viernes, 20 de marzo de 2015

ROSARIO PÉREZ CABAÑAS, “MI PADRE NACIÓ EN PRAGA”



ROSARIO PÉREZ CABAÑAS, “MI PADRE NACIÓ EN PRAGA”

ED. EN HUÍDA, SEVILLA, 2014













Rosario Pérez Cabaña (Sevilla, 1967), es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Hispalense. Cursó estudios de Doctorado sobre Literatura Hispanoamericana, y sus investigaciones se han centrado principalmente en el proceso de las antologías poéticas en Cuba. Es autora del libro de relatos Cinco lunas vigilan, por el que obtuvo el primer premio de relatos del certamen Ateneo de Sanlúcar de Barrameda y con el que fue finalista en el Premio Gustavo Adolfo Bécquer de relatos, concedido por la Junta de Andalucía. Ha publicado el poemario Mientras tú cantas en 2007. Sus relatos y poemas se han publicado en revistas como Nayagua, Abantos, Los noveles, Kitsch, Blanco y oro, etc. Recientemente, ha sido incluida en la antología Literatura joven de Andalucía, editada por la Universidad Autónoma de México.


Su obra Mi padre nació en Praga es una especie de indagación absoluta de la memoria usando como espejo la del pintor expresionista Oskar Kokoschka, entrecruzando las figuras, los tiempos, los lugares; con el fin de reelaborar la urdimbre de la trama en la que halle el camino hacia la búsqueda de sí misma. “La memoria y su invención como tiempo de siembra, lucidez que genera la confusión y el desconcierto de lo recordado” dice el editor de la obra.  En su prólogo, dice Ana Pérez Cañamares: “El libro es un recorrido por la irregular y amplia geografía de la identidad, el pasado y el arte. En palabras de la propia poeta, el material con el que trabaja aquí es la memoria: la memoria recordada, la inventada, la perdida… Y para ello utiliza sus propios recuerdos, entreverados con los el pintor Oskar Kokoschka y los de su propio padre.” En realidad es una defensa absoluta del arte como herramienta esencial en la búsqueda del propio “yo”, utilizando, al tiempo que homenajeando, al pintor austriaco con el que simula y construye una ideal fraternidad.

El poemario está dividido en tres parte: Oscar y yo, Oscar y las memorias y Oscar y el padre; pero transversalmente está conformado por la memoria, el arte, el amor, el tiempo, las eternas constantes de la poesía y ese afán  de uncir el carro poético al arte, como forma ineludible de hallar una auténtica expresión. “Estoy construyendo tu memoria./ Intento, padre, ser niño a tu lado,/…”dirá, aunque le cueste volver al tiempo: “ No logro recordar cómo se recuerda/…”     y “ El cristal de la tapa revela tan solo la memoria./…”, y decir: “Todas las torres tienen un nido de pájaros y un olvido,/…”.También en pasado, el tiempo que lo sublima, está presente el amor: “Tú reclamabas mi cintura y yo tus nubes./ Y ardíamos y nos apagábamos como los / y las piras funerarias./…”, que en presente nos muestra sus incendios: “ Y cuando hayas terminado de leer en mis manos,/ te entregaré las llaves de mi cuerpo/…”, “ …Él sabe muy bien cómo lo siento llegar desde este sexo desmembrado /…”, holocausto y sentido del estremecimiento más puro: “…Intento sentirte en la madera talada y en el tallo vivo del arbusto/ sentir tus pulsos y tu sexo agigantarse/ y rozar mis rodillas/…”    
La relación con la pintura se nos manifiesta: “…Con los años, he decidido pintar  solo lo que se queda en mi memoria/…”    y sobre todo en la fuerza viva del color: “ Sentí el vaivén opiáceo del color,/ de la carrera ya lejana de la llama, / de la cercanía pesante de unas / que exudaban la pureza orgánica / del azul y el ocre./” .Y sobre todo con la identificación con Kokoshka: “...Padre siempre dijo que nadie puede ver lo que existe,/ salvo los locos o los poetas./¿Lo ves, Oskar ? A veces nuestro padre tenía razón/”. La presencia del pintor austriaco, al fin y al cabo origen de la obra, es constante, “…Más tarde mi hermano Gustv/  dibujó con zumo de uvas negras/ el contorno de mi mano/…”, la referencia a su ciudad de nacimiento, y el incendio de la misma: “…Desde entonces, la palma de mi mano guarda/ el dibujo a carbón de la ciudad de Pöchlarn./…”.Y de sus vivencias, especialmente las terribles secuelas de la guerra europea que tanto influyeron en la obra del pintor:  “…/Un hombre se acerca, se reclina/ y hiende su hoja sin tallo y in brillo en mi pecho./…” , Habían acabado sus días millones de hombres/ que en el momento de morir estuvieron más o menos vivos/…”

Este poemario, amplio y profundo, hermético y difícil, y al mismo tiempo sencillo como la vida se abre  a nuestras constantes interrogaciones sobre el arte, la vida, las emociones, intentando ser nuestro lazarillo, nuestra guía en el laberinto en que nos encontramos. Quizás demasiado ambicioso, porque esas respuestas solo las encontraremos en nosotros mismos, y en estos magníficos versos solo hallaremos la música que nos acompañará en esa búsqueda.  Pero es un poemario interesante, una muestra de la poesía que se hace en esta tierra ahora, y  un claro indicativo de la obra de una poeta que entra en la madurez de su poética

F. Basallote.  

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