jueves, 4 de junio de 2015

POETAS ANDALUCES José Luis Cano



POETAS ANDALUCES  José Luis Cano









Se le considera uno de los mejores conocedores de la poesía de la generación del 27 y de la generación del 36, de la que se erigió en valedor en una época difícil para la cultura, como fue la que siguió a la guerra civil. José Luis Cano vivió en el Madrid de la República, y allí conoció a Cernuda, Aleixandre o Neruda. Tras el conflicto, Cano estudia la obra de Aleixandre, y publica su diario, Los cuadernos de Velintonia. Escribió las biografías de Federico García Lorca (1962) y Antonio Machado (1975).

José Luis Cano cofundó en 1947 la revista literaria Ínsula, que ha sido uno de los referentes para todos los amantes de la literatura en español durante la segunda mitad del siglo XX, y de 1983 a 1987, fue su director. Fue director de la colección Adonáis de poesía, que otorga uno de los premios más prestigiosos en el campo de la poesía en español, el Premio Adonáis.

En marzo de 1995, José Luis Cano y un grupo de amigos (entre los que se encontraba Alejandro Sanz, hoy presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre) iniciaron una importante campaña de protesta para denunciar el lamentable e incomprensible abandono institucional que padecía el histórico inmueble de Velintonia 3 desde la muerte del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre, en 1984. En dicha campaña se recogieron más de un centenar de firmas de prestigiosos poetas e intelectuales.

Como poeta, también cuenta con una obra destacada, entre la que podemos señalar Sonetos de la bahía (1942), Voz de la muerte (1945), Las alas perseguidas (1945), Otoño en Málaga y otros poemas (1955), Luz del tiempo (1962), Poesía. 1942-1962 (1964) o Poemas para Susana (1978).

El Ayuntamiento de Algeciras, en reconocimiento a su labor ha puesto su nombre a la Fundación Municipal de Cultura. En 2001 esta Fundación editó la Poesía completa5 de José Luis Cano y en 2002 Los cuadernos de Velintonia, ambos en edición de Alejandro Sanz.



  Poeta nacido en Algeciras que cuidó de la poesía republicana y de la Generación del 27 durante la dura etapa de la posguerra, en la que ejerció, con criterio y calidad, de crítico literario. Con su memoria y criterio literario consiguió defender la calidad de la poesía del 27, y con ello, toda la cultura anterior a la guerra. Cano convivió con Aleixandre, Cernuda o Neruda en el Madrid libre y republicano de principio de los 30. Nunca pudo olvidar la cultura de este período y a ella dedicó parte de su vida: publicó una antología de estos poetas, estudió a Aleixandre, de quien publicaría su diario "Los cuadernos de Velintonia" y parece, además, que fue desde su revista donde nació el emblema de Generación del 27, que agrupó a la mejor generación de poetas que se haya leído. Pero no sólo se dedicó a esa Generación, sino que fue un estudioso de la poesía posterior, uno de los impulsores de la lírica andaluza y uno de los máximos defensores de la libertad del creador frente a las imposiciones de la moda o el poder. Como muestra de su visión de la poesía actual está el ejemplo de la colección Adonais, a la que convirtió en un referente de la poesia contemporánea y al premio Adonais uno de los más valorados. Cano fue también un poeta neorromántico, que dejó una obra con un gusto exquisito, no genial, pero sí llena de delicadeza y profundidad. En los últimos años fue destituido de la dirección de "Ínsula", que él fundó en 1947 con Enrique Canito y que dirigió hasta finales de los ochenta. Jose Luis Cano siempre guardó un absoluto silencio, apartado de todos los jolgorios y vanidades literarias.  © epdlp



POEMAS
Al mar, solo

Si tu amor busco a solas, entregado
a un éxtasis errante y sin conciencia,
no sé qué resplandor de adolescencia
unge mi piel, ya siempre a tu cuidado.
Mi boca acerco a tu rumor nevado,
purísimo sabor de tu presencia,
espuma dulce para mi dolencia
de soledad, al sol de tu costado.
No sé a qué paraíso de indolentes
me llevas o nos llevan así unidos,
tu desnudo y mi sombra a la deriva.
Sólo sé que tus labios transparentes
hoy se entreabren dulces y vencidos
al paso de mi sangre fugitiva.
·                                                                                                           
Desnudo
Lame, arena, su cuello, y ciñe fría
su adormecido seno en ti yacente,
que luego iré a besar esa serpiente
de tu lengua, que el viento desvaría.

Hiere mansa esa flor de la bahía
que asume su mejilla húmedamente,
y ciega esa callada boca ardiente
que no quiere besar la boca mía.

Roza luego su vientre, y la dorada
piel besa de su cálida cintura,
y allí en su centro queda enamorada.

Que ya te templará la calentura
otra flor de mi huerto bien rociada,
si tu lengua se quema en su espesura.

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