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